En el marco de la trascendental fecha del 20 de julio del 2015, cuando Estados Unidos y Cuba pusieron fin a un distanciamiento diplomático de más de 54 años, se recuerda una serie de hechos que han vinculado a la llamada Perla del Caribe con Guatemala, bajo la sombra de EE.UU.
La frustrada revolución
Fruto del gobierno Liberal del presidente Justo Rufino Barrios, en 1875 abrieron sus puertas varios centros educativos importantes, dos de ellos fueron dirigidos por pedagogos cubanos. El intelectual Hildebrando Martí, hermano de José, fue el primer director del Instituto Nacional Central para Varones; mientras que la Escuela Normal Central para Varones fue dirigida por José María Izaguirre.
En ese contexto educativo de maestro-alumno, surgió el famoso romance entre José Martí y María García Granados y Saborío, conocida como “la Niña de Guatemala”, quien provenía de una familia ilustre de la sociedad guatemalteca, y de cuya relación surgió el célebre poema que lleva ese nombre.
“La presencia en Guatemala de estos intelectuales y de varios artistas cubanos se debió a un éxodo político que comenzó después del fallido intento revolucionario dirigido por Carlos Manuel de Céspedes contra el dominio español en la Isla”, refiere el sociólogo Gustavo Porras Castejón.
De hecho, Céspedes fungió como el primer presidente de la República de Cuba en Armas (1869-1873).
“El único gobierno en el mundo que reconoció al de Céspedes fue el de Barrios”, refiere Porras Castejón.
Un curioso detalle de este hecho quedó plasmado en el monumento a Martí en la Plaza de la Revolución de Cuba, donde se encuentra un quetzal disecado, regalo de Barrios al gobierno de Céspedes, comenta el sociólogo.
En mayo de 1902, Cuba se independizó oficialmente de España. Poco tiempo después, el gobierno de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920) fue uno de los primeros en entablar relaciones diplomáticas con el gobierno isleño.
Otro hecho que vincula a ese país con Guatemala sucedió durante la presidencia de Juan José Arévalo, cuando se consideró enviar al exilio al coronel Francisco Javier Arana. “El presidente Carlos Prío Socarrás aceptó recibirlo”, confirma el historiador Rodrigo Fernández Ordónez, pero otros planes terminaron con su asesinato.
Árbenz, el Che y Morán
Pocos meses antes de la caída de Jacobo Árbenz, en 1954, en el país estuvo el guerrillero argentino Ernesto el Che Guevara. “Aunque no era cubano, fue un vínculo fundamental para los revolucionarios guatemaltecos”, afirma Porras Castejón.
Señala que en algunos de sus escritos, el Che analizó y comentó lo fundamental que resultó para ellos comprender las causas del derrocamiento del gobierno de Árbenz y confirmar que una revolución, para triunfar, debe contar con sus propias fuerzas armadas, principio que se aplicó en el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959.
En ese entonces, el Che entabló amistad con Rolando Morán, quien posteriormente fue comandante del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y conoció en México a Fidel y Raúl Castro, un par de años antes del éxito de la Revolución.
“Se ha especulado mucho sobre la presencia de Fidel Castro en Guatemala, sin embargo, el mismo exmandatario lo ha negado”, refiere Porras Castejón.
La Cia en Guatemala
El triunfo de la Revolución Cubana, liderada por Castro en 1959, fue el parteaguas en las relaciones diplomáticas con EE.UU y luego con Guatemala, en 1960.
“El presidente de los Estados Unidos, el general Dwight Eisenhower, tomó la decisión de crear un programa de actividades anti-castristas. Para ello encomendó a la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU (CIA) reclutar y entrenar a una fuerza paramilitar para comenzar una guerra de guerrillas en Cuba. El programa fue bautizado inicialmente con el nombre clave JMARC, que luego cambió a JMATE, describe Fernández Ordóñez, con base al estudio de documentos desclasificados de la CIA.
fueron los años en que Guatemala rompió relaciones con Cuba, a partir de la Guerra Fría. Durante este tiempo, Estados Unidos contó con el voto favorable de Guatemala y de otras naciones, tanto en la Organización de Estados Americanos como en las Naciones Unidas, para sancionar a Cuba en materia de derechos humanos.
Rodrigo Fernández Ordoñez, catedrático de Historia.
