Actualmente tiene tres de los libros más vendidos en Guatemala: La travesía, Catalyst, gestión de cambio y La travesía del amor, además de ser uno de los fundadores, junto a Sergio Paiz y Juan José de Dios, de Bright Domino.
El concepto que lleva a los estudiantes a Bright Domino es una universidad corporativa. Asesoran a más de 150 organizaciones anualmente en Latinoamérica. Cuentan con un equipo multidisciplinario, expertos, académicos, consultores y empresarios de alto nivel en Guatemala y el mundo para desarrollar esta opción de formación empresarial enfocada en ofrecer fundamentos, estrategias y herramientas.
Julio Zelaya describe que su hogar fue una gran influencia en transformarse en la persona actual. De su madre, Beatriz, aprendió el gusto por estudiar y el amor por la academia, le entusiasmaba verla vestida con la toga de su maestría y doctorado y además admiraba que era escritora de libros de educación, mientras su papá, Julio Roberto, no se graduó de la universidad pero era un gran emprendedor y tenía negocios exitosos.
“Era como magia entre educación y emprendimiento y ambos me apoyaban en mis ideas; desde niño les decía que quería escribir y de grande que quería poner una universidad”, recuerda. “La mayor bendición que tuve es que siempre estuve claro en lo que me gustaba y quería”, agrega Zelaya.
Recibía un doble mensaje durante su adolescencia, porque sus padres le motivaban a hacer lo que le gustaba con esfuerzo y como servicio a los demás, mientras otros pensaban que soñar en proyectos como escribir un libro le llevaría a sufrir y a no tener qué comer.
Julio Zelaya. educador y emprendedor
Julio Zelaya. educador y emprendedor
Otro mensaje que escuchaba con regularidad era que la buena educación estaba fuera de Guatemala. “Siempre pensaba cómo nos desarrollaríamos como país si todo esta fuera de aquí, y siento que mi propósito tiene que ver con ese despetar de las personas”, agrega, y es una de las razones por las que el proyecto Brigth Domino cuenta con una selección de talentos y exitosos conocedores tanto de Guatemala como del mundo.
¿Sus proyectos están dedicados por completo a la educación?
Siento que mi propósito de vida tiene que ver con el despertar de las personas, que descubran sus propósitos y sueños. Mi vida trata de eso y actualmente también estoy en Fábrica de sueños, una organización que se dedica a generar fondos para democratizar la educación, para que las personas tengan lo mejor para su educación.
También está Bright Domino y trata de la enseñanza de managment con alianzas con parte de los mejores profesores del mundo con maestrías, diplomados y certificados. Otro negocio es Escolaris, un colegio con una alianza con Estados Unidos en el que se imparte High School.
¿Cómo ha sido el camino?
Nunca he tenido un sueldo fijo; desde niño y adolescente vendía cosas en el colegio. A los 18 años en la Asociación de Gerentes de Guatemala, Julio David Castellanos, director ejecutivo en esa época, me permitió hacer unas prácticas y llegué a ser asistente de profesores y dar clases.
Luis Alfonso Anleu fue uno de mis mentores en la enseñanza, recuerda. Uno no logra llegar a nadie sin otros y estas personas confiaron en mí y me permitieron avanzar. Luego otros profesionales me dieron otras oportunidades. Pero no hay historias sin grandes fracasos.
Cuando me gradué de la Universidad formé varias empresas dedicadas a la educación que llegaron a la quiebra, malas decisiones, y no sabía cómo administrar un negocio, cómo tener a las personas correctas junto a mí.
Me frustré, vendí mis empresas y decidí irme del país. Pero, no pude irme porque no me salió la visa para profesionales, así que me quedé en Guatemala sin una factura para vender un libro y fue una prueba de humildad.
Me divorcié y fue un momento muy fuerte, pero ese dolor me llevó a reflexionar que a veces el mayor propósito nace del mayor dolor. Ahí nació mi primer libro La travesía. Después Catalyst, gestión de cambio y La travesía del amor, de relaciones humanas y de cómo se reconstruye la vida.
Tuve períodos de mucha arrogancia donde me creía invencible y aunque era bien intencionado, tenía que vivir lecciones para tener los pies sobre la tierra.
¿Qué hace cuando se estanca en su vida?
Aplico dos disciplinas, la de la montaña y la de playa. La primera es que ante una situación difícil me aparto de la situación y lo veo en perspectiva, porque de lo contrario me angustio. Busco no estar en contacto telefónico o tener otros distractores para pensar con claridad. Me enfoco también en pensar que nada dura para siempre, ni lo bueno ni lo malo.
Lo segundo es la disciplina de la playa porque uno, al llegar ahí, en la arena se descalza y se toca la realidad. No solo es abstraerse sino atreverse a ver qué sucede, a tener una retroalimentación de los otros y estar también cerca de la realidad para hacer cambios. Siempre creo que lo mejor está por venir; si deseamos que así sea, está en nosotros escoger qué vamos a hacer con aquello que nos sucede.