Guatemala fue para el entrenador su segunda casa, luego de que, en 1994, entró por el Aeropuerto Internacional La Aurora con una maleta llena de miedos e ilusiones, la que ahora lleva a España repleta de satisfacciones.
Para Alonso, de 40 años, la decisión está tomada: semanas atrás presentó su renuncia al Comité Olímpico Guatemalteco (COG) porque anhela tener más tiempo para disfrutar de la vida y la familia, en especial de sus dos hijos y de su tierra natal, Málaga.
Antes de abordar el vuelo a su país, Ángel se tomó unos minutos para hablar de su vida en el deporte, en un restaurante del Paseo Cayalá, zona 16.
¿Cómo se describe Ángel Alonso?
Soy una persona muy di recta, que dice lo que piensa. Creo que para ser un número uno del mundo en algo tienes que ser transparente y defender tu punto de vista y criterios personales, respetando a los de más. Me considero noble. Como me dice una amiga: soy una persona que no tiene filtros, y eso en ocasiones me genera situaciones complicadas.
¿Cómo empezó su historia como entrenador?
Tuve la oportunidad de lle gar a Guatemala un 18 de noviembre de 1994. Recién me había coronado campeón del mundo en Grecia 1991, y a través de un convenio de colaboración España-Guatemala se me dio la oportunidad de hacerme cargo. Fue una experiencia increíble porque fue ron 20 años en busca del de sarrollo de alto rendimiento.
¿Por qué ser entrenador cuando apenas tenía 23 años?
Siempre he sido una persona proactiva, segura, con mucha confianza. Sabía que era el número uno del mundo con in formación técnico-táctica, y se dio la oportunidad de venir a Guatemala y decidí hacerlo. Al principio con un poco de preocupación, porque no sabía qué condiciones iba a encontrar. Fueron momentos difíciles, pe ro tuve el apoyo de algunos dirigentes para salir adelante.
¿Cómo vivió su etapa como atleta?
Fue muy bonita. Soy de Málaga, en Torremolinos. Muy joven conseguí una beca para el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona y me convertí en poco tiempo en el primer es pañol campeón del Mundo que salía de ese lugar.
Amaba el deporte, pero ya lo había conseguido todo, entonces fue el momento de ha cer un cambio y quería transmitir mis conocimientos y experiencia en otro país.
¿En qué año fue campeón del Mundo?
En 1990 y 1991. El primero fue en la Copa del Mundo del Madrid, España, y un año des pués, en el Campeonato del Mundo de Atenas. A partir de ahí se me dio la oportunidad de cambiar mi vida como entrenador.
¿Cómo fueron esos prime ros días en Guatemala?
Difíciles. Entrenábamos en una lona, había dos o tres atletas y me tuve que dedicar de lleno a ellos, pero impulsamos los campamentos de entrenamiento en el extranjero, concentraciones en bases militares, por los pocos recursos económicos.
Había poca masificación, no existía prácticamente el taekuondo; lo practicaba muy poca gente, por lo que nos concentramos en talento deportivo, cualidad motriz y volitiva, en el rodaje y prepa ración internacional.