Estandartes: signos andantes que evocan la imagen de devoción, la hermandad y notorios sucesos
Revista D
Estandartes: signos andantes que evocan la imagen de devoción, la hermandad y notorios sucesos
Admirables por su valor artístico, histórico y económico son los elegantes lienzos de finas telas, bordados o pintados que identifican a las diferentes hermandades que organizan las procesiones de Semana Santa.
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lienzos de finas telas, bordados o
pintados que identifican a las diferentes hermandades que organizan
las procesiones de Semana Santa. Foto Prensa Libre: Edwin Castro
Se elaboran en tela pana o terciopelo, seda o tela resistente las pinturas acrílicas. Los bordados son de hilo metálico color oro o plata, contienen adornos geométricos, repetitivos o flecos en los bordes. Se exhiben sobre una estructura de madera o metal en cruz pendiendo por la parte superior.
“Los pendones y estandartes con dibujos de santos eran muy usados en actos litúrgicos de Semana Santa antes del Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y 1563. De esta asamblea de religiosos, encabezados en la primera etapa por el papa Paulo III, emanó la disposición de usar imágenes de Jesús y otros santos para la evangelización”, refiere Juan Alberto Sandoval, profesor en Historia. Esto originó la elaboración de nazarenos en Europa y, posteriormente, en América, y el estandarte pasó a ser una insignia.
En la época colonial, en el país se usaban en el llamado “paseo del pendón”. En actos públicos era el objeto material que significaba reconocimiento del Estado y de la Iglesia a determinado grupo de la sociedad. Era una herramienta de ayuda para hacer visibles realidades invisibles.
“El estandarte era un símbolo de poder que clasificaba perfectamente al grupo social y etnia a la que una persona pertenecía”, explica Fernando Urquizú, doctor en Historia del Arte por la Unam.
La Cofradía de Nuestra Señora del Rosario y de la Soledad estaba integrada exclusivamente por funcionarios españoles; la de Candelaria agrupaba a nobles descendientes de los pueblos originarios y la de La Merced reunía a nobles criollos españoles nacidos en Guatemala.
El abanico se completaba con la Cofradía de San Jerónimo, formada indistintamente por indígenas, españoles peninsulares y locales y afrodescendientes. El pendón era portado por integrantes de cada grupo, junto a insignias de plata.
Con la llegada a Guatemala de ideologías liberales y capitalistas, los símbolos externos de poder cambian. En 1881, los estandartes dejan de ser exclusivos de grupos dominantes y pasan a manos del pueblo, en un giro de tolerancia y unidad nacional, por lo que ahora se limitan a identificar a grupos propiamente religiosos.
Insignias descartables
En los recorridos procesionales, los estandartes se exponen al sol, el viento y la humedad, lo que ocasiona deterioro y exige su renovación. Los que vemos ahora datan del siglo XX. El más antiguo fue elaborado hacia 1930, por María Bran, maestra de Artes y Oficios del colegio El Sagrado Corazón, para Jesús de las Tres Potencias de la Parroquia, el cual contiene tres elementos: “La fuente de la divina gracia”, popularmente llamado estandarte “de las palomas”, tiene en la parte superior dos figuras de estas aves y una copa, todas de plata, que evocan al Espíritu Santo, y un recipiente en el que reposa la preciosa sangre de Cristo, explica Sandoval. Se dice que la señora Bran no cobró por este trabajo de bordado, era una ferviente católica y ofreció gratuitamente su trabajo y arte.
En la década de 1950 al 1960, las religiosas de la Casa Central bordaban casi todos los lienzos. Actualmente su elaboración está disponible en los talleres nacionales que bordan túnicas para los nazarenos y dolorosas. Aún así, algunas hermandades prefieren encargarlos a fábricas españolas, por considerar que son de mejor calidad, pero especialmente por estatus.
Fuentes: Fernando Urquizú, doctorado en Historia del Arte por la Unam, Juan Alberto Sandoval, maestro de Historia