Revista D

Noé y Sergio Rodríguez: artesanos del tiempo

Noé Rodríguez se dedica a la relojería desde hace más de 50 años. Su hijo, Sergio, se unió al negocio para innovarlo y hacer crecer la tradición familiar.

Noé y Sergio Rodríguez se dedican a la relojería por pasión. (Foto Prensa Libre: cortesía Relojería Don Noé).

Noé y Sergio Rodríguez se dedican a la relojería por pasión. (Foto Prensa Libre: cortesía Relojería Don Noé).

La relojería es un oficio que requiere de mucha paciencia y exactitud, las piezas diminutas hacen que se necesite de buena visibilidad. Al observar todo el sistema y su funcionamiento hacen que, sin duda, la persona aprecie más el tic-tac que escucha desde su puño o pared.

Noé Rodríguez llegó a la relojería quizá por casualidad, o por destino hace más de 50 años. Después de tener varias profesiones, como ser árbitro federado de fútbol, trabajó en una barbería. Mientras se dedicaba a este oficio, un día en los que la clientela fue baja, platicó con otra persona acerca de lo rentable del negocio, por lo que nació la idea de que aprendiera a reparar relojes. El objetivo era que recibiera los relojes de los clientes y luego se los compartía a un conocido que sí sabía repararlos.

Sin embargo, don Noé, como es conocido por sus clientes, se dedicó a aprender de relojería. Además de entregar los relojes para su reparación, se quedaba horas observando cómo lo hacían. Así comenzó a tomar las herramientas y a poner en práctica lo que le enseñaban. Cuando se sintió preparado cerró la barbería y comenzó su propio negocio de reparar relojes.

Sergio, su hijo mejor, creció viendo a su papá rodeado de piezas diminutas y distintas herramientas, con sus anteojos y una luz directa que le ayudaban a lograr que los relojes volvieran a funcionar. Después de graduarse como publicista, sufrió una crisis económica, por lo que decidió unirse al negocio de su papá e innovar la relojería. Ahora, ambos, se dedican a este oficio que los llena de satisfacción porque en la “Relojería Don Noé” no solo se presta atención al tic tac de cada reloj, sino que se escucha su historia.

Noé y Sergio Rodríguez desde marzo aproximadamente iniciaron a prestar sus servicios a domicilio. Ahora, aparte del taller, tienen un local de recepción de relojes de todo tipo: de pulso, batería, Cucú, péndulo, entre otros. También desde su página de Facebook, Relojería Don Noé, publican los relojes que tienen a la venta.

¿Cómo se describe el oficio de un relojero?

Es un trabajo de mucha paciencia y de paso a paso. Se hace de todo, desde cortar la pulsera, cambiar la batería, que es lo más simple, hasta tomar piezas de varios relojes y armar uno nuevo. También es común que presenten fallas por suciedad, oxido o por falta de lubricante. Entre los problemas que hemos corregido es cuando se para el fechador o que no caminen cuando uno está en movimiento, como lo hacen los relojes automáticos.

El oficio de la relojería se caracteriza por ser preciso y diminuto. (Foto Prensa Libre: cortesía Relojería Don Noé).

Debido a que en Guatemala no hay un mercado específico de relojes como para que nos envíen las piezas, nos las tenemos que ingeniar y ser creativos para resolver los problemas, porque hay muchas piezas que las tenemos que fabricar.

¿Es difícil encontrar las piezas para repararlos?

En algunos casos sí. A veces encontramos las piezas en Internet y las mandamos a traer, entonces no hay problema. Pero hay otras que no las encontramos o son muy caras, como una pieza muy pequeña que se llama “suspensión” y es la que une el péndulo con la máquina de los relojes de pared. Esta cuesta aproximadamente doscientos quetzales, pero no está hecha del material correcto, entonces preferimos hacerla nosotros. Improvisamos con materiales cotidianos, como hojas de una rasuradora. Así nos toca ser creativos y crear nosotros las piezas.

