“Mientras que tras que toda la América española luchaba encarnizadamente por su independencia, el Reino de Guatemala vivía en paz, sometido a la madre patria.
Desde 1811, es verdad, hubo tanto en San Salvador como en Nicaragua conatos y movimientos en favor de la independencia, y tal vez éstos habrían tomado cuerpo si no hubiera sido por el vigor, la prudencia y el tino del capitán general —José de— Bustamante, que por ese tiempo vino a Guatemala y se hizo cargo del mando… Pero cuando faltó su administración vigorosa, pasando al débil Urrutia, se fueron preparando los ánimos para el movimiento que en primera oportunidad debía estallar.
El pronunciamiento de Iturbide en México, proclamando el Plan de Iguala, avivó la opinión en favor de la independencia, y el 15 de septiembre de 1821, Gaínza, que por dimisión de Urrutia ejercía provisoriamente la administración, se vio obligado a reunir una junta compuesta de todas las autoridades y funcionarios públicos residentes en la capital.
En ella se discutió con toda libertad si convendría o no emanciparse… y a la imposibilidad en que se hallaba el gobierno, sin fuerzas españolas, de resistir la opinión pública, quedó declarada la independencia.
Don Alejandro Marure, en su bosquejo histórico, dice que: “El citado 15”, desde las ocho de la mañana, estaban ocupados el portal, patio corredores y antesalas de Palacio por una inmensa muchedumbre, acaudillada por
don José Francisco Barrundia, el doctor Molina y otros guatemaltecos, entre los cuales, agrega, figuraba don Basilio Porras.
En cuanto a lo de la “inmensa muchedumbre” debo decir —y yo tengo buena memoria— que a la novedad de los cohetes que tiraron los que querían reunir al pueblo para dar al movimiento carácter popular e imponente, me fui al Palacio y no vi a esa inmensa muchedumbre de que habla Marure. La verdad es que el pueblo no tomó ninguna parte en aquel movimiento, el cual se mostró verdaderamente indiferente.
El acto se ejecutó pacíficamente y sin derramarse una sola gota de sangre, y el mismo Gaínza quedó en el poder. Mi padre, como buen español que era, no vio con gusto la emancipación de España, y desde luego no auguró nada bueno del curso que tomarían los sucesos… Cuando se le citó de parte de la Municipalidad para que fuese a jurar la Independencia —providencia que se tomó con todos los españoles residentes en el país—, contestó: “Que se hallaba enfermo, y no estaba para juramentos y tonteras”.
En el Acta de Independencia se convocaba un congreso nacional para que organizase el país, pero Nicaragua, Honduras y Chiapas, al mismo tiempo que secundaron el movimiento de independencia, desconocieron el acta del 15 de Septiembre, reunieron sus diputaciones provinciales y se pronuncia- ron por el Plan de Iguala, agregándose a México”.
Decreto 12
Emitido el 17 de agosto de 1871. Miguel García Granados, presidente provisional de la República, decretó un nuevo pabellón acorde a los ideales de la Revolución Liberal, que triunfó el 30 de junio de ese mismo año:
- Los colores nacionales serán el azul y el blanco, dispuestos en tres franjas verticales, quedando la blanca en el centro.
- El pabellón llevará sobre la faja blanca el escudo de la República. 3. El pabellón mercante será el mismo, pero sin escudo.