Ahora la confianza en el compañero sentimental se demuestra, por ejemplo, al compartir las contraseñas de las cuentas o perfiles virtuales, una práctica que sigue el 67% de los estadounidenses emparejados, según el estudio, y un 27% aún va aún más allá y tiene cuentas de correo electrónico conjuntas.
Porque cada San Valentín que pasa se hacen más sofisticadas las formas de expresar los sentimientos y vivir las relaciones.
El informe revela que la mayoría considera que internet ha tenido un efecto mínimo o inexistente en sus relaciones, aunque un 27% sí admite su influencia.
Este porcentaje casi se ha doblado en la última década (en un trabajo similar de Pew en el 2005 lo reconoció un 16%) y se dispara entre los más jóvenes: un 42% de los estadounidenses de entre 18 y 29 años reconoce que internet influye en su relación.
El 74% de los encuestados ve con buenos ojos el impacto de internet en sus relaciones (cuando en el 2005 eran el 84%), mientras que un 20% cree que les ha perjudicado (hace nueve años era el 13%).
Aunque reconocen sus ventajas, las parejas estadounidenses cada vez miran con más escepticismo el papel que juega la red en sus relaciones.
Algunas consideran que las herramientas digitales facilitan la comunicación, pero otras se pelean sobre su uso y han tenido malas experiencias provocadas por la tecnología.
“Nos dan multitud de oportunidades, pero han creado también muchos malentendidos. Estamos aún averiguando con qué reglas queremos funcionar”, explica a la agencia de noticias EFE la experta en comunicaciones electrónicas Naomi Baron, directora del Centro de Enseñanza, Investigación y Aprendizaje de la American University de Washington.
Es el caso de ciertos comentarios o fotos subidas a las redes sociales que pueden acabar provocando discusiones en la pareja, según Baron, porque no siempre se tiene conocimiento del contexto.
Según el estudio de Pew, un 4% de los estadounidenses casados o con una relación estable se ha enfadado por algo que han visto en internet sobre su pareja y un 8% ha discutido sobre la cantidad de tiempo que pasa conectado.
Baron menciona el uso del móvil cuando se está en pareja como otro de los momentos espinosos, sobre todo tras la aparición de los servicios de mensajería instantánea.
“Nos distraen. Si estoy con mi pareja y mi móvil suena o vibra, mi atención se dirigirá a él, como si no existiera nada más”, explica la profesora de la American University.
Los jóvenes son especialmente susceptibles a lo que Baron denomina “inseguridad social”, la necesidad de contestar inmediatamente cuando alguien les llama o les escribe un mensaje por el temor a que, si no lo hacen, se recurra a otra persona.
“Siempre tienen que estar disponibles para que les contacten, porque, en caso contrario, quedan fuera del intercambio social”, añade Baron.
Uno de cada cuatro estadounidenses casados o con una relación estable reconoce en el estudio de Pew haber visto a su pareja distraída con su teléfono móvil mientras estaban juntos y, entre los jóvenes, el 42 %.
Sin embargo, uno de cada cinco adultos y el 41 % admite haberse sentido más cercano a su pareja gracias a intercambios a través de internet o de mensajes de móvil.
Al final, el uso de las herramientas tecnológicas crea tensiones de pareja y las alivia en proporciones similares: así es el amor en los tiempos de Facebook.