Hay que asentar que muy por el contrario de lo que se piensa, los hospitales San Juan de Dios y Roosevelt cuentan con equipo de primera que no se da abasto para la avalancha que los requiere. En otras palabras, hay y no hay, al mismo tiempo.
En el panorama hay que sumar a los artistas que trabajan para el Estado y que están amarrados a los pagos irregulares de sus exiguos salarios. Con los nuevos contratos y sus renglones específicos muchos no tienen acceso a los servicios del IGSS y a las oportunidades que este puede significar para quien puede pagarlo. Por lo tanto, quedan en manos de lo que buenamente puedan pagar y allí es caer en otro infierno.
En el caso de Roberto, su familia y sus alumnos de teatro, entre otros, dieron la cara solidariamente, pero ¿qué pasa con los que no poseen la misma suerte?
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