¿Existe mucha diferencia entre los relojes que se producen ahora y los de antes?

Sí, los que se fabricaron antes eran mejor. Los relojes, aunque fueran sencillos o baratos, eran de buena calidad. Hemos recibido relojes de los años 80 y los hemos logrado reparar, porque su daño es leve. Pero ahora las piezas son desechables, entonces los que son a bajo costo es difícil que tengan reparación.

Además, ahora existe mucha imitación y estafan a las personas. Les dicen que son relojes finos de marcas caros y no es así. Si bien la relojería actualmente se sigue apreciando, el costo es mucho más alto. Antes un buen reloj costaba quizá mil quetzales, ahora están entre ocho mil.

¿Las personas valoran igual los relojes que antes?

La relojería es un gusto adquirido. Cuando se es pequeño a uno le gustan los que tengan más dibujos o nuestra caricatura favorita. Después, quizá en la adolescencia, nos dejan de gustar los relojes o si usamos no dimensionamos la pieza que llevamos en la muñeca. Pero, cuando se es adulto se valora más su diseño, función y la ingeniería que tiene adentro. También se aprecia la trayectoria de las marcas. Considero que las más apreciadas son las suizas.

¿Cuáles son las mejores marcas, según sus conocimientos?

Esto variará según los gustos de cada persona. Para nosotros las tres marcas que más nos gustan son: Omega, Rolex y TAG Heuer porque son íconos de la relojería, no solo por su calidad e historia, sino por el impacto que han generado a nivel mundial.

Cada reloj antiguo, para los dos relojeros, cuenta una historia diferente porque, además de su trayectoria como marca, tiene vivencias con sus dueños. (Foto Prensa Libre: cortesía Relojería Don Noé).

Aunque no sepa de relojes, pero le preguntan alguna marca, quizá la primera que piense es Rolex. Esta ha sido usada por muchas celebridades, es fácil de reparar porque sus piezas son de fácil acceso y tiene una relojería de alta gama de 1940.

La marca Omega nos gusta por su historia. El primer reloj que usaron en el espacio pertenecía a ellos. Además, tienen un modelo que fue el primero que sumergieron al agua por mucho tiempo. Entonces, a nivel cultural, han estado en momentos claves de la historia.

De los TAG Heuer lo que más nos gusta es su diseño. Tienen un modelo Mónaco que se caracteriza por ser deportivo. Además, la maquinaria que utilizan también es muy fina y tiene acabados de admirar.

Ahora con los relojes inteligentes, ¿consideran que el oficio de la relojería está en peligro de extinción?

No. Los relojes inteligentes son como pequeños celulares, no le hacen competencia a un reloj normal. Es decir, sí tienen sus beneficios como indicar el ritmo cardiaco, hasta el nivel de oxígeno y está bien. Pero un verdadero reloj es como una obra de arte, para quienes lo adquieren tiene un valor diferente, porque más allá de su función de dar la hora, se admira cómo todas las piezas funcionan en conjunto para que suene el tic tac.

Sí hay varios oficios que en Guatemala están en peligro de extinción, pero consideramos que nosotros no estamos en esa categoría. Además de los relojes de pulso también vemos relojes de pared y a esos se les tiene un apego sentimental, sobre todo si tiene muchos años en la familia. A varios les recuerda a su abuelo o a sus padres, por lo que siempre buscan arreglarlos.

 ¿Cuáles son las recomendaciones para comprar un buen reloj?

En primero lugar, que la compra sea en una tienda de confianza. Si no lo es, entonces pedir garantía para que pueda llevarlo con un relojero y verifique que sí vale el precio que le piden. Lo ideal es que sea una marca de relojería conocida, porque ahora, con las imitaciones, han aparecido varias, pero o no hay repuestos o son muy caros, entonces su tiempo de vida se verá limitado.

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