Los esfuerzos por evitar que los atletas pongan en peligro su vida no han funcionado para los expertos, quienes intentan erradicar este mal que ataca ahora a los deportistas nacionales y que se convierte en un mal recurrente en los últimos años.
HISTORIAS TRISTES
Noticias negativas sobre deportistas guatemaltecos han ensombrecido los triunfos y han dejado un doloroso sabor a los aficionados.
El caso más reciente fue el de Jeremías Saloj, quien participó en el Mundial de Atletismo, efectuado en Moscú, Rusia, donde la Federación Internacional de Atletismo le practicó las pruebas —sangre y orina— durante el evento, que se llevó acabo del 10 al 18 de agosto pasado. Apenas había regresado y se enteró de que los resultados arrojaron que había utilizado eritropoyetina (EPO), una sustancia prohibida.
Saloj terminó esa justa deportiva en el puesto 33, con un tiempo de 2 horas, 20 minutos y 40 segundos. Este era el mejor tiempo para un guatemalteco en esta prueba, en toda la historia.
Hace 11 años
En el 2002, al concluir los Juegos Centroamericanos y del Caribe, el tirador Enrique Brol fue despojado de dos me dallas de oro.
Brol, quien dio positivo con el anabólico estanozolol, aceptó posteriormente que había consumido un suplemento vitamínico para desarrollar masa muscular, y que durante la competencia tomó pastillas para dormir.
LA MÁS DOLOROSA
El ciclista Lizandro Ajcú, quien había ganado la Vuelta a Guatemala en el 2004, tuvo que entregar el título porque consumió isoformas de EPO.
La noticia sacudió al ciclismo nacional, especial mente porque en esa edición cuatro pedalistas obtuvieron resultado analítico adverso.
Ajcú, además, había dado una alegría importante a los seguidores del ciclismo, luego de que el último campeón guatemalteco fuera, en el 2000, Fermín Méndez.