La arqueología industrial o arqueología del trabajo nace para conocer de mejor forma las sociedades industriales pasadas y su contexto social, al estudiar los remanentes industriales, expone Rubén Larios, representante en Guatemala del Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial —Ticcih, en inglés—, el primer investigador en el país que utilizó el concepto desde el punto de vista arqueológico.
La arqueología industrial, como rama de especialización, estudia los procesos históricos de regiones cuyo paisaje ha tenido modificaciones a consecuencia de la instalación de plantas dedicadas a la transformación de materia prima. Aborda la temática mediante la recuperación de la información que proporcionan las evidencias materiales, analiza los objetos y la conexión que estos tienen con los grupos humanos que los produjeron y optimizaron su uso, indica Guillermo A. Chocano Alfaro. escritor e investigador independiente de cultura y artes.
Impacto social
El impacto que tuvo la Revolución Industrial —que se desarrolló entre 1760 y 1820—, en las sociedades del mundo de ese entonces y del actual, ha sido determinante para el estilo de vida de hoy. Por ello, estudiar la génesis de este proceso desde la perspectiva que la arqueología como ciencia social ofrece es imprescindible para tratar de comprender la historia del capitalismo, sobre todo, al abordar el tema de las relaciones de producción y las consecuencias sociales de estas, dice Larios.
Los remanentes de la industria pueden ser diversos, según su tipo, ya sea metalúrgicos, ferroviarios o petroleros, los cuales dejan evidencia tecnológica que aún se usa en la actualidad, indica el arqueólogo Jorge Roberto Morales Reynoso, vicepresidente de Ticcih Guatemala. También están las manifestaciones grupales —creaciones de sindicatos, leyes laborales u horario de ocho horas diarias—, espacios ganados desde el sector trabajador.
La manifestación arquitectónica también forma parte de cada sector industrial, con influencia en las tendencias artísticas de la época —como art decó o art nouveau—. También, la arqueología industrial ha tenido impacto en el área científica, desde el uso de la penicilina hasta la vacunación, que ha repercutido a nivel mundial, dice Morales.
Un poco de historia
El primer contacto de Guatemala con la industria de Inglaterra se efectuó a principios del siglo XIX mediante el comercio de algodones, pues los textiles de ese país inundaron el mercado guatemalteco e hicieron descender el precio de las telas en un 75%, o sea, de 12 a tres reales por yarda. Los fabricantes de textiles guatemaltecos no podían competir con los británicos en tales condiciones, indica la Historia General de Guatemala.
En enero de 1821, el Cabildo de la ciudad de Guatemala aprobó una propuesta de José Cecilio del Valle relativa al desarrollo industrial. En ella se pedía al gobierno otorgar privilegios y protección especial a las nuevas industrias nacionales.
Valle creía que los guatemaltecos, con la ayuda del gobierno, podían establecer fácilmente fábricas de papel y de vidrio.
La Sociedad Económica de Amigos del Estado de Guatemala mostró en 1831 el camino para promover la industrialización de Guatemala.
Consideró algunas formas de aumentar la producción, desarrollar nuevos productos industriales y agrícolas y mejorar, en general, las condiciones socioeconómicas del país.
En la década de 1830, el gobernante liberal Mariano Gálvez, sin duda, por influencia de la Sociedad Económica, aprobó la primera ley para el desarrollo industrial.
Luego de asumir el poder en 1871, los liberales ampliaron, codificaron y facilitaron los esfuerzos del gobierno para promover la industria guatemalteca. De 1876 a 1878, el gobierno otorgó privilegios exclusivos a 10 firmas manufactureras que abarcaban desde la producción de fósforos hasta la fabricación de ácido sulfúrico.
Desde 1871 hasta 1944, el gobierno guatemalteco aplicó tarifas proteccionistas, en forma selectiva, para ayudar a las industrias nacionales.
En Guatemala
La industrialización es un proceso, por lo que esta condición debe tomarse en cuenta al momento de su llegada a Guatemala. Si bien es cierto que hay datos históricos de producción de bienes con características protoindustriales durante la época colonial e, incluso, en la primera mitad del siglo XIX, es hasta el último tercio de ese siglo cuando surgen las primeras industrias cafetaleras, azucareras, de textiles o ferroviarias, entre otras, refiere Larios.
