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Día de Todos los Santos: Cinco tradiciones que conmemoran la muerte en Guatemala

Durante el 1 de noviembre en Guatemala, varias tradiciones colectivas buscan conmemorar a los difuntos con música, baile, sabores y júbilo.

Cinco tradiciones distintas en Guatemala para el Día de Todos los Santos

Más allá del fiambre y los barriletes, en Huehuetenango, Chinautla, San Juan Comalapa, Sololá y Villa Nueva se ponen de manifiesto otras formas de recordar a los muertos. (Fotos Prensa Libre: Cortesía de los entrevistados)

En Guatemala, el 1 de noviembre ocupa un lugar importante dentro de la construcción identitaria y cultural de la sociedad por tratarse del Día de Todos los Santos, una fecha que desde la religiosidad judeocristiana celebra a las almas que han alcanzado la vida eterna y que superaron el purgatorio —estado espiritual donde el alma se purifica—.

Aunque en esta fecha se tiene presente a quienes ya no están, la efeméride se convierte en un espacio de unión para recordar lo bueno que sucedió en vida.

“La muerte es un fenómeno común a todas las personas, ya sean estas de distintas religiones, clases sociales o ubicaciones. La forma en que se conmemora es lo que varía de esta experiencia. Dependiendo de cómo se conciba la muerte en un lugar, así serán las actividades individuales y colectivas para reconocer a los ancestros”, expresa la antropóloga Lina Barrios, directora del Instituto de Estudios Interétnicos y de los Pueblos Indígenas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

La manera en que se relacionan las personas dentro de las comunidades puede generar también otras formas de contención ante la muerte. “Pertenecer a un grupo es algo que produce seguridad y proporciona alivio ante la pérdida de un ser querido. Este apoyo suele buscar el equilibrio en la comunidad”, puntualiza.

Asimismo, “el momento de la muerte puede ser un evento dramático y fuerte, pero la conmemoración significa recordar quiénes fueron esas personas que ya no están, y no quiere decir que se celebre porque haya una alegría por su muerte, sino que se les recuerda con felicidad”, añade Barrios.

En el país, alrededor del 1 de noviembre se llevan a cabo encuentros para volar barriletes o comer fiambre en memoria de los difuntos. Sin embargo, estas no son las únicas muestras de celebración en el Día de Todos los Santos.

Más allá de las tradiciones referidas, hay otras que desde hace décadas vibran lejos de los centros urbanos del país. En Huehuetenango, Chinautla, San Juan Comalapa, Sololá y Villa Nueva se ponen de manifiesto otras formas de recordar a los muertos.

Cantar y bailar frente al olvido

En San Antonio Las Flores, Chinautla, vive don Domingo Boch, de 67 años. El trabajo en la milpa, la siembra de frijol y el cuidado de su granja lo llevan a comenzar la jornada a las 4.30 horas. Por la tarde y antes de la oscuridad, ya habrá terminado su faena.

Durante este último mes, cuando ha concluido sus labores en el campo, Domingo se ha reunido con otros dos vecinos para ensayar el repertorio musical que interpretarán el 1 de noviembre para la pedida de cabecera.

“Pedir cabecera” en San Antonio Las Flores hace referencia a una tradición en la cual un grupo de personas, acompañadas de los músicos, visitan las casas de la comunidad para anunciar la pedida de frutas, verduras, bebidas y distintos alimentos que son utilizados para elaborar los altares de los difuntos en las casas.

Cinco tradiciones distintas en Guatemala para el Día de Todos los Santos
Altar en San Antonio Las Flores. El arco está hecho de cañas de azúcar, adornadas con “flor de muerto” y una hoja llamada k’onte’. Cuenta con frutas y comida. (Foto Prensa Libre: Cortesía Allan Soto Peinado)

La actividad inicia el Día de Todos los Santos a las 19 horas y se inaugura con el estallido de varios cohetes. Domingo cuenta que esa es la marca de arranque para llevar la serenata a cada una de las más de 200 casas en la comunidad.

