Revista TodoDeportes

Puskas jugador bueno y técnico milagroso

Ni siquiera le valieron dos carreras en una,  gloriosas ambas. Diríamos  que le falló el marketing, de  haber existido tal cosa. O la  televisión, perezosa todavía.

Puskas uno de los jugadores que terminó como técnico. (Foto Prensa Libre: AS Deporte)<br _mce_bogus="1"/>

Puskas uno de los jugadores que terminó como técnico. (Foto Prensa Libre: AS Deporte)

O que le traicionó la parte más  débil del futbol: la memoria.  Cada vez que alguien menciona a los dioses del futbol y  olvida a Puskas, cosa habitual,  comete una injusticia histórica.

Quizá la explicación sea  todavía más retorcida. Además de un artillero incomparable y de un futbolista  único, Puskas era, según  cuentan, una persona excepcional. Tal vez eso, que le  hizo inolvidable para quienes lo frecuentaron, arruinó  su recuerdo para los demás.  Se construyen mejores leyendas alrededor de tipos excesivos, caprichosos o egocéntricos. La bondad se en tiende, demasiadas veces, como la virtud de quien no  tiene otras.

Sí, Puskas compartía el  moderado perfil de los bondadosos. Durante un tiempo,  también compartía con tan tos hombres eso que llama mos benévolamente curva de  la felicidad, pero que en rea lidad es barriga rebosante.  Asociar a Puskas con su tripa  antes que con su zurda es  otra equivocación histórica,  expansiva y juvenil. Puskas  no se abandonó: se retiró.  Para ser más precisos, lo  re tiraron. La expedición del  Honved estaba camino de  Bilbao para jugar contra el  Athletic en la  Copa de Eu ropa,  cuando los tanques so viéticos entraron en Buda pest. La revolución húngara  no había llegado a las tres  semanas. Los sueños de li bertad fueron fulminados  con la invasión de 31 mil  sol dados  más mil  tanques del  Ejército Rojo. El mejor fut bolista de Hungría corrió la  misma suerte que otros 200  mil  compatriotas: se exilió.  Otros tuvieron peor suerte:  las revueltas se zanjaron con  dos mil 500 muertos. En su  país lo declararon traidor y la  Fifa, atenta a los deseos de  libertad de los pueblos, lo  sancionó con dos tempora das, por desertor.

 todo un goleador

Tenía 29 años y una ca rrera cumplida: además de  campeón olímpico y subcam peón mundial con Hungría  —84 goles en 85 partidos—,  había ganado cinco ligas con  el Honved y cuatro trofeos al  máximo goleador —349 par tidos y 358 goles—. Eso, sin  considerar otros méritos sin  medalla, como su absoluto  liderazgo en la Selección que  cambió el orden mundial del  futbol después de dos vic torias fabulosas sobre Ingla terra. La primera, en Wembley (3-6), significó la primera derrota de los pross en  su santuario. Puskas, cómo  no, consiguió el gol más bello  del partido y patentó un regate. Perseguido por el mítico Billy Wright, se frenó y  pisó la pelota para burlar el  tackling del inglés. Ya saben,  esa caricia con la suela que  hace rodar la pelota hacia  atrás para luego sacarla controlada con el interior de la  bota.

ESCRITO POR: