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Los cuantiosos gastos coincidieron con una fuerte caída en los precios del café y la plata, lo cual tuvo un impacto devastador en la economía. Por si fuera poco, Reinita, -como le decían sus partidarios- cerró el Congreso y convocó a una Asamblea Constituyente en agosto de 1897 para prorrogar su mandato otros cuatro años, lo cual causó amplio descontento debido a la situación económica.
Se produce una insurrección en Quetzaltenango. Reina envía tropas y capturan al empresario Juan Aparicio y al alcalde primero Sinforoso Aguilar. El 13 de septiembre, el presidente ordena su fusilamiento. Le aconsejan que no los mate debido a que son muy queridos en la región. Según Rafael Arévalo Martínez, el presidente Reina habría ordenado suspender la sentencia la noche anterior, pero el primer designado a la nación, el licenciado Manuel Estrada Cabrera habría retrasado el envío del telegrama hasta que ya pena se había cumplido. Estas muertes en efecto generaron repudio.
El magnicidio
La noche del 8 de febrero de 1898, el presidente José María Reina Barrios regresaba por la 8a. calle, de la casa de la actriz española Josefina Roca, amiga suya y quien que se presentaba por aquellos días en el teatro Colón.
El mandatario caminaba seguido de dos militares de su Estado Mayor y un agente de Policía. En el pórtico de una casa, un desconocido le dijo: “¡Buenas noches!” A continuación le disparó al presidente, a quien le habría acertado justo en la boca cuando iba a responderle el saludo. El individuo corrió y detrás de él, los guardias. Un vigilante que hacía su ronda se percató de la persecución y lo derribó de un macanazo, dejándolo inconsciente. Sin embargo, al llegar al lugar, el policía que acompañaba al mandatario le disparó en la cabeza.
Esta ejecución sumaria, en lugar de detenerlo y llevarlo a juicio, dio origen a múltiples teorías de conspiración. El asesino fue consignado como Oscar Zollinger, un nombre que hasta la fecha se repite. Su verdadero nombre era Edgar August James Zollinger, de 32 años, británico, de origen suizo. Trabajaba como administrador de la finca Palmira, que pertenecía a la familia Aparicio.
El motivo del ataque habría sido vengar la muerte de Juan Aparicio. Zollinger viajó a la capital y se hospedó en el Hotel Germania, donde se registró como “Oscar” Zollinger.
Rafael Arévalo Martínez afirma que Estrada Cabrera no impidió el fusilamiento de los Aparicio, supuestamente por viejos rencores personales, pero a la vez porque supo que Reina Barrios estaba por relevarlo del cargo de Primer Designado a la Presidencia. Aquella misma noche del 8 de febrero, Manuel Estrada Cabrera se presentó a reclamar el cargo.
El victimario
Edgar Zollinger (no Oscar) nació en 1876 en Inglaterra, de familia suiza, y conoció a los hijos de Juan Aparicio cuando estos estudiaban en Sussex. Su situación económica era precaria y lo invitaron a venir a Guatemala para laborar en sus fincas. La misma noche que mató al presidente fue ejecutado cuando estaba inconsciente.
Con información de Ecce Pericles, de Rafael Arévalo Martínez; Historia General de Guatemala y “Disparos en la oscuridad”, artículo de Rodrigo Fernández Ordóñez publicado en educación.ufm.edu
Serie histórica (65)