Los músicos vamos de casa en casa y tocamos de dos a tres canciones. Allí compartimos con las personas que dan una bebida, agua gaseosa o cigarrillos para celebrar. Luego la gente se une a nosotros y así seguimos por todos los cantones”, cuenta. Él tiene 18 años de ser parte de la tradición como músico.

Mientras él toca la concertina, sus dos colegas se encargan del guitarrón y la guitarra para interpretar temas populares y festivos —en su mayoría de género ranchero—. “Sabemos un montón de canciones, tal vez unas 150. La idea es ir variando, pero si la gente nos pide una, la complacemos”, asegura Boch.

La serenata se extiende a medida que se añaden los vecinos de la comunidad. Luego de transitar, acompañar, musicalizar y celebrar el recuerdo de las ánimas, la tradición concluye a las 23 horas, porque al día siguiente —Día de los Difuntos— a partir de las 5 de la mañana, los vecinos llegan al cementerio donde seguirá escuchándose la música y se decorarán las tumbas de los fallecidos.

Cinco tradiciones distintas en Guatemala para el Día de Todos los Santos
Integrantes de las serenatas que se llevan a cabo el Día de Todos los Santos en San Antonio Las Flores, Chinautla. (Foto Prensa Libre: Cortesía Domingo Boch)

El 2 de noviembre, Día de los Difuntos, la celebración se concentra en el cementerio. Cerca de las 13 horas, al son de la marimba que interpretan otros músicos —a quienes se remunera con una colecta comunitaria—, las familias vuelan barriletes y acompañan a los que ya no están. Según cuenta Domingo, el evento se prolonga hasta la noche, pero en las últimas ocasiones tuvo que finalizar a las 19, por disposición de las autoridades.

San Antonio Las Flores se ubica a cinco horas de Huehuetenango, en cuya cabecera también se vive un ambiente musical por el Día de Todos los Santos. Así como en la comunidad de Boch, las serenatas implican gozo y respeto para recordar a los fallecidos.

En Huehuetenango, las cosas cambian en torno a la fecha y el nombre del evento. En la noche del 31 de octubre se ofrece un evento denominado La Serenata, que convoca a diferentes ensambles musicales e incluye marimbistas, saxofonistas y cantantes.

“La muerte es un fenómeno común a todas las personas, ya sean estas de distintas religiones, clases sociales o ubicaciones. La forma en que se conmemora es lo que varía de esta experiencia” —Lina Barrios, antropóloga

De acuerdo con Verónica Pérez de Arango, presidenta de la junta directiva de la Casa de la Cultura de Huehuetenango, esta fiesta comunitaria abre el espacio para que cualquier vecino pueda disfrutar de la música. De esa cuenta, se han celebrado conciertos en varias “estaciones” o puntos transcurridos del casco central durante la noche del 31 de octubre y la madrugada del 1 de noviembre.

De Arango, quien también organiza La Serenata, comenta que las estaciones están ubicadas en el parque central, en una de las rotondas viales y en el cementerio. La música que se ejecuta debe tener representatividad de compositores huehuetecos, un 50 por ciento de composiciones guatemaltecas y un 10 por ciento de temas extranjeros.

“Es una fiesta anhelada por todos. Por mucho tiempo han llegado personas de distintos lugares”, dice De Arango, al subrayar que este 2022 verá la primera Serenata tras dos años de haber sido suspendida por la pandemia.

Cinco tradiciones distintas en Guatemala para el Día de Todos los Santos
Los músicos de La Serenata de Huehuetenango son parte de una tradición que surgió hace ocho décadas y se desarrolla en el Día de Todos los Santos. (Foto Prensa Libre: Cortesía Verónica Pérez de Arango)

Según cuenta, el evento iniciará este año a las 15 horas para concluir por la noche. Además, habrá cerca de 15 grupos de marimba y espacios para que los vecinos tomen el micrófono y compartan con los asistentes en las diferentes estaciones.

Esta tradición huehueteca que se ha convertido en una suerte de festival musical tiene sus orígenes en una historia de amor que surgió alrededor de 1940. Arango menciona que a partir de escritos hallados en la Casa de la Cultura, un vecino de Huehuetenango llamado Rodrigo García Soto le propuso matrimonio a su novia el 31 de octubre de 1939 con el propósito de casarse en febrero del año siguiente.

El plan resultó ser una ilusión porque en enero de 1940 la mujer falleció. “Don Rodrigo, con su tristeza, se refugió en la marimba, y según se ha registrado, en una de sus noches de desvelo se le ocurrió la idea de llevarle serenata a su novia al cementerio el Día de Todos los Santos para conmemorar su compromiso. Antes del cementerio fue a la casa de quien sería su suegra, para también cantarle”, relata De Arango.

Se dice que tiempo después, los vecinos en la cabecera empezaron a pagar serenatas para sus difuntos, hasta que se popularizó y de esa cuenta, en 1942 se formó un grupo de 22 músicos quienes ensayaban en una casa de la zona 1, lo que inspiró e impulsó a varios ensambles de marimba que tocaban el Día de Todos los Santos.

El Convite de los Fieros

Si de tradiciones en el pasado se trata, Villa Nueva también puede hablar de una historia cuyas raíces coloniales moldearon su tradicional Convite de los Fieros. Este evento consiste en un desfile bufo donde bailan personas con disfraces en el espacio público, quienes reinterpretan a figuras de historias ficticias y reales.

Datos publicados por el profesor villanovano Eswin Abigail López hablan sobre un posible origen de este evento en la danza del Tocontín. Según refiere el investigador, el Convite de los Fieros surge en 1762, cuando los primeros habitantes de San Miguel Petapa, en su mayoría indígenas, llegaban disfrazados y con máscaras hasta Villa Nueva para burlarse de los ladinos y españoles que vivían allí.

Añade que la actividad surgió como una forma de alejar a los malos espíritus en el Día de Todos los Santos.

Fue así como la tradición se heredó desde la época colonial y hasta la fecha es resignificado con la evocación de distintos personajes propios del municipio. Mario Ronaldo González forma parte del Convite de los Fieros y asegura que la euforia de este evento es perceptible en todos los vecinos. “Cada quien tiene una forma de hacer su locura. Es parte de la historia de Villa Nueva”, señala.

Cinco tradiciones distintas en Guatemala para el Día de Todos los Santos
Este será el primer año que se celebre el convite de los Fieros tras la cuarentena impuesta por el covid-19. (Foto Prensa Libre: Cortesía Eswin Abigail López)

De acuerdo con González, el desfile da inicio a las 7 horas del Día de Todos los Santos y recorre las calles principales del casco urbano hasta las 16.30. A pesar del calor o el cansancio, son pocos los que permiten una tregua.

La celebración no solo se queda en quienes se inscriben para participar en el convite, sino en el vínculo que establecen con los asistentes. “Algunos les hacen bromas y otros los sacan a bailar. En general la gente accede y se siente muy motivada. Todo se convierte en una gran participación”, dice González.

Adelante de la multitud de personas disfrazadas van los niños, luego aparece la marimba, los personajes individuales y las parejas. A ese grupo le siguen otros y el final se corona con un sistema de sonido que completa la fiesta comunitaria, explica el coordinador.

González hace ver que el convite no se celebraba desde el 2019, por la emergencia sanitaria. Este año se espera la asistencia de unos dos mil participantes de todas las edades, quienes además podrán concursar en varios eventos de disfraces.

El recuerdo en aromas y sabores

Durante esta época del año San Juan Comalapa saborea las bondades de la tierra gracias a la abundancia que trae la cosecha de güisquiles y elotes. Esta sincronicidad ha sido parte de la dinámica tradicional que acompaña el Día de Todos los Santos, pues para la fecha se acostumbra a degustar en familia de dichas viandas.

En algunas familias, como la mía, se reúnen los hermanos en las casas de sus padres para el 1 de noviembre, y al menos con los elotes se decide si serán cocidos o asados. Es una tradición que puede comenzar a las 10 de la mañana o a las 4 de la tarde”, refiere Manolo López, vecino de Chimaltenango.

