Arana aspiraba a ser el candidato presidencial, pero su figura dividía criterios, sobre todo porque se temía que fuera más afín a dictaduras previas que a un gobierno democrático civil. Para los conservadores era el sucesor perfecto, pero cuando vinieron las reformas impulsadas por Arévalo entonces se convirtió en el posible caudillo de un nuevo golpe de Estado. Pero Arana deseaba ser un presidente electo y no otro Ubico o Ponce Vaides.
El coronel Francisco Javier Arana tenía mucha fuerza entre la tropa y el cuartel Guardia de Honor. El capitán Jacobo Árbenz tenía simpatías entre la oficialidad joven. Ambos formaron parte de la junta de gobierno que asumió el 20 de octubre de 1944 y que convocó a una nueva Asamblea Constituyente y dio continuidad al proceso eleccionario. Le entregaron el poder a Juan José Arévalo en 1945. Ante la falta de certeza para sus aspiraciones políticas, Arana, Jefe de las Fuerzas Armadas, removió a algunos oficiales fieles a Árbenz, ministro de Defensa. Este fue comisionado para detenerlo pero “murió” baleado en el operativo.
Sin embargo, cansado de evasivas de Arévalo y de rumores de mayor preferencia hacia Árbenz como candidato oficialista, el 17 de julio de 1949, Arana le planteó un ultimatum al mandatario, para que formara un nuevo gabinete con las personas que le indicara el alto mando del ejército. Casi un golpe de Estado.
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Arévalo le pidió unos días para organizar dicho cambio, pero en realidad ordenó a su ministro de Defensa, Arbenz que capturara al coronel Arana en su despacho para que el Congreso lo destituyera. Sin embargo, trascendió que Arana fue en busca de un arsenal almacenado en el antiguo chalet de Ubico en Amatitlán, el cual estaba destinado a fuerzas que combatían al dictador de República Dominicana, Leonidas Trujillo.
Arana conducía un vehículo jeep junto al camión con el armamento. Hay varias versiones de lo que ocurrió. Al pasar por el puente La Gloria, de Amatitlán, se detuvo porque había un vehículo con supuestas fallas mecánicas. Otra versión señala que el grupo comandado por Árbenz les marcó el alto. Este negó haber estado presente en ese operativo, pero que sí lo dirigía.
El objetivo era capturar a Arana. Se desató una balacera, en la cual el Jefe de las Fuerzas Armadas fue uno de los primeros en caer abatido. La Guardia de Honor se alzó en armas, pero no tenían un liderazgo claro por lo cual la sublevación fue apaciguada. Las sospechas recayeron sobre Árbenz quien negó la intención de matar a Arana, sin embargo el propio Arévalo señaló años después que su sucesor había sido el más beneficiado por aquella muerte, que dejó resquemores a lo interno de la institución.
Con información de Historia General de Guatemala/ Un muerto en el armario, Educación.ufm.edu / La muerte de Arana, Piero Gleijeses, Anuario Estudios, Escuela de Historia USAC 1994
SERIE HISTÓRICA (79)