Pero ellos eran muy bulliciosos por lo que se consideró trasladarlos a la zona del Canal de Panamá. Fue en ese momento cuando el presidente Miguel Ydígoras Fuentes (1958-1963) ofreció al gobierno estadounidense el territorio nacional para instalar una base de entrenamiento para derrocar al gobierno castrista. “A cambio de incrementar la cuota de exportación de azúcar, una dádiva”, comenta Porras Castejón.
Poco después se decidió que la base de operaciones aéreas y terrestres sería la finca Helvetia, en Retalhuleu, propiedad de Roberto Alejos Arzú, quien pronto se convirtió en un intermediario clave entre el Gobierno, la CIA y el Departamento de Estado. Su sobrenombre era John Black, explica Fernández Ordóñez.
Alejos aprovechó sus servicios en las operaciones logísticas para exportar el café de su finca. “A partir de esto surgió la Asociación Nacional del Café (Anacafé)”, señala el historiador.
Rebelión
A pesar de lo secreto de la operación, pronto se supo de la presencia de cubanos en el país. El Ejército de Guatemala no vio con buenos ojos el arribo de tropas armadas extranjeras.
“Tres hechos sumaron el descontento de los oficiales del Ejército: la corrupción del presidente Ydígoras, la falta de pago de salarios y la soberanía nacional”, describe Fernández Ordóñez.
Porras Castejón agrega: “No fue una reacción de simpatía a la revuelta cubana, fue partir del concepto de soberanía nacional donde el Ejército posee el monopolio de las armas”.
año en que las tropas anticastristas coordinadas por la CIA se entrenaron en la finca Helvetia, Retalhuleu, propiedad de Roberto Alejos Arzú.
La reacción de Ydígoras fue involucrar a las tropas cubanas en Retalhuleu. Luego de un cruce de llamadas con la CIA, los soldados cubanos partieron en un avión para atacar a los disidentes castrenses.
Un confuso incidente y cruce de balas en Puerto Barrios entre ambos bandos precipitó el retiro de las tropas extranjeras. Este hecho fue el punto de partida del surgimiento del movimiento guerrillero en Guatemala.
“Entre tanto, las tropas cubanas siguieron entrenándose, hasta que llegó el desastre de la invasión de la Bahía de Cochinos, en abril de 1961”, cita Fernández Ordóñez.
A partir de ese año, Cuba mantuvo una relación clandestina con la guerrilla guatemalteca desde la cual colaboró en entrenamiento militar y provisión de armas para los combatientes.
Reconciliación
Dos años después de la firma de la paz, en diciembre de 1996, el presidente Álvaro Arzú restableció relaciones diplomáticas y comerciales con la Isla, en enero de 1998.
La reacción de Estados Unidos no tardó. “Washington manifestó su descontento por las relaciones con Cuba”, fue el titular del 29 de enero de 1998 del diario Prensa Libre.
La respuesta del gobierno guatemalteco fue que era necesario desactivar ese frente clandestino de provisión de armas, para evitar que en el país surgiera una narcoguerrilla, como en Colombia, afirma Fernández Ordóñez.
Desde 1998, profesionales de la Medicina, la Educación y el deporte han brindado ayuda al país. A la fecha, 468 galenos de las Brigadas Médicas Cubanas se encuentran repartidos en 16 departamentos y cerca de mil guatemaltecos se han graduado de médicos en la Isla, de acuerdon con la embajada de Cuba en Guatemala.
A partir del 2008, se implementó el plan de alfabetización con la metodología cubana Yo sí puedo, con la cual se alfabetizó a unas 193 mil 400 personas, del 2009 al 2014, según Rosángela Mérida, del Comité Nacional de Alfabetización.
También han compartido sus conocimientos entrenadores de diversas disciplinas deportivas como Rigoberto Medina, quien preparó al medallista olímpico Érick Barrondo.
En lo comercial, la balanza se inclina a favor de Guatemala, pues en el 2014 se exportó hacia la Isla US$17 millones, mientras que de Cuba se importó US$1 millón, según la Gremial de Exportadores de Productos No Tradicionales (Agexport).
“Guatemala tiene con Cuba una relación histórica de mucho relieve, que todos los cubanos conocen y los guatemaltecos no”, enfatiza Porras Castejón.