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Caricaturas

Tres puntos...: Olivares no sólo ha recurrido a espacios imaginarios

La formación de Marvin Olivares se realiza en un momento de transición de la plástica guatemalteca de la cual hay muy pocas versiones: la década del 80.

Los documentos que aluden a este periodo, por lo general, se desentienden de la amplia panorámica y desconocen las cualidades de los creadores que vieron el boom comercial del objeto artístico a través de las subastas, los resultados de las bienales y las galerías de arte. Todo este movimiento a la par de un proceso político que aún sigue en pugna por encontrar mejor momento.

El grupo de autores al que pertenece Marvin esta disgregado. De hecho, como conglomerado, es poco conocido. Dato curioso porque sí hay varios nombres y trabajos relevantes que por lo general son vistos como casos aislados pero que, en conjunto, guardan características apreciables como el dominio del dibujo, de las teorías del color y otras técnicas que parecen herencia directa de su paso por la Escuela Nacional de Artes Plásticas.

Es en la generación del 90, la experimental, la de búsqueda de opciones, la de los curadores, en la que este artista se siente mas cómodo.

La selección de caricaturas que se exhiben en el IGA es el reflejo de una de las tantas virtuosidades de un artista educado en aquel momento “transitivo.” En ellas se pueden apreciar, como primer valor destacable, esfuerzos sintéticos que atrapan lo mejor de la proyección humana de sus retratados.

Marvin Olivares, como observador analítico, profundiza en aspectos sicológicos que denotan la rigurosidad con la que estudia a sus sujetos. Como caricatura apuntan lo esencial, lo espiritual. Como dibujos alcanzan muchas veces el carácter del trazo para grabado. Una buena mezcla que en Olivares se esta convirtiendo en regla. Hay cierta filosofía que cautiva. Estas caricaturas de personaje -alegóricas y respetuosas- se convierten en un registro de alto nivel que va formando una galería invaluable para la posteridad.

A la colección se unen las situaciones escénicas en que ha involucrado a su memorable personaje “el nariz de zanahoria”. Mismo que podría considerarse como el perfil del guatemalteco de la calle.

“El nariz de zanahoria” nace de su ingenio y se ha convertido en el narrador visual de las distintas plumas que escriben en la sección cultural de Prensa Libre. Para ello, Marvin Olivares no sólo ha recurrido a espacios imaginarios sino que ha usado, también, un repertorio universal a modo de escenario para el mejor desarrollo del personaje. En este caso se citan dos ejemplos: El “Almuerzo en la Hierba” de Manet en la materialización de Metropolitánicamentehablando de ?Los viejos verdes? o “El fusilamiento del 3 de mayo” de Goya para la misma columna y que trataba de “la gente imprudente”. Las caricaturas, al final, hablan por sí solas.

De las preseas que Olivares ha ganado a lo largo su carrera hay que mencionar, entre muchas, tres premios en las VI, X y XI Bienales de Arte Paiz; otros 10 premios en los certámenes internos de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y 11 Premios Jade, algunos de ellos, como mejor diseñador de prensa y revista. En la actualidad es catedrático de la Escuela Nacional de Artes Plásticas.

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