*Médico y cirujano
Desde hace medio siglo sor María Nicolasa vive entregada al servicio de la juventud.
En la vida ocurren situaciones desagradables que cambian radicalmente la vida de quien las vive e, incluso, impactan en la de los demás. Este el caso de sor María Nicolasa Melgar, hija de la Caridad de San Vicente de Paúl, quien vive en Chiquimula desde hace 32 años.
La religiosa es muy querida en esta ciudad porque es alegre, cariñosa y servicial. Se le conoce como “la hermana de la muleta”, porque emplea uno de estos artefactos para caminar, lo que no le ha limitado para ser un testimonio de superación personal y de entrega a los enfermos, pobres y marginados.
Forma parte de la comunidad de hermanas Hijas de la Caridad de la Casa Inmaculada, quienes prestan sus servicios en el Hospital Modular de esa cabecera, pero su labor más grande la ha llevado a cabo a lo largo de 32 años con los jóvenes.
Varias generaciones la conocen porque las ha animado, escuchado y guiado en el camino de la fe y el seguimiento de Jesús. Educó a muchos que con el tiempo se casaron y hoy hace lo mismo con los hijos yhasta los nietos de esas parejas.
“La hermana de la muleta” nació en el pequeño poblado de Menjívar, cerca de Ilobasco, Cabañas, El Salvador, hace 72 años. Comenzó su vida religiosa el 10 de agosto de 1966, cuando ingresó a la Compañía de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, por lo que recién cumplió 50 años dedicados a los fieles cristianos.
Su vida cambió en enero de 1983 cuando regresaba a El Salvador de un retiro en Nicaragua y el autobús donde viajaba sufrió un percance y como cauda le amputaron la pierna derecha.
A partir de esta vivencia comenzó un largo camino en lo físico y lo emocional para sobreponerse con la fuerza espiritual, que según ella, le dieron el Señor Jesús y su Santísima Madre María.
Arribó a Chiquimula en 1984 donde es catequista de niños y jóvenes. Enseña la liturgia en las áreas urbana y rural. Ella y las demás hermanas de su comunidad dan vida a las palabras de sus fundadores: “La Caridad de Jesús Crucificado nos apremia”.
Además, sor Melgar es dueña de una hermosa voz de soprano con tintes angelicales.