Betinho se lo llevó al futbol once con la Portuguesa Santista, club histórico de Sao Paulo que alternó con el Gremetal de San Vicente. Pero no había cumplido apenas los 11 años cuando entró en la Academia del Santos, avalado por el buen criterio de viejos sabios del club de Pelé.
La familia Neymar no disponía de muchos recursos y necesitó el apoyo económico del Santos y Betinho para que el brasileño pudiera alternar los entrenamientos con los estudios. Aunque desde muy pronto observaron que la fiesta le atraía más que la disciplina del futbol, lo que provocó quebