Superación académica
El Instituto de Neurología y Neurocirugía de la Ciudad de México fue el primer centro donde se especializó. Allí estudió seis años, y para sostenerse contó con el apoyo de su familia y un trabajo de tiempo parcial.
“Cuando uno es residente tiene energía para estudiar de todo y la pasión ayuda a aprender, pero los recursos son la principal limitante”, opina. Sin embargo, descubrió que ese problema lo podía solventar por medio de becas.
“En mi tercer año de la residencia obtuve la beca Armstrong (2009); era poco dinero pero me ayudó costear mis gastos básicos. El siguiente año obtuve una de la Fundación Carso (de Carlos Slim) para llevar a cabo un banco de ADN, con la cual reuní un poco de dinero para continuar mi sueño”, relata.
En su 5to año de la residencia viajó a Sao Paulo, Brasil, donde estuvo seis meses en un laboratorio de anatomía. “Allí mi mundo era estar ocho horas disecando cerebros, lo cual me permitió desarrollar destreza en el microscopio y simultáneamente aprender anatomía microquirúrgica, que es la base de la Neurocirugía”, afirma.
Al concluir su residencia aplicó para una beca de la institución mexicana más importante para la investigación: el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, que lo apoyó para viajar a Estados Unidos y aprender durante un año nuevas técnicas quirúrgicas. “En ese país estuve absorbiendo como una esponja todos los conocimientos, consejos y experiencias de estrellas de la neurocirugía”, cuenta.
Posteriormente regresó a México a completar un posgrado en Neurocirugía Vascular.
En mayo estuvo en Guatemala compartiendo sus conocimientos durante un Congreso Centroamericano con un grupo de especialistas.
Recuerdos
En los hospitales donde trabaja, que son centros de referencia nacional, ha tratado casos que lo han marcado. Uno fue el de don Heriberto, de 50 años, a quien le creció un tumor que le desfiguró el rostro. La razón para operarse era porque los niños en la parada del bus se le quedaban “viendo feo y hablaban cosas”.
Cuando platicaba de su caso con los especialistas se tapaba la cara y veía hacia el piso. Este caso fue un reto para el hospital por lo que se formó un grupo de especialistas en distintas áreas —maxilofacial, otorrino, cirugía plástica, infectología y radioterapia—.
Heriberto, como una forma de agradecimiento, le envió una selfie desde una playa donde disfrutaba sus vacaciones “me dio un gusto enorme poder ayudarlo”, expresa.
De la aplicación de sus conocimientos no solo son testigos los mexicanos, porque también ha tenido la oportunidad de ayudar a guatemaltecos que viajan a ese país. “Me llena de orgullo y honor extenderle la mano a los paisanos”, comenta.
Estas experiencias han llegado a oídos de muchos, por lo que recibe docenas de llamados para solicitarle su apoyo. Es así que se ha dedicado a tocar las puertas de la iniciativa privada para establecer una fundación para que personas con escasos recursos puedan viajar a México y ser tratados. “Ya hemos platicado con algunas que quieran estar en esta causa”, relata.
¿Cuándo vino al país?
Nací en México, pero cuando tenía ocho años me fui a Guatemala por asuntos familiares y allá estudié. En el 2006 me regresé a México para hacer mi residencia de Neurocirugía.
Después viajé para completar entrenamiento y especialidades en Estados Unidos y Brasil, regresé a México y ahora trabajo en dos hospitales públicos donde me dedico a operar tumores cerebrales.
¿Cuáles son los problemas más frecuentes?
Son los tumores cerebrales que pueden ser benignos o malignos, y que se desarrollan dentro del cerebro o en las estructuras que están en la base del cráneo. Estos van creciendo y causando síntomas neurológicos de acuerdo con su ubicación.
¿Porqué que se inclinó por la Neurocirugía?
Cuando efectué mis prácticas en los hospitales San Juan de Dios y Roosevelt tuve el primer contacto con la cirugía y me apasionó. Decidí incursionar en el tema, conocí amigos especialistas, quienes me orientaron hacia dónde estudiar mi residencia y después la historia en México.
¿Cómo fue su experiencia disecando cerebros?
Es una parte muy importante para la formación de un neurocirujano o de cualquier otra especialidad, porque la Anatomía es la base de todo. Es una herramienta muy útil estar en un laboratorio de disección. Desafortunadamente, es limitado tener acceso a un laboratorio en Latinoamérica, ya sea por falta de recursos o como sucede aquí en México por el tema legal, está autorizado legalmente para fines de trasplante pero no para investigación.
En mayo visitó el país, ¿cuál fue su objetivo?
Participé como conferencista en un Congreso de Neurocirugía de la Sociedad Centroamericana. Me invitaron a dar unas pláticas y aproveché para visitar a la familia. También planteé mi intención de crear una fundación que sirva como canal de apoyo para que algunos pacientes que no tienen recursos viajen a México para ser atendidos, para lo cual estamos buscando el apoyo de varias empresas privadas.