Aguirre Jirón tenía que ir a sacar a cada rato a Rivera de la playa al caer la noche. Mariano se ponía a jugar beisbol con sus amigos utilizando pelotas forradas con pedazos de redes de pescar, que bateaban con palos de mangle y atrapaban con cartones, a los que hacían un hueco para meter la mano.
Después de esos partidos, los niños se bañaban en la pla ya. Rivera tenía entre 5 y 6 años. “Era travieso”, recuerda su pa dre, Mariano Rivera Palacios.
Más de tres décadas des pués, ese adolescente con pe lo afro, alto y flaco, nacido en un puerto de pescadores, ce rró una brillante carrera de 19 años en las Grandes Ligas.
Con el eterno uniforme de los Yanquis, de Nueva York, el mejor relevista de todos los tiempos creció alternando sus travesuras y juegos en la playa con la pesca artesanal.
De las jornadas en el mar sacó dinero que utilizó para poder jugar al beisbol, pero Mariano Rivera aparente mente, no nació para emular la vida de su padre, que llegó al puerto sin nada, se dedicó a pescar, logró hacerse mari nero y luego capitán de un barco sardinero.
La vida en el mar también lo golpeó profundamente, como cuando su tío Miguel Rivera sufrió un accidente fatal en una faena de pesca, ocurrido dos años antes de que fuese fir mado por los Yanquis en 1990.
Esa tragedia intimidó a su vez a Mariano, que decidió concentrarse más en la pelota. “Yo quiero ser alguien; quiero ser grande”, decía el joven Rivera, según asegura el pes cador Alfredo Muñoz, de 41 años, y quien compartió pa sajes de la niñez y adoles cencia con el lanzador.
Mariano Rivera nació el 29 de noviembre de 1969, el pri mer hijo varón del matrimo nio de Delia Jirón y Mariano Rivera Palacios, que antes ha bía celebrado el nacimiento de la primogénita Delia.