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Alexis Sánchez es más tenaz que chico maravilla

Alexis ha vuelto a sus orígenes vestido de azulgrana. Si el delantero chileno ha logrado ser de una vez titular en el Camp Nou no ha sido por el cartel con el que venía de Niño Maravilla.

Alexis Sánchez es la principal figura de Chile para el Mundial de Brasil 2014. (Foto Prensa Libre: EFE)

Alexis Sánchez es la principal figura de Chile para el Mundial de Brasil 2014. (Foto Prensa Libre: EFE)

Ese que un buen día le colgó Diario Olé tras habérselo leído, cómo no, a un periodista —Jaime Cortés— que seguía de cerca sus primeros regates, unos contra uno y rabonas en el Cobreloa. Si el delantero es ahora fijo para el Tata Martino es porque aporta el trabajo, la presión, la intensidad, la constancia, la superación y también el gol. Alexis llegó de la mano de Guardiola para competir con Villa. Y el ariete tardó en sentarle. Se quedó luego mano a mano con Pedro y sufrió para robarle protagonismo. Le ha costado ganarse a una hinchada que llegó a silbarle. Pero nunca se ha rendido. Alexis, como pocos en su vestuario, sabe lo que es luchar contracorriente como forma de vida. De ahí que no le asuste ahora la pelea por un puesto con Neymar o ser la bandera de Chile en su segundo mundial. Si es un jugadorazo es porque su hambre le hace correr por tres.

Comienzo difícil

Alexis ya es rico. Por eso ha pagado en sus primeros años en Barcelona 8 mil euros de alquiler al mes por una mansión en Castelldefels y se compró una casa en Pedralbes por 1.5 millones de euros, ya que gana casi cinco. Pero también conoció la pobreza. Sabe apreciar lo que tiene. Y seguro que cambiaría ahora parte de su plata por ser bastante más reconocido. Sobre todo en España. Se lo ha ganado con esfuerzo. Todo lo contrario a los que le veían patear en su infancia. Una época de su vida entrañable y sencilla. De ahí que ningún contratiempo le vaya a hacer doblar en su juventud. Su padre, minero de profesión, abandonó a la familia cuando él era bien pequeño, así que hizo de su madre un referente. “Es el único ídolo que tengo”, reconoce en cada entrevista. La precariedad no fue un impedimento para desempolvar sus virtudes. Estudiaba y no era malo. Pero lo suyo era el futbol. Pese a su pequeña estatura y el problemático peso que le hizo ser asiduo de los gimnasios. Alexis hizo del gol un flotador y de su descaro una virtud millonaria. Por eso llamó la atención de los buscatalentos y hasta de su propio alcalde, que le regaló su primer par de botas para que dejara de jugar descalzo.

La valía de Alexis le hizo pronto ser un extranjero. América y Europa se lo rifaban. Prudente y con cabeza, primero eligió lo urgente y luego se decantó por lo importante. Fichó por Udinese, aseguró su futuro y accedió a irse cedido a Colo Colo, donde su progresión era impresionante. Con 16 años debutó en la Copa Libertadores. Tras este período de madurez, Argentina le reclamó. Se marchó a River para crecer, donde su abuso por el regate encandiló a Pasarela y también sacó de quicio a Simeone, amante de otro futbol. Allí conoció los primeros sinsabores del profesionalismo. Le rompieron los ligamentos del tobillo izquierdo, por lo que estuvo tres meses fuera y se perdió los primeros partidos de Chile de Bielsa. Como siempre, se repuso. Brilló de tal manera al reaparecer que su pase a Europa ya era algo irremediable. Más que el dinero, buscó la confianza. Udinese fue su destino. Quizá la mejor decisión que ha tomado en su vida.

En Italia fue clave formando desde el inicio, pero, más que nada cuando formó junto a Di Natale una de las delanteras más goleadores de la historia del Calcio. Alexis era el destino de todas las jugadas de ataque, de todos los cánticos de la grada “chileno, chileno…”. Su rendimiento fue tan sobresaliente que la Gazzetta dello Sport le concedió el premio al mejor jugador de la Serie A. Sus cuatro goles en 53 minutos al Palermo le ayudaron. United, City, Inter, Barsa y otros grandes llamaron a su puerta, pero el Udinese lo declaró intransferible. Su presidente creía que aún podía explotar más y que tras el Mundial del 2010 su valor sería incalculable. Acertó. Un año después, el Barcelona pagó 40 millones de euros —fichaje más caro de un chileno—.

Desde que llegó a Barcelona se encontró pequeñas trabas que ha superado. El 7 que siempre lucía era por aquel entonces de Villa, otro hijo de la minería, y su fichaje, pese a ser millonario, no incluía trato de crack. El Barsa ya estaba lleno de ellos. En la Ciudad Condal sería uno más, así que debía elegir otro dorsal. Alexis pensó en uno de sus referentes, Ronaldo, así que eligió el 9 sin reparar en que ese número lleva siempre implícito para el que lo porta una cantidad de goles con la qué saciar a la grada. Sin querer, confundió al personal. Tiene olfato y, sin embargo, no es un goleador. De ahí que sembrara de dudas el Camp Nou. Pese a todo, se benefició del potencial ofensivo del equipo. Levantó cuatro títulos nada más llegar.

En su primer año jugó menos de lo esperado, 40 partidos y 15 goles. En el segundo jugó más —46— pero marcó menos. Y en este, el tercero de azulgrana, ha batido todos sus récords personales. Por fin, se le han visto cosas de genio. El mejor de sus detalles fue el golazo de vaselina a Diego López en el clásico de Liga en el Camp Nou. Alexis, ese amante de la salsa y el ceviche, tiene ahora en el Mundial la cita propicia para su confirmación. Se medirá a España, Holanda y Australia. Otro terrible y clave reto para volver a sobreponerse y triunfar. Alexis, un hombre con sonrisa de niño, es mucho más tenaz que maravilla.