Estos artefactos son vistosos y entretenidos. Por supuesto, hay que saber manipularlos para evitar accidentes.
Estos modelos a escala permiten que los adultos vuelvan a sentirse chicos. La ironía es que para los niños estos aparatos los hacen soñar con llegar a ser grandes.
En cualquier caso, estos llamativos artefactos dan mucho tiempo de diversión. Hay un sinfín de prototipos, como aviones, helicópteros, automóviles, barcos y trenes, todos a control remoto.
Por supuesto, hay que tener cuidado al manipularlos, pues, aunque parezcan, no son juguetes. Algunos, incluso, pueden causar graves heridas. “Se recomienda a niños desde los ocho años, siempre y cuando estén bajo la supervisión de un adulto”, indica César Molina, representante de la tienda especializada Hobbies Depot.
Para los interesados en el aeromodelismo se recomienda empezar con un simulador de vuelo, cuyas aplicaciones están disponibles para computadora, tablet o celular. De esa forma, se puede aprender a maniobrar virtualmente una nave de radiocontrol sin poner en riesgo la integridad de las personas ni destruir un avión a escala real.
El segundo paso, a decir de Molina, es adquirir un avión de ala alta o Ready to Fly (RTF). “Uno piensa que puede ser fácil, pero la verdad es que se presentan una serie de dificultades que cada quien debe aprender a manejar”, comenta el experto. “Cualquier error y el avión se estrella”, agrega.
Pero no solo la caída es un problema, sino que, además, puede llegar a perderse la inversión. Uno de estos aparatos básicos vale como mínimo US$300, mientras que los más complejos llegan a costar más de US$10 mil, refiere Daniel Altalef Hirsch, un aficionado.
Estos artefactos tienen un potente alcance, aunque también influyen la topografía y las condiciones climáticas. “Por lo regular, la tecnología que ahora se emplea es la de 2.4 GHz, que quiere decir que tiene un radio de control de un kilómetro de distancia garantizada, aunque, en teoría, podrían llegar a poco más de dos kilómetros”, dice Altalef Hirsch.
Quienes no tengan la experiencia, pueden acudir a alguno de los distintos clubes de aeromodelismo que hay en el país. Entre ellos están el Acme Guatemala, Hornet y Xejuyú Radio Control, cuyos días de mayor actividad son los fines de semana.
Horas de diversión
Algunas personas se decantan por los aviones de gasolina, sobre todo aquellos que gustan de la mecánica. “Emplean un combustible especial, que es una combinación de aceite de castor, alcohol y nitro”, explica Molina.
Lo mismo sucede con los automóviles de radiocontrol, algunos de los cuales llegan a desarrollar velocidades de hasta 30 km/h. Estos también son a escala y se consiguen desde 1:18, es decir, 18 veces más pequeños que uno real. Tienen un precio desde Q1 mil 500.
Otras variedades son los denominados monster trucks y los buggies; estos últimos, bastante rápidos.
También existen clubes especializados, como el Guatemala A/C Racing Club, que tiene una pista especial.
Otros prototipos con bastantes adeptos son los helicópteros y los drones. Ambos cuentan con versiones con cámara que toman videos o fotografías en alta resolución. Asimismo, tienen una cámara con sistema de First Person View (FPV), con el cual, desde un dispositivo móvil, se puede ver lo que captan estos objetos desde el aire.
En el caso de los drones, llevan incorporado GPS, con función de “regreso a casa”, por si acaso se pierde el control desde tierra.
Por último, las lanchas y los trenes a control remoto. “Cualquiera de estos artefactos brindan muchas horas de sana diversión”, indica Molina.