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Ricardo Jérez, guardían de pura sangre y que es batallador

Guatemala ha tenido grandes  exponentes en la portería, aunque  pocos han emigrado. La regla para practicar cualquier  deporte estaba  presente en casa. 

ricardo jerez trabaja junto con Rogelio Flores en la sesión de  ayer, en el Proyecto Goal.

ricardo jerez trabaja junto con Rogelio Flores en la sesión de ayer, en el Proyecto Goal.

Guatemala ha tenido grandes  exponentes en la portería, aunque  pocos han emigrado. La regla para practicar cualquier  deporte estaba  presente en casa. 

La familia  Jerez   Figueroa conocía de disciplina deportiva. Hoy, Ricardo,  vinculado con el Alianza Pe trolera, del balompié colombiano,  empieza a tener roce  con el futbol internacional.

Su padre fue uno de los  guardametas con   larga experiencia en la portería  de Comunicaciones, y su madre   practicó el baloncesto.

 Esa influencia la recibió  Ricardo desde los 7 años, al  dar sus primeros pasos en un  equipo de futbol  como volante por izquierda. Pero fue  a  los 14 años  que se involucró  en la Sub 15 de los albos y  donde  lo exigieron.

EVOLUCIÓN

Poco a poco  la confianza  en el guardavallas nacional  creció  hasta convertirlo en el  titular de la Selección, en la  pasada eliminatoria rumbo a  Brasil 2014.

 “A mí realmente no me  gustaba el futbol. Como desde  niño  mis fines de semana eran  de estar en el estadio, por esa  razón no le sentía mucho sabor. No practicaba ningún de porte. Fue hasta los 7 u 8 años  que me involucré, al llegar a  los minimoscos de Comunicaciones, y jugaba como  volante por izquierda”, recuerda  el portero.

Sin embargo, a los 9 años  Ricardo comenzó a practicar  atletismo, una especialidad  que disfrutó hasta los 12, por que, como él   dice, no le sentía tanto gusto al deporte.  “Hasta gané medallas”, co menta, y reconoce que dejó  de practicar el deporte hasta  que su papá le pidió que volviera, y fue así como, a los 14  años, hizo   pruebas con la Sub  17 blanca, pero  llevaba equipo para jugar de volante.

Jerez cuenta que durante  esa prueba  observó una gran  presencia de jugadores para  posiciones de campo, mas no  de guardameta.

“Vi que solo había  dos por teros. Me puse el pants de mi  papá y los guantes. Al inicio   no me ubicaba. Creo que Mario Menjívar —el entrenador— le llamó la atención por  la forma como armé al equipo  y cómo los  ordené, y  de mi  carácter”, reconoce.

Primeros pasos

La primera vez que Ricardo  se colocó abajo de una portería marcó su vida, y él lo  recuerda muy bien porque utilizó el uniforme de su padre.  “Era pesado. Hay un sudadero  guardado; el pants ya no está.  Entrenábamos en canchas de  tierra. Los guantes los terminé. Espero que mi hijo no los  use, porque no quiero que sea  portero”, expresa.

“Recuerdo cómo inició mi  vida como guardameta, siento  incluso hasta ese olorcito a  tierra de las canchas donde  entrenábamos, pero, sobre todo, que había mucha ilusión  de lo que iniciaba”, refiere.

Ser hijo de Ricardo Jerez  Figueroa fue una presión extra para el guardameta, pero  fue él y su madre quienes lo  impulsaron en el deporte.

“Fue difícil el inicio. Más  porque al ponerme el uniforme de mi papá  tenían un  peso extra, era ropa de un  jugador que había hecho historia en Guatemala. Toda mi  vida me tocó lidiar con ese  peso extra; es más, todavía lo  sigo viviendo, pero eso es lindo, porque me ha hecho más  fuerte de carácter”, afirma.

Además de ser el foco de  atención, Ricardo tenía que  evitar muchos gustos para un  joven de su edad, pues lo más  importante era el futbol y después vendría la diversión.

Siempre criticado

Jerez asegura que para un  guardameta, hoy en día, su  formación se hace a base de  mucha entrega, pero que es un  camino muy complicado,  principalmente porque es al  que primero critican en el  momento de una derrota.

“Es   muy difícil. Es un  puesto muy injusto. Para ser  arquero tenés que ser demasiado loco y tenés que llevarlo en la sangre. Hay mucha presión. Los errores que  se cometan son los que más  se miran; uno es sujeto de  crítica. Se tiene que ser fuer te y aguantarlas. Aparte, en  nuestra cultura no se  respeta  al jugador. A pesar de que  uno es un ser humano, es  víctima de humillaciones”,  reconoce.

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