En medio de la oscuridad lo primero que se nos ocurre, casi por reflejo, es guardar silencio para escuchar con atención en cuál de nuestras orejas merodea el zancudo, para con un manotazo terminar con la amenaza. Sin embargo, esto se queda solo en un deseo, porque es difícil vencerlo inmediatamente.
Pero ese silbido no significa que alrededor de nosotros esté el temible Aedes aegypti, transmisor de esos males. Las molestias, a cualquier hora, pueden ser provocadas por uno de las, aproximadamente, “139 especies que se han descrito en el país”, de acuerdo con la bióloga Soledad Rodas, del Laboratorio de Entomología Médica del Centro de Estudios en Salud de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG).
Lo más probable es que el insomnio sea por la culpa de un zancudo del género culex pipiens o mosquito común, cuya pinchadura solo provoca dolorosas ronchas, aunque en la actualidad científicos brasileños investigan una segunda especie de estos bichos que podría transferir esos virus.
Según la bióloga, entre las principales especies de importancia médica están el Anopheles spp. (An. albimanus: principal vector de la enfermedad de la malaria), Culex spp. (Culex quinquefasciatus: principal vector del Virus del Oeste del Nilo), y Aedes spp. (Ae. aegypti y Ae. albopictus: vectores de los virus zika, dengue y chikungunya).
“Es importante resaltar que no todos los que pican trasladan enfermedades, solo los que están infectados”, aclara la especialista de la UVG.
Círculo de Vectores
Las palabras zancudo y mosquito se emplean como sinónimo para nombrar a las especies que pertenecen a la familia de insectos Culicidae (Culícidos), “pero solo una pequeña parte de todas las especies transmiten virus, si lo comparamos con la amplia diversidad que existen”, explica la bióloga.
Este pequeño grupo es peligroso porque contagia males que ponen en riesgo a millones de personas en el mundo, sobre todo en países asociados a la pobreza. “La mayor incidencia se registra en zonas urbanas, donde no hay agua potable y mala disposición de la basura”, indica el médico Arturo Sánchez López, especialista en control y previsión de enfermedades transmitidas por vectores.
El experto explica que a estos a mosquitos se les cataloga como vectores porque pueden traspasar virus o parásitos de un humano o animal a otro. En otras palabras, un zancudo que pica a un humano o animal contaminado puede recoger un virus con la sangre que chupa. El zancudo y el virus no se causan daño, pero el virus se reproduce en el interior del mosquito y luego lo transmite a otros seres humanos.
Estos bichos acostumbran reposar en lugares oscuros y tranquilos en el interior de las viviendas, especialmente en las habitaciones, baños y cocinas. Les encanta posarse en los muebles oscuros, tras las cortinas y en la ropa colgada dentro de los armarios.
¿Por qué zumban?
Una característica que pocos sabemos es que la única que zumba es la hembra, porque necesita alimentarse de la sangre humana para obtener las proteínas que les permitan incubar sus huevos. Si no encuentran humanos, se pueden alimentar con la sangre de otros mamíferos.
Antes de aterrizar para extraer la sangre, suelen dar vueltas alrededor de donde pretendemos dormir o descansar y el sonido lo emiten sus alas delgadas al batirse rápidamente durante el vuelo. Ese ágil movimiento produce el sonido que suele desvelarnos.
Para succionar la sangre están dotadas de una trompa delgada (probóscide) que emplean para perforar la piel del mamífero y beber su sangre, proceso en el que el mosquito introduce saliva para facilitar el paso de la sangre, y que es la causa de la comezón luego de la picadura.
Mientras la hembra merodea en la oscuridad, el macho reposa en cualquier lugar, gracias a que durante el día se nutre del néctar de las flores. Además, si se posa sobre la piel de un humano, por más que aplique su probóscide, nunca llegará a atravesarla, por lo que no chupa sangre.
¿Cómo elige a su víctima?
Las hembras poseen mecanismos naturales que les permiten detectar su objetivo. En su cabeza y en las antenas, principalmente, tienen receptores. Algunos de los indicios que persiguen son el calor corporal, la humedad y las emisiones de dióxido de carbono que exhalamos al respirar, entre otros atractivos.
Uno de los misterios que aún no se ha resuelto es ¿por qué cuando hay un grupo de personas, los bichos no se ensañan contra todos por igual? Algunos científicos consideran que se debe a los olores que producen ciertos genes.
Esa fue una de las conclusiones a la que llegaron investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, con la colaboración de la Universidad de Nottingham, Rothamsted Research (Reino Unidos) y la Universidad de Florida (Estados Unidos).
La investigación explica que las personas menos llamativas para los mosquitos producen repelentes naturales que, al parecer, son controlados genéticamente. Eso explicaría porque algunas personas son más propensas a que se “las coman los mosquitos”.
Otro ejemplo planteado por los investigadores es que las mujeres embarazadas son más atractivas para el mosquito de la malaria, en África, mientras que las personas con sobrepeso llaman más la atención a los mosquitos y los jejenes.
El temible tigre
Pero el más peligroso del mundo de los dípteros —orden que abarca moscas y mosquitos— es el Aedes aegypti, porque transmiten el zika, el dengue, el chincungunya y la fiebre amarilla. Es fácil identificarlo por sus escamas plateadas intercaladas con negras “que le dan el aspecto de un delicado tigre volador, aunque la fama de su nombre viene por ser el portador de la fiebre amarilla”, explica el científico Jack Colvard Jones, autor del libro Comportamiento alimentario de los mosquitos.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los departamentos donde se registran las mayores cantidades de casos de contagio por Aedes aegypti son: Izabal, Zacapa, Petén, Chiquimula, Escuintla, Jutiapa, Zacapa y Santa Rosa.