Entre estas, se puede destacar al conjunto histórico industrial —beneficio de café— Finca Chocolá, Suchitepéquez; Ingenio Azucarero San Jerónimo, Salamá, Baja Verapaz; conjunto histórico industrial de la antigua Estación Central del Ferrocarril y sus estaciones en el resto del país; instalaciones y equipo de Radio Panamericana; Tipografía Nacional de Guatemala; Imprenta Sánchez & De Guise —actualmente bajo la administración de la Municipalidad de la Ciudad de Guatemala—, y Museo de la Cinemateca Universitaria de la Universidad de San Carlos de Guatemala, refiere.
La mayoría de las grandes industrias llegan a Guatemala por la oportunidad de aprovechar los recursos naturales y minerales y, a partir de ello, empieza una introducción de capital nacional y extranjero, muchas veces, para la extracción de dichos recursos; por ejemplo, las fincas de plantaciones de café y el impacto que tuvo en la sociedad guatemalteca, al introducir el ferrocarril y sus diferentes líneas a través del la Costa Sur y oriente del país. Las importaciones y exportaciones empezaron a surgir como otra gran ventana de divisas para el país, señala Morales.
Otros procesos de industrialización servían de proceso económico a la región, como la Fábrica de Hilados y Tejidos Cantel, en el municipio de ese nombre, en Quetzaltenango, o Calzado Cobán, en San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz, indica Morales.
También, se puede mencionar a Caminos, dependencia estatal que al inicio del siglo XX realizó gran parte de la infraestructura vial y de puentes en el país, hasta la década de 1990, añade.
“Guatemala no es un país industrial, aunque tiene algunos modelos incipientes de tecnificación agrícola. Es con la Revolución Liberal —en 1871— que se instauran modelos de explotación de la materia prima, y el café es el primer producto que se sujeta a un proceso controlado de transformación”, indica Chocano Alfaro. “Pero Guatemala no era una industria de café comercializable como producto terminado —inclusive no lo es a la fecha—, sino una despulpadora de granos para exportación que satisfacía la demanda europea”, agrega.
Asociado al café, otros elementos tecnológicos industriales fueron implementados en Guatemala entre las últimas dos décadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX —ferrocarriles e hidroeléctricas, por ejemplo— y se dieron paralelos algunos procesos semiindustriales alternos, como la fabricación de harinas y azúcar, además del empaquetado de banano, afirma Chocano Alfaro.
Entre los lugares de referencia como patrimonio industrial, además de los mencionados, están las generadoras de energía de las hidroeléctricas nacionales, siendo la más importante la de Santa María de Jesús, en Quetzaltenango por su relación con el Ferrocarril de Los Altos, las dificultades para su construcción y la consecución de un capricho del dictador Manuel Estrada Cabrera (1857-1924), empecinado en su edificación, añade.
Un caso doméstico especial para el Occidente, dice Chocano Alfaro, se observa en los restos de ingenios harineros y la posterior instalación de molinos industriales en Quetzaltenango y San Marcos, que dan cuenta de una etapa productiva relacionada con el trigo, prácticamente desaparecida, que es forzada a rendirse con la eliminación de aranceles a la importación de harinas, establecida durante el gobierno de Álvaro Arzú y promovida por los productores estadounidenses. “Pese a que no pasan 30 años del fin de esta industria, los restos de los molinos, en su mayoría, han quedado cubiertos por la maleza y en el olvido”, asevera.
En el siglo XIX funcionaba paralelamente en Guatemala el ferrocarril, la fábrica textil Cantel, la empresa de jabones Köng Hermanos, la Cervecería Centro Americana y otras fábricas menores, expone Édgar Mendoza, en su artículo Arqueología industrial en Guatemala: Chocolá (1891-1942) (2005). Así mismo, había una industria de fabricación de papel, tabaco, azúcar —ingenios—, textiles, metales, madera y, especialmente, de producción de café, siendo todo esto un material importante para la arqueología industrial, pues mostraba la importancia de la importación de maquinaria para un crear un determinado producto o para repuestos de las máquinas. A partir de 1920, se incrementa la importación de maquinaria estadounidense desplazando paulatinamente a la alemana, refiere Mendoza.
