Organización
Las funciones están definidas por el tamaño, hay básicamente dos castas. En primer lugar están las que carecen de alas, entre las cuales sobresale la reina (que pierde las alas después del vuelo de apareamiento), y de la cual depende la estabilidad de la colonia. Vive de 15 a 20 años y llega a poner hasta un millón y medio de huevos por año. Una fecundación es suficiente, pues puede almacenar esperma hasta su muerte.
En la misma categoría están las obreras, que son hembras estériles, y constituyen hasta el 70 por ciento de la zompopera. Estas pueden ser exploradoras, cortadoras o cargadoras. También están las escoteras, es decir, las que limpian de residuos extraños lo que llevan las cargadoras; las jardineras, aquellas que maceran el material depositado en la colonia, y las nodrizas, que cuidan y alimentan a la reina, así como a los huevos y larvas. Por último, están las guerreras o soldados, responsables de la defensa; son, después de la reina, las de mayor tamaño.
En la segunda clasificación están las que temporalmente tienen alas; son insectos vírgenes, machos y hembras, que cumplen únicamente un fin de reproducción en el llamado “vuelo nupcial”.
Presencia cultural
Los zompopos figuran en registros prehispánicos y en crónicas durante la Colonia.
En el Popol Vuh, los héroes gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, son sometidos a varias pruebas por los señores de Xibalbá. Uno de estos desafíos ocurre en la Casa de las Navajas, en donde ambos piden a chay-sanic (hormigas cortadoras) y ch’eken-sanic (hormigas ganadoras) ayuda para recolectar pétalos en un jardín custodiado por guardianes
La forma “hormigas cortadoras”, sugiere que sean las popularmente conocidas como zompopos, o bien, es una manera dual para referirse a dos especies o grupos (zompopos y guerreras).
En la época colonial Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, cerca de 1690, incluyó una sección en sus escritos para describir a “las hormigas guerreras de la costa sur del país”, las Ecitoninae, a las que halló “admirables y notables” al destacar sus mandíbulas: “Con las tenacillas agudas de sus boquillas no solamente matan y ahuyentan estas ponzoñosas bestias; absolutamente devoran y gastan hasta los huesos”.
En 1722, Fray Francisco Ximénez en su libro Historia Natural del Reino de Guatemala distinguió varios tipos de hormigas dependiendo de la coloración, el olor y su reacción al ser molestadas. Las más notorias para él fueron “las guerreadoras, los zompopos y las hormigas bravas”. De los zompopos le sorprendió que podía “cargar un peso veinte veces mayor al suyo”, así como sus mandíbulas filosas, “con las que cortan las hojas de los árboles. Algunas tienen alas, pero solo salen por las noches y en las primeras lluvias de mayo, cuando son recolectadas, tostadas y comidas por los indígenas”.
Apareamiento
Los machos tienen alas y su vida es corta, hasta un máximo de cuatro meses. Por lo general están en el nido hasta antes de comenzar el vuelo para aparearse y, posteriormente, morir. Mientas, las reinas, que también son aladas, pasan dentro toda su vida poniendo huevos.
Una nueva colonia suele comenzarse después del “vuelo nupcial”, el lugar indicado para depositar los huevos puede ser debajo de una roca, en la cavidad de una planta, en un tronco podrido, en el suelo o entre la hojarasca.
Al concluir el rito las reinas pierden sus alas y las usan junto con sus reservas de grasa como fuente de energía para ovipositar. Una colonia puede ser fundada por una reina (monoginia) o por varias (poliginia).
Antiguas y abundantes
Las hormigas se originaron hace alrededor de 120 millones de años y se han convertido en el grupo de insectos sociales más diverso y exitoso, con alrededor de 12 mil 500 especies descritas, divididas en 290 géneros y 21 subfamilias vivientes. Se distribuyen en todos los continentes a excepción de la Antártica, y son organismos notables de la mayoría de ecosistemas terrestres. Solo están ausentes en hábitats extremos como las regiones polares, montañas muy altas y cuevas profundas.
Alcanzan su mayor diversidad y abundancia en los trópicos. Dentro de esta área, los del Nuevo Mundo contienen más especies, géneros y endemismos que cualquier otra región.
Exquisitos
El tórax y abdomen representan 39 por ciento de proteínas si están crudos y 26 si están cocinados. Son un platillo de la época en Guatemala, México, Brasil y Colombia. “Puedo afirmar que saben bien en helados, un sundae con chocolate y estos insectos en lugar de nueces, por ejemplo; así como en pizzas”, indica el entomólogo Jack Schuster.