FLORESCENCIA

Regreso

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Este viernes (6 de septiembre) será un día muy especial para mi familia y para mí, porque será el lanzamiento de mi libro autobiográfico Migrante. Sin embargo, debo confesar que la verdadera razón por la cual siento aún más especial esta ocasión es porque será la primera presentación de esta obra que me ha llevado más de tres años completar. Precisamente por eso decidí arrancar este importante acontecimiento en el lugar donde comienza mi historia.

En Santa Eulalia se forjó mi infancia, acunó mis primeros sueños de ser alguien en la vida y ha sido la base para siempre mantener los pies sobre la tierra. Aunque me fui de aquí hace 30 años, cuando solo tenía 14, para unirme al resto de mi familia, que ya había migrado a Estados Unidos, mis raíces en esta bendita tierra me hicieron volver.
Ahora quiero devolverle un poco de todo lo que me dio a través de un libro en el que está grabada la esencia de lo que soy, los desafíos, los sueños y el trabajo que construyeron los derroteros de mi vida como q’anjob’al, guatemalteco, migrante, padre de familia y empresario.

Quiero regresarle a mi pueblo, a mis paisanos y a mi país, en modo de agradecimiento y homenaje, mis memorias, mis experiencias y vivencias que me dieron fuerza ante los desafíos que implicó llegar a otro país sin saber el idioma, sin conocer nada de la cultura y ante una realidad totalmente distinta. Mis raíces han sido la fuerza de esa resiliencia que supe construir para sobreponerme a un nuevo mundo y lograr sueños que parecían imposibles de alcanzar.

Escribir Migrante no ha sido fácil ni rápido, ha sido un camino de mucho aprendizaje y reflexión. Ha sido un esfuerzo de reencontrarme y entenderme. De entender, conocer y discernir sobre mi realidad, la realidad de mi pueblo, de mi familia, mi gente y mi país. Escribir este relato fue revivir mis memorias: fue regresar en el tiempo y volver a experimentar las vivencias buenas, difíciles y hasta las indeseables. Los sueños de niño de ser como mi papá de grande: cultivador de bananos y de café. Los momentos felices correteando con Dinky, el perro que tuve de niño, entre el cafetal. También fue volver a sentir el miedo, la soledad, el cansancio y la incertidumbre de haber emprendido el viaje a los 14 años solo, sin la compañía de algún familiar y bajo cualquier tipo de riesgos y peligros.

Volví a revivir la tristeza de haber dejado a mis amigos, la escuela y los lugares donde solía jugar. Pero también recordé la valentía de vivir solo, con mis familiares, cuando mis padres y hermanos ya habían podido irse todos y yo quedarme por último en el viaje del exilio. Volví a llorar como niño una y otra vez, pues en este repaso de la memoria regresé con mamá Lucín Cuxin, que hace poco más de tres años partió a la vida eterna. Reviví sus años de sacrificios, de trabajo y de mucho amor desde mi niñez en Cocolá Grande, los viajes por Santa Cruz Barillas, las horas que caminamos por las veredas en Nancultac, las bajadas al corte de café y la tapizca de maíz. Revivir momentos de amor incondicional es llorar incansablemente.

' Mis raíces son mi fortaleza y nuestra historia, mi testimonio.

Marcos Andrés Antil

Pero este libro también reafirma los valores y principios que rigen mi vida: soñar, perseverar, trabajar duro y hacer las cosas con ética y humildad para poder hacer realidad los anhelos. Es una invitación a seguir soñando por una Guatemala próspera y equitativa, donde todo comienza con el granito de maíz de cada uno, que luego germine y florezca para nuestras hijas e hijos.

Después de Santa Eulalia emigramos el 9 de septiembre a presentar Migrante en Huehuetenango cabecera y el 18 de septiembre llegamos a la Ciudad de Guatemala para compartir con ustedes este camino que ojalá despierte nuevos sueños y objetivos.

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