Algunos hogares de familias acomodadas importaron radiorreceptores de onda larga. Alrededor de estos aparatos se reunían para escuchar noticias y música de Estados Unidos, México o de América del Sur.
Los aficionados de menos posibilidades fabricaron radios artesanales. “aquellos curiosos aparatos hechos con circuitos regenerativos accionados por múltiples baterías. Las trompetas de los antiguos fonógrafos servían para escuchar los lejanos ritmos del jazz”, cita el artículo Primeros tiempos de la radiodifusión en Guatemala, de Julio Caballeros Paz, publicado en el desaparecido diario El Imparcial, en 1953.
En ese ambiente, Caballeros Paz, entonces director de radio y jefe de la Estación de Radiotelegrafía, experimentó con el ensamblaje de las futuras emisoras de onda larga y corta, hacia 1929.
Caballeros Paz nació en 1897, en el cantón Agua Caliente, Totonicapán. Arribó a la capital para inscribirse en la Escuela Central para Varones, pero ya no había cupo, de esa cuenta optó por estudiar en la Escuela de Telegrafía. Poco tiempo después, continuó su formación en radiotelegrafía, cuentan sus hijos Romeo y Beatriz Caballeros.
Artesanal
“Concebí la idea de construir una radiodifusora, por lo que comuniqué mis propósitos al director general de telégrafos y este los trasladó al presidente Lázaro Chacón, quien demostró gran entusiasmo”, escribió Caballeros Paz en El Imparcial.
A falta de equipo, Caballeros Paz fabricó los aparatos en casa. Fueron tres meses de trabajo en los que experimentó con sartenes, ollas, bandejas de aluminio y transformadores eléctricos, entre otros enseres.
El momento de probar el equipo llegó. Parado en un tablero de motores, los encendió y aplicó la alta tensión. “Pero inmediatamente brotaron chispas de bobinas y condensadores”, relata Caballeros Paz en su artículo.
No se dio por vencido y lo intentó una vez más. Con algo de temor, aplicó la alta tensión y los aparatos funcionaron correctamente. Esa noche —no se sabe la fecha exacta— obtuvo comunicación en la primera prueba a distancia con dos aficionados de Estados Unidos.
A última hora se dio cuenta de la necesidad de un micrófono. Decidió fabricarlo, para lo cual utilizó seis cápsulas telefónicas, las cuales acopló sobre una tabla cuadrada de tres capas. Esto lo montó sobre un pedestal de latón y una base de madera.
La voz nacional
A las 20 horas de ese día, salió al aire la primera emisión con un concierto de artistas nacionales. Caballeros Paz dedicó el solemne acto al presidente Lázaro Chacón. Entre sus primeras palabras esbozó lo que sería el slogan característico de esa radio: “La voz de Guatemala, país de la eterna primavera, donde se produce el mejor café del mundo”.
El concierto, transmitido a nivel nacional e internacional, tuvo un éxito rotundo. La crónica de El Imparcial narra cómo en las casas que tenían aparatos radiales, los sacaron a la calle y la muchedumbre se aglomeró en algunos puntos de la ciudad, ansiosa de escuchar la primera transmisión.
“Ciertamente, Guatemala solo escuchaba, no tenía voz”, refiere su hija Beatriz.
“La TGW fue un empuje económico, comercial, artístico, publicitario. Tuvo un auge tremendo”, comenta Romeo Caballeros. Poco después comenzó el primer radioperiódico, del diario El Tiempo.
Condecorado
De acuerdo con sus hijos, Caballeros Paz trabajó durante 36 años en este oficio, hasta jubilarse, en 1948.
El 15 de enero de 1964, fue condecorado con la Orden del Quetzal en el grado de Oficial. Seis meses después, falleció.
Sus hijos lo recuerdan como una persona autodidacta que siempre se preocupó por continuar sus estudios a distancia.
A partir de 1930, aumentó el número de radiodifusoras privadas en el país y con ellas los radioperiódicos. Hoy la radio sigue siendo un medio de comunicación importante.