EDITORIAL

Deceso corona una era de siete décadas

La definición de ciclos temporales para el análisis de fenómenos, procesos, decisiones y acciones emprendidas por países, personajes o grupos constituye una herramienta primordial de la historiografía. Sin duda alguna, el final del reinado de siete décadas de Isabel II de Inglaterra, fallecida ayer a los 96 años, es desde ya un marco de referencia, no solo por su duración inédita, sino por su impacto en la geopolítica, sobre todo si se toma en cuenta que además de las naciones integrantes del Reino Unido, la monarquía también tiene vínculos con 54 estados independientes integrantes de la Comunidad de Naciones —o Commonwealth—, que abarca aproximadamente un tercio de la población global. Dentro de estos figura Belice, país independizado en 1981 con el cual Guatemala tiene un diferendo territorial que está en proceso de arbitraje.

Las reacciones al deceso de la reina han sido de todo tipo, pero prevalecen las manifestaciones de pesar al pueblo británico por el adiós a una figura tan prominente. También se han recordado situaciones polémicas ocurridas a lo largo de su reinado y un abundante anecdotario, textual y gráfico que incluso se nutre de producciones fílmicas y series televisivas en las cuales se dramatizaron episodios de su vida personal y política.

Nadie puede negar, sin embargo, la fuerza e ingenio de la hoy difunta monarca para fortalecer la unión de los estados a su cargo. Cuando fue coronada en 1953 existían enormes desafíos de posguerra y estaba en sus albores la llamada Guerra Fría, cuyo final pudo presenciar e incluso propiciar a través del apoyo a sucesivos primeros ministros ingleses. Paradójicamente, el Reino Unido actual está en nuevos predicamentos.

En el 2015, Isabel II superó los 63 años que permaneció en el trono de Inglaterra la reina Victoria, en el siglo XIX. Pero también marcaba otro hito: hace apenas tres días, al dar el aval real a su decimoquinto primer ministro en siete décadas. El martes 6 de septiembre se entrevistó con Liz Truss para designarla oficialmente primera ministra —la tercera mujer en desempeñar ese puesto—, tras la dimisión de Boris Johnson, quien anunció su salida en julio último a causa de escándalos y disidencias en su gabinete.

La conservadora Truss comienza gobierno ante múltiples desafíos: la prevalente polémica por la salida del Reino Unido de la Unión Europea concretada en el 2020 a instancias de Johnson, la carestía económica generada por las secuelas de la pandemia y los efectos de la invasión rusa a Ucrania, que también incide en la crisis energética, todo bajo fuerte escrutinio del opositor Partido Laborista, al cual perteneció alguna vez.

El nuevo rey, Carlos III, recibe la corona a los 73 años, y con ello hereda la misión de mantener en alto la mística de una monarquía sujeta a múltiples cuestionamientos, sobre todo relacionados a sus costes. A partir de este jueves, es el rey Carlos III. Su hijo William no pasará a ser príncipe de Gales, título que tenía el ahora monarca, pero sí recibe el de duque de Cornualles y Cambridge. Entretanto, Camila, esposa del otrora príncipe, pasa a ser reina consorte, y es aquí donde el afecto popular por la princesa Diana de Gales ha revivido con fuerza. Ella murió, ya divorciada de Carlos, hace 25 años, en un accidente de tránsito en París, sobre el cual se tejieron múltiples teorías de conspiración. En todo caso, Isabel II pasó ayer a la historia por su longevidad en el trono y por haber fortalecido, pese a las vicisitudes, al Reino Unido.

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