Protección
La forma en que se producen los objetos que una sociedad utiliza en un determinado tiempo es única e irrepetible; por lo tanto, los remanentes que de ella lleguen a nosotros contienen implícitamente no solo formas de producción específicas, sino que se convierten en reflejos de modo de vida. De ahí radica la importancia de velar por su conservación, dice Larios.
“En nuestra legislación existe una ley para la protección del patrimonio cultural que, de alguna manera, contempla la importancia de los vestigios tecnológicos, pero no hay legislación especial para el patrimonio industrial”, señala Larios.
Fue en Estocolmo, Suecia cuando en 1978 se crea a nivel mundial la Ticcih como una organización adscrita a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y en mayo del 2016 arqueólogos industriales guatemaltecos se adscriben de manera formal al referido organismo, dedicado a promover la cooperación internacional para preservar, conservar, investigar, documentar, interpretar y promover la educación del patrimonio industrial. Su página web es .ticcihguatemala.org.
Desde el 2008, Arqueólogos Industriales de Guatemala, asociación aliada de Ticcih, ha organizado distintos eventos académicos para divulgar el patrimonio industrial en el país.
En el 2019 se desarrolló el IX Coloquio sobre Patrimonio Industrial, y Guatemala fue sede por primera vez de esta actividad a nivel latinoamericano. Además, se han dictado conferencias en universidades sobre este tema.
Grandes industrias
Industrias de diversa índole fueron pioneras en Guatemala. La primera industria importante que se estableció en Guatemala fue la Fábrica de Hilados y Tejidos Cantel, en 1874. Luego, surgiría la Cervecería Centro Americana, en 1886; la Empresa Eléctrica de Guatemala, en 1894, y la fábrica de Cementos Novella, en 1897, afirma la Cámara de Industria de Guatemala en su sitio web.
La Fábrica de Hilados y Tejidos Cantel, en Quetzaltenango, fue fundada por Francisco Sánchez, en 1874, un acaudalado terrateniente y amigo de Justo Rufino Barrios, de quien obtuvo el derecho exclusivo por 10 años para establecer la fábrica en el sitio en que se construyó la primera industria rural de Guatemala.
En 1886, Mariano y Rafael Castillo Córdova, fundaron la Cervecería Centro Americana. Ayudados por técnicos y maquinaria procedentes de Alemania, Castillo Hermanos creía que era posible mejorar la calidad de la cerveza guatemalteca, indica la Historia General de Guatemala. En 1885, el gobierno les concedió el privilegio exclusivo de producir cerveza con tecnología alemana importada. En 1896, los Castillo habían establecido una de las empresas más avanzadas en el orden tecnológico y más altamente capitalizadas del país.
Otra gran inversión alemana de infraestructura tuvo sus inicios cuando el gobierno otorgó en 1894 a Enrique Neutze, representante de la Empresa Eléctrica de Guatemala, mayoritariamente de capital alemán, la concesión de un proyecto para construir una planta de energía eléctrica en las cascadas del Río Michatoya en Palín. Los trabajos de construcción de la presa finalizaron en 1897, año en que empezó a suministrar el alumbrado público a la capital.
En 1897, Carlos Federico Novella Klée y varios asociados guatemaltecos compraron La Pedrera, una finca grande situada en las afueras de la ciudad de Guatemala, que contenía abundantes depósitos de piedra caliza. La compañía compró maquinaria primitiva y comenzó a producir cemento en 1901. Aquélla fue la primera industria de cemento de toda Latinoamérica, ahora, Cementos Progreso.
Origen
- Los primeros trabajos de arqueología industrial surgen en la primera mitad del siglo XIX en Europa, pero es hasta mediados del siglo XX, cuando el término toma fuerza con una publicación en Inglaterra titulada El historiador amateur, de Michael Rix.
- En Guatemala, el primero en utilizar el término fue el doctor Édgar Mendoza, en 1988, en un artículo del Boletín de la Escuela de Historia de la Usac.
- Fue en el 2007, con la presentación de la tesis de licenciatura de Rubén Larios, que el concepto se utiliza de acuerdo con el método arqueológico.
- En el 2008, Larios, junto a Mendoza y varios estudiantes, organizan el I Encuentro sobre Patrimonio Industrial, que sirvió de plataforma para la consolidación del tema en el país.