Revista D

Los secretos de San Miguel Dueñas

 La plaza central del poblado se llena de devotos cada 29 de septiembre, el día de San Miguel Arcángel. (Foto Prensa Libre: Esbin García)

 La plaza central del poblado se llena de devotos cada 29 de septiembre, el día de San Miguel Arcángel. (Foto Prensa Libre: Esbin García)

San Miguel Dueñas, municipio de Sacatepéquez, está custodiado por los volcanes Agua, Fuego y Acatenango. Rodeado de veredas y protegido por San Miguel Arcángel, su santo patrono.

Pero el encanto de este pueblo guatemalteco va más allá de su fresco verdor y tierras aptas para el cultivo de flores y granos como el maíz, frijol o frutos como la macadamia. Sus tradiciones  y leyendas le ofrecen ese toque dulce que todo turista sabe apreciar.

 El lugar fue asentado en la tercera década del siglo XVI y  tomó el nombre, según Francisco Antonio Fuentes y Guzmán en su Recordación Florida, de don Miguel Dueñas, hermano de don Diego, el del lavado de Dueñas. “El pueblo que se conoce como Milpas de Dueñas se estableció y fundó por la piedad y buen gobierno del Adelantado don Pedro de Alvarado, que señaló el territorio y servicios de los indios que se juntasen en él para labranzas y milpas de las pobres mujeres viudas de los  conquistadores que murieron en la toma del peñol de Jalpatagua y otras partes”, cita el documento.

Desde aquellos años tomaron como patrono a San Miguel Arcángel, el llamado  también “príncipe de los espíritus celestiales”, quien  desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio. El conquistador de Lucifer.

 De esa cuenta sus parroquianos lo veneran y le solicitan favores todos los días del año. Eso sí,  el 29 de septiembre, fecha de la celebración patronal, echan la casa por la ventana y el pequeño poblado se transforma en un guateque y el retumbo de las bombas de pólvora  anuncia, más allá de sus fronteras, que San Miguel está de fiesta.

El jolgorio comienza 20 días antes con las Entraditas de San Miguelito. Cuenta José Agustín Ortiz (55 años), mejor conocido  como don Tin, que San Miguelito, una pequeña imagen que representa a San Miguel Arcángel, apareció por el año 1600 sobre una piedra en un cantón.

 “Mi abuelo me contaba que a él le contaron que  cuando se dieron cuenta de este hecho tomaron la imagen y la llevaron a Ciudad Vieja para entregársela al padre, pero al día siguiente apareció de nuevo en aquella roca”, añade.

Desde entonces San Miguelito pasó a manos de una de las cofradías y días antes de la gran fiesta en su honor visita la casa de 20 familias, que con grandes pompas lo reciben.

“Hace un año supimos que Él vendría a nuestra comunidad y por eso le preparamos este altar y le rezamos. También hay mucha comida y  música, porque estamos  felices”, cuenta uno de los integrantes de la comunidad Grupos unidos por las bendiciones de San Miguelito.

“Le agradecemos, agrega, que nos preste la vida y salud para que podamos trabajar y así cuidar a nuestras familias”.

 La velada antes del gran día, es decir, del 29 de septiembre, se lleva a cabo en el reducido espacio que ocupa la plaza central, la cual es copada por los fieles devotos que esperan al son de la música el alba para que San Miguel Arcángel salga de la parroquia en  procesión y recorra, entre juegos pirotécnicos, las calles del municipio.

Tras la celebración religiosa, el jolgorio se apodera de toda la localidad y las fiestas amenizadas por grupos de marimbas no se hacen esperar.

Cascadas  y flores

Por San Miguel Dueñas corren tres ríos: Guacalate, Choy y Ramuxaca. Es este último, en la parte de La Rinconada, un área montañosa donde se puede respirar el verdor de su bosque húmedo, donde los senderistas encuentran, tras haber caminado por varios kilómetros por  su escabrosa ribera, algunas cataratas.

 Para llegar a la más cercana, primero se transita, en un vehículo todo terrero, por una estrecha ruta de terracería que cruza una finca privada de cultivo de café. Luego de aventurarse a pie unos dos kilómetros por el bosque, y sortear una serie de subidas y bajadas dentro de la montaña, caminata que dura aproximadamente unos 40 minutos,  la recompensa llega. La brisa de la caída de agua, de unos seis metros de altura, alivia el calor y ofrece imágenes de colección.

Para hacer este paseo es necesario solicitar una autorización municipal con  por lo menos 15 días de anticipación y por  ningún motivo hacer el periplo sin el profesionalismo de un guía y guardias de seguridad.

Otra parada obligatoria es la finca Valhalla y sus nueces de macadamia. La visita a sus plantaciones orgánicas, y la oportunidad de un pequeño facial con productos cosméticos producidos con este fruto seco, son gratis. También cuenta con un restaurante al aire libre.

San Miguel Dueñas, a tan solo 56 kilómetros de la Ciudad de Guatemala, (desde Antigua Guatemala por la ruta nacional 14) es, sin duda, una caja de pandora que está lista para abrirse cuando el visitante lo desee.

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