El comalapense tiene 37 años y cuenta que desde pequeño recuerda ese acto comunitario de degustar los güisquiles y elotes para el Día de Todos los Santos. Cuenta que acceder a estos vegetales no siempre es sencillo, ya que en el municipio la mayoría de las personas cultiva maíz y son pocos los que plantan güisquiles.

Cinco tradiciones distintas en Guatemala para el Día de Todos los Santos
El 1 de noviembre es sinónimo de elotes y güisquiles en San Juan Comalapa, Chimaltenango, donde las familias se reúnen para comer estos alimentos que cultivan en sus sembrados. (Foto Prensa Libre: Cortesía Manolo López)

La tradición, que refiere a otra de las dinámicas comunitarias en ese territorio kaqchikel, establece que en las primeras horas del 1 de noviembre se sale a conseguir dichos vegetales a los sembrados o en otros lugares, y si la fecha coincide con el día de apertura del mercado, es probable que la demanda sea muy grande.

Los güisquiles y los elotes se ponen a cocer en una olla con agua sobre una fogata que convocará a los familiares alrededor de la misma. “Muchas veces se colocan los güisquiles y los elotes juntos, pero en ocasiones puede ser que separados. Se saca buena parte del bote y se coloca en una canasta. Luego se come allí mismo”, explica López.

El vecino de Comalapa cuenta que los alimentos pueden comerse a las 10 o a las 16 horas, antes o después de visitar al cementerio donde las familias también optan por celebrar junto a sus difuntos, mientras disfrutan de los alimentos en mención.

La dinámica del cementerio, como la de los hogares, con cocido o con elotes y güisquiles, implica siempre una conversación sobre lo que significa la familia. “Se trata de recordar y hacer memoria durante la reunión”, puntualiza.

El consumo de estos vegetales trasciende al municipio de Chimaltenango. En San Antonio Las Flores para esta fecha también se comparten naranjas, güisquiles y jocotes que son utilizados para los altares. Por otro lado, en Salcajá, Quetzaltenango, es frecuente la preparación de dulce de ayote para la época.

Así como en Comalapa, en Sololá tienen un lugar importante el güisquil y el elote, ya que son alimentos que se comparten e intercambian con otros miembros de la comunidad. Allí, la tradición del 1 de noviembre se amplía de forma multisensorial e invita a que las personas recuerden la muerte a través de los aromas y la vista.

Coronas de flores

Esteban Toc Tzay, vicealcalde indígena de Sololá, comenta que en ese departamento para el Día de Todos los Santos se elaboran coronas de flores que son colocadas sobre pino. La pieza debe realizarse ese mismo día y luego se lleva al nicho o al panteón en el cementerio. Algunas de las variantes de flores para estas coronas son el parutz —conocida como “flor de muerto”—, los claveles rojos y rosas, así como los crisantemos.

Toc Tzay dice que las coronas son redondas y de distintos tamaños. En cuanto a sus significados, así como el del ciprés en el cementerio, el vicealcalde expone: “Representa al padre Sol, que es una luz para todos los difuntos que se han ido. El pino que se coloca como alfombra es nuestro hermano al momento de la Creación. Todos somos parte de la misma creación”.

Cinco tradiciones distintas en Guatemala para el Día de Todos los Santos
En la espiritualidad maya, los sabores y los aromas son importantes para el espíritu del difunto. (Foto Prensa Libre: Cortesía Esteban Toc Tzay)

Otro detalle significativo se relaciona con las dinámicas luego de haber sido colocada la corona en las tumbas. Añade que se llega al cementerio en las primeras horas el Día de Todos los Santos. Se deja una veladora y acude la familia a convivir con sus difuntos.

“El espíritu de quien se fue está en el aire y las nubes. En cualquier momento puede percibir el olor de su familia y las cosas que le son llevadas”, cuenta el vicealcalde. De igual forma, la actividad se completa con varias oraciones, así como con velas que se encienden para recordar a las personas que se han ido.

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