A esta metrópoli arribó el guatemalteco Kevin González hace cuatro años. Después de graduarse de Ingeniero en Sistemas, por la Universidad del Valle de Guatemala, compró un boleto a China.
“Llegué con la mentalidad de crecer a nivel profesional y definitivamente mis alianzas con las empresas de China han sido clave para mi objetivo”, explica.
No hablaba una sola palabra de mandarín y todo lo que tenía en sus bolsillos eran US$ 4 mil que había ahorrado.
Trabajaba en su apartamento. Al poco tiempo conoció a unos empresarios colombianos a quienes les ofreció una tablet PC a la que llamó Molvu y con lo que cerró su primer negocio por US$100 mil.
A esta venta le siguieron otras con compradores de India y Perú.
El secreto de este dispositivo, el cual lleva el mismo nombre que la fábrica que fundó, es la producción de cantidades mínimas en variedad de colores, algo que los grandes empresarios no podían ofrecer.
Durante esos primeros meses empezó a aprender mandarín y acudía a las reuniones de sus vecinos del edificio donde vive. Fue cuando se percató que muchos fabricaban pequeñas partes que él necesitaba, desde tornillos y baterías hasta pantallas y placas electrónicas.
Vivir en China
En marzo del 2013, a los pocos meses de haber comenzado con la fabricación manual de sus tablet, invirtió en un espacio en la feria de electrónicos en Hong Kong. Eso fue determinante para expandir el negocio, cuenta González vía correo electrónico desde China.
El día de la conversación con revista D, recién regresaba del taller que instaló a 30 minutos de su casa. En este trabajan entre 20 y 40 operarios.
Al día siguiente debía enviar un contenedor con sus productos hacia Guatemala.
El comienzo no fue nada fácil, González y tres operarios chinos más revisaban, una por una, cada tablet en un cuarto de 5 x 5 metros. En ocasiones pasaron noches sin dormir.
Andrea Meneses, la esposa de González, abogada de profesión, impartió clases de inglés mientras aprendía mandarín y terminó por hacerse cargo de la promoción y el mercadeo de la fábrica.
Su pequeño hijo pasaba casi todo el día en el colegio pues, en China, el horario está diseñado para padres que trabajan.
“Una vez, recién llegados a este país, mi hijo se dislocó el codo y lo llevamos a un hospital, en ese entonces no hablábamos nada de mandarín, así que nos tocó que explicar con señas”, recuerda González.
Con el tiempo Guillermo J. Alfonso R, quien conoció a González en uno de sus primeros trabajos, se convirtió en su socio comercial. En la actualidad Molvu opera desde China y envía los productos a Guatemala, Estados Unidos y El Salvador.
También APPS
Diego Larios Castañeda fue compañero de González desde el primer año de universidad, ahora es quien se encarga del desarrollo de Picaspi, una aplicación móvil que permite desarrollar revistas con audios en lugar de textos, “es una audio revista”, explica Larios.
“Los teléfonos inteligentes hacen eso, pero como si fuera un robot. En el caso de Picaspi, hay locutores que leen los artículos y suben los audios. El usuario puede escuchar hasta 30 noticias”, agrega.
Recientemente crearon otra APP, la de Picaspi Locutor, con la que una persona puede grabar noticias o artículos para Picaspi.
En el 2016 Molvu se prepara para lanzar un reloj y teléfonos inteligentes. También pretende incursionar en la era de los drones.
Además, proyecta montar una ensambladora de tablet en Guatemala que tendrá “el diseño y look chapín con contenido nacional (apps, música, fotos) . Vamos a crear alianzas con universidades y colegios. Queremos generar empleos de medio tiempo para estudiantes”, adelanta con entusiasmo este emprendedor.