Los números hablan por sí solos. Son un total de 202 bodegas abiertas al turismo (129 de ellas adheridas a las Rutas del Vino), según los datos publicados en mayo de 2022 por el Monitor de Enoturismo de la DOCa Rioja. El impacto económico que el enoturismo deja en la región alcanza los 155.528.954 euros, frente a los 103,7 de 2021 y los 173 millones de euros que los enoturistas dejaron en Rioja antes de la pandemia.
Esto supone un aumento de 51,8 millones de euros en la economía territorial respecto a 2021. el impacto directo de la actividad enoturística durante el 2022 fue de 51.842.985 euros, mientras que el indirecto ascendió hasta los 103.685.969 euros. Este impacto lo posibilitan las personas, todas aquellos turistas que visitan la región y deciden acercarse, como es lógico, al mundo del vino y su importante cultura. El crecimiento interanual con respecto al 2021 se ha dejado notar en mayor medida en la zona de Rioja Alta, con un 70,62 por ciento más de visitantes que en 2021. Rioja Alavesa también presenta una variación significativa, aunque de manera más ligera (40,15 por ciento), mientras que Rioja Oriental se queda con un crecimiento interanual del 11,38 por ciento a pesar del repunte de turistas que sufrió durante 2021.
Así, durante 2022 las bodegas de Rioja recibieron un total de 748.345 visitas, lo que supone un incremento del 62,64 por ciento respecto a los datos de 2021. Sin embargo, todavía no se alcanzan las cifras de 2019, cuando se llegó a cifras récord con los 860.000 visitas. Tras el paréntesis provocado por la pandemia, las cifras evidencian el valor generado para las bodegas de la Denominación, la propia región y el resto del ecosistema turístico. El enoturismo en un motor económico en sí mismo.
Y existe una aspiración, un objetivo marcado en el horizonte más próximo, fijado para el año 2025. La Denominación de Origen Calificada Rioja aspira a pasar de las 748.345 visitas registradas en 2022 al “ambicioso objetivo” de conseguir 1,2 millones en 2025, que supondría un crecimiento del 57 por ciento. Así lo expresó el director general del Consejo Regulador, José Luis Lapuente, el pasado 31 de mayo, cuando presentó las conclusiones de la quinta edición del Monitor de Enoturismo de la DOCa Rioja. En este contexto indicó durante aquella cita que la hoja de ruta de Rioja es “seguir mejorando, buscando la máxima satisfacción de los consumidores y llegar en 2025 a 1,2 millones de visitas”.
Datos, muchos datos, tras los que se sitúan profesionales que desarrollan estrategias en sus bodegas para captar la atención de unos turistas que cada día buscan experiencias más personalizadas. El enoturismo es un sector en auge, con alto potencial de crecimiento, pero necesita una mayor cualificación profesional para garantizar su competitividad en los próximos años. Al menos es la opinión que expusieron este pasado mes de marzo expertos en turismo del vino que se reunieron en La Rioja para abordar la situación de esta actividad. Manuel Romero, director de Dinamiza Asesores, firma líder en España en enoturismo y turismo gastronómico, indicó durante esta cita que el turismo del vino “tiene una cierta trayectoria y empieza a consolidarse en muchas regiones”, como en la DOCa Rioja. Esta región vitivinícola es “una gran locomotora del enoturismo español y va por delante de otros territorios o regiones”, pero también “le cuesta, en muchos casos, un gran esfuerzo encontrar profesionales capacitados”, añadió este profesor del Máster en Turismo Gastronómico en el Basque Culinary Center, de San Sebastián (Guipúzcoa).
Viñas riojanas en invierno
EFE/Raquel Manzanares
Arcoiris y viñas en La Rioja en primavera
EFE/Raquel Manzanares
Formación de profesionales
Para los expertos, desde el ámbito académico, contar con estudios específicos en turismo del vino puede facilitar muchísimo la tarea de encontrar esta cantera de profesionales que, además, una vez incorporados a la actividad, complementen su formación para atender a las nuevas tendencias de este sector, que es, como calificó Romero, “cambiante”. La sostenibilidad y la digitalización impregnan también al turismo del vino y su desarrollo requiere del conocimiento de profesionales para poder desarrollar su actividad de la mejor manera posible. El talento del enoturismo, subrayó Romero, “tiene que conocer bien los mercados, los clientes de una bodega, los perfiles de los turistas a una región o país para poder ofrecerles el producto que demandan, generar en ellos una experiencia mucho más satisfactoria y generar clientes de las bodegas para toda la vida”. Análisis específicos para crear actividades concretas para clientes que quieren sentirse únicos cada vez que visitan una bodega. Así, indican los expertos, será el futuro del enoturismo en denominaciones tan evolucionadas en esta materia como Rioja