UKEMIK NA’OJ

8 de marzo

Francisca Gómez Grijalva

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Conmemorar el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, nos invita a dignificar la memoria de las mujeres que muchos siglos atrás se atrevieron a romper barreras y abrieron caminos para defender los derechos sexuales, la maternidad libre, la libertad sexual, la reducción de las extenuantes jornadas laborales, el derecho al trabajo digno, el derecho al voto y ocupar cargos públicos, el derecho a la formación profesional y la no discriminación laboral por maternidad o por prejuicios de género y étnico-raciales.

Es fundamental que nunca olvidemos los trágicos orígenes de esta conmemoración. El 25 de marzo de 1911, durante una huelga en la fábrica de confección de camisas Triangle Waist Co en Nueva York, murieron 123 trabajadoras jóvenes, la mayoría migrantes de Europa del Este e Italia. El incendio se le atribuyó al dueño de la fábrica como represalia a la huelga. Es considerado el desastre industrial más mortífero en la historia de la ciudad de Nueva York y el cuarto en el número de muertes de un siniestro industrial en la historia de Estados Unidos.

Si bien el desastre en la fábrica confeccionista Triangle Shirtwaist obligó a realizar importantes cambios legislativos en las normas de seguridad y salud en materia laboral e industrial, esos cambios aún no llegan a Guatemala, mujeres y jóvenes son el rostro del desempleo y la explotación laboral.

Aunque en la Constitución Política de Guatemala se establece que los hombres y las mujeres son libres e iguales en dignidad y derechos, y que ninguna persona puede ser sometida a servidumbre ni a otra condición que menoscabe su dignidad (Art. 4). En este país injusto y desigual las mujeres y las niñas no gozan de sus derechos sociales básicos. Y si hablamos de seguridad ciudadana para las mujeres, basta con ver los altos índices de femicidio.

Como si nada pasara, el gobierno de Otto Pérez y el Partido Patriota repiten como loros su trillado discurso que atraer la inversión extranjera genera fuentes de empleo. Y los grupos oligárquicos aglutinados en el Cacif insisten en afirmar que son los principales motores del “desarrollo y progreso” de Guatemala. Pero la realidad revela un panorama tétrico: el desempleo va en aumento, los finqueros y la industria maquiladora pagan salarios miserables, especialmente a las mujeres y a la población joven.

Como no hay salidas ante el hambre y la pobreza, cientos de mujeres mayas y ladino/mestizas se han visto en la necesidad de migrar hacia Estados Unidos, en búsqueda de mejores condiciones de vida. Lamentablemente el sueño estadounidense se ha truncado para muchas mujeres, en su intento de cruzar la frontera mexicana han desaparecido y sus familiares nunca más volvieron a saber de ellas.

Investigaciones que se han realizado dan cuenta que muchas mujeres han caído en manos del crimen organizado. Sin embargo, en los medios de comunicación masivos no se traslada información sobre este doloroso drama humano.

A pesar de las políticas de discriminación estructural, es importante reconocer que en Guatemala y en la mayoría de países a nivel mundial las mujeres continúan reivindicando sus derechos ciudadanos.

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