Una de las características del Aedes es que, contrario a la idea que prevalece entre los guatemaltecos, sus hábitos son diurnos. Por lo general, se alimenta entre las 6 y 8 y las 16 y 18 horas. “Es en este horario cuando las personas deben tener mayor cuidado para evitar ser picadas”, advierte Sánchez López, quien también es consultor internacional en el tema de vectores.
El Aedes aegypti puede picar a una gran variedad de vertebrados, pero prefiere al humano y puede hacerlo en más de una ocasión entre cada ovipostura —cada vez que deposita huevos—, sobre todo si son perturbadas antes de llenarse, lo cual aumenta las probabilidades de ingerir sangre de varias personas y transmitir los virus.
Sánchez López dice que la hembra de esta especie vive hasta seis semanas y deposita 150 huevos cada tres días, mientras que el macho solo vive una semana.
Se reproduce en espacios artificiales urbanos, como terrenos baldíos, cementerios y basureros o en domésticos, como llantas, jarrones, vasijas, bebederos, latas abiertas, cisternas, macetas y cualquier tipo de recipientes en desuso, aun pequeño.
Debido a la presión que los humanos han ejercido para erradicarlo “dejó de ser urbano y ahora se le encuentra en el área rural”, explica Sánchez López; por eso se le ubica poniendo sus huevos en sitios naturales como cavidades de plantas, árboles cañas de bambú y otros plantas, a alturas entre 700 y 1500 m.s.n.m.
En guerra
Pero ¿por qué se le persigue tanto al Aedes? Porque es el mayor transmisor de enfermedades, especialmente del zika, dengue y chikungunya, para los cuales no hay vacuna.
El dengue no es nada nuevo. Los primeros registros de la enfermedad datan del siglo XVII y desde principios del XX se entiende la forma como se transmite. Sin embargo, hasta ahora la única forma efectiva de prevenirlo es tomar medidas contra el mosquito, porque aún no se ha desarrollado una vacuna contra el virus.
Los síntomas incluyen fiebre muy alta, dolores musculares, articulares y de cabeza. Los infectados también suelen presentar irritación en la piel. Los signos no difieren mucho de los de una gripe, lo que hace que mucha gente no consulte a tiempo y la enfermedad se agrave.
El chikungunya —al igual que el dengue, y la fiebre amarilla—, es una enfermedad que provoca fiebres altas y dolores en las articulaciones. Su mortalidad es, aproximadamente, de 1 en mil infectados, conforme con la Organización Mundial de la Salud.
Es un padecimiento relativamente nuevo. Comenzó a presentarse en zonas de Asia, África y las Américas a principios del siglo XXI, y tampoco se conoce un tratamiento específico para este mal que no solo afecta a primates, sino también puede llegar a infectar al ganado.
El zika es la última adición a la lista de enfermedades transmitidas por el Aedes aegypti. Esto significa que todavía nos falta mucho por conocer sobre las verdaderas implicaciones de esta enfermedad.
Los síntomas son similares a los de las otras, pero más leves, aunque los científicos que la investigan han descubierto que podría ser transmitido en el vientre por las madres embarazadas a sus hijos y esto causaría malformaciones en los niños.
Bajo control
Durante los siglos XVIII y XIX, la fiebre amarilla era considerada una enfermedad muy peligrosa e infecciosa. Afortunadamente, hoy existe una vacuna segura y eficaz. A pesar de ello, cada año, unas 30 mil personas mueren como consecuencia de este virus, la mayoría en África.
Los signos de esta no son muy diferentes a los del dengue, con la excepción de que después de unos días la fiebre disminuye, pero cuando se intensifica suele hacerlo acompañada de daños al hígado, provocando un color amarillento a la piel. En los casos graves, solo el 50 por ciento de los pacientes sobrevive, lo que hace que su prevención sea aún más importante.
Sánchez López asegura que en Guatemala ha sido erradicada. Según el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, no se conocen casos desde 1950.
Otro mal reproducido por mosquitos es la malaria o paludismo, que es causada por un parásito que transmite la picadura del zancudo Anopheles. Después de la infección, los llamados esporozoítos viajan a través del torrente sanguíneo hasta el hígado, donde maduran y producen otra forma, llamada merozoítos.
¿Cómo derrotarlos?
Para los expertos, la clave para reducir la alta cifra de vectores es entender cómo se comportan. Además de emplear insecticidas y otros métodos para controlar el número se pueden usar trampas de olor, crear mosquitos infértiles genéticamente modificados, e incluso, utilizar crustáceos predadores que se coman las larvas.
La profesora Hilary Ranson, de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, lidera una lucha contra los mosquitos en dicho centro y explica que una forma de combatir a estos insectos es explotando la frágil dinámica entre el mosquito, el virus y el humano.
“Cuando el insecto pica a una persona infectada, el parásito necesita de unos 10 días para desarrollarlo. El mosquito solo tiene una vida de tres semanas, así que necesita tomar el patógeno (virus) temprano en su vida para poderlo pasar. Así que cualquier cosa que reduzca la tasa de supervivencia diaria será efectiva”.
El objetivo del científico Philip McCall es determinar cuál es la mejor forma de erradicarlo con insecticidas. La nebulización al aire libre —crear una neblina fina de insecticida— es un método de control muy visible, pero con frecuencia poco efectivo.
Las fumigaciones a puerta cerrada, donde se rocía el insecticida dentro de los muros para repeler o matar a los mosquitos, es mucho más efectivo, pues los ataca donde más les gusta estar, explica McCall.