Quienes añoran un empleo como el suyo no dejan de tener razón. Hay cosas gratificantes.
Esa es la parte más placentera de mis obligaciones profesionales pues he podido conocer diferentes ciudades y culturas y vivir experiencias que van desde quedar varada en aeropuertos europeos hasta creer que se vendría abajo el edificio donde estaba cuando, trabajando en Costa Rica, tembló muy fuerte estando en el noveno piso.
Desde luego tengo vivencias muy gratificantes, como la ocasión en que recorrí las costas italianas en auto, visitando potenciales distribuidores de las marcas que promociono. O los días que anduve por la campiña francesa, con una misión similar, llevando las notas del ron a los paladares acostumbrados al vino.
Pero, ¿cuál es la contraparte que desconocen?
Es un mito que se deba permanecer ebrio si se trabaja con bebidas espirituosas, es lo que las personas no ven. No todo se reduce a embriagarse. Sería imposible cumplir con los compromisos si fuera así. Además, la moderación es clave, como debe ser con todo licor y en el caso del ron más, porque es para realmente disfrutarlo de manera responsable.
¿Le queda espacio para el solaz?
Mis días comienzan a las cinco de la mañana, al preparar al menor de mis hijos y enviarlo a estudiar. Terminan en ocasiones a las dos de la madrugada, luego de asistir a eventos donde, después de los compromisos debo balancear los minutos extras que podría tener de distracción para afianzar lazos con bar tenders, mixólogos y distribuidores.
La agenda puede ser más demandante.
Sí, porque debo llevar ese ritmo dos, tres, o a veces más días, en especial cuando estoy en el extranjero. Después de un día lleno de reuniones, charlas de formación, eventos sociales, encuentros con medios de información y largas sobremesas, no importa a qué hora termine, al siguiente día debo estar en pie, lúcida, porque no puedo desatender mis obligaciones por nada.
Aun así, difícilmente se separa de las barras, ¿verdad?
Son sitios donde me siento muy cómoda porque doy rienda suelta a mis conocimientos de mixología. Veo una botella y lo que hay alrededor y de inmediato preparo diversos cocteles mezclando gaseosas o frutas. Si algo saben mis amigos cuando llego a una reunión, es que tienen garantizada una explosión de sabores en su paladar. Me gusta experimentar; hacer travesuras con el ron.
¿Cómo incursionó en el mundo del ron, considerada una bebida masculina?
He roto muchos paradigmas. En este mercado, en efecto, predominan los hombres. Somos pocas las embajadoras, y de Guatemala soy la única. El campo es muy exigente y no puedo estar desactualizada. La reciente vez que me he dirigido a una audiencia estaba conformada por 80 asistentes, todos del género masculino y conocedores del tema.
*****
Su designación como embajadora desde hace siete años es su más reciente responsabilidad. “Tengo tres trabajos”, dice.
El primero siempre será ser madre, faceta que la ha realizado plenamente como mujer. El segundo, desde el 2004 es la gerente de Los Añejos, un espacio puntual que reúne las marcas con las que trabaja y que cuenta con tres sedes, todas bajo su supervisión: zona 10, Aeropuerto La Aurora y Casa del Ron, en Antigua Guatemala.
El tercero es ser embajadora del ron.
Isabel tiene más 20 años trabajando para Industrias Licoreras de Guatemala. Hace casi 10 esta empresa formó a un grupo de empleados, del cual fue parte. Se capacitó para conocer el proceso de destilación del ron, desde su cosecha hasta su añejamiento. Cuando la firma buscó a la persona que se convertiría en el primer rostro en el campo internacional para hablar, capacitar, promover y conquistar nuevos mercados para el ron nacional, ella fue la indicada. Así se convirtió en la Global Brand Ambassador de la casa Botrán.
“¿Yo, pero mi formación ha sido en el área administrativa?, recuerda que dijo a sus jefes cuando le comunicaron la decisión. Para entonces llevaba más de una década en la licorería, alternando funciones de escritorio con las de relaciones públicas. El interés por este campo la llevó a formarse en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Francisco Marroquín, después de obtener una licenciatura en Administración. “Usted, con el carisma que tiene y lo convincente que es para hablar de nuestros productos, es capaz de venderlos a cualquier persona”, le contestaron.
Todos los estudios que ha tomado son, en apariencia, disímiles. ¿Alguna vez pensó que su currículo los reuniría?
Todos se complementan, y en la comunicación encontré la manera de integrarlas. En 1993 comencé mi relación laboral con Industrias Licoreras de Guatemala, antes había trabajado para el Gobierno, pero necesitaba ampliar mis horizontes profesionales, y atendí una oportunidad en la empresa donde he crecido las últimas décadas. Por varios años, antes de dar el paso de cambiar de ambiente, había querido ser embajadora, razón por la que estudié Diplomacia y Protocolo por dos años. Quería ser nombrada en un país y ser el puente con esa cultura y Guatemala.
Pero finalmente, aunque no como lo había pensado, terminó siendo embajadora.
Sí, y no solo ante una nación, trabajando en una misma sede y viendo temas diplomáticos como alguna vez pensé, pues los rones nacionales tienen presencia en más de 20 países y ahora llevo el nombre de Guatemala a todos.
*****
Ya sea detrás de la barra, cuando el ambiente se lo permite, experimentado con los sabores y texturas de las bebidas; o disertando en el extranjero y sellando alianzas con distribuidores; o supervisando, como toda madre, las tareas de sus hijos, así pasan los días de Isabel, quien considera que tiene un sombrero para cada una de sus facetas.
La experiencia, dice, le permite ahora alternarlos sin problema para hallar el equilibrio en todo lo que hace. Siempre tiene más de alguno puesto porque las tres aristas le son inherentes, va con ellas a todos lados, al igual que la maleta que llena con muestras de los rones que ofrece en su rol de embajadora trotamundos.
Armada con este equipaje es como conquista nuevos paladares, y lo hace con el mismo entusiasmo que antes solo sus amigos conocían en las reuniones sociales.
¿Recuerda cómo comenzó todo?
Hubo una época en que yo era quien llevaba la botella a las tertulias. Empecé a hacer catas con mis amigos. Y esa se convirtió con el tiempo en la carta de presentación que me llevó a escalar mejores posiciones laborales.
Ahora, más que nunca me valgo de mis conocimientos para preparar bebidas y sugerir cuáles pueden acompañar las comidas, tomando en cuenta la gastronomía de los países a los que viajo.
También cuento con formación en Alimentos y Bebidas, pero mi siguiente paso será estudiar para somelier, porque no puedo parar, por un lado el trabajo me lo exige, pero lo haré también porque el campo me apasiona. Si de algo no me puedo quejar en mi labor es que nunca me aburro de lo que hago.
¿Qué sugiere para degustar una copa de ron?
No existe una sola fórmula, una cualidad de la bebida es que combina con todo. Mis rones favoritos son: el blanco de reserva, que es un añejo, y el Solera. Este puede servirse con un trozo grande de hielo para refrescarla sin que pierda sus propiedades o con un toque de cítricos. El otro lo recomiendo para mezclar con gaseosas claras, agua de coco o jugo de piña. Preparar un ron tonic es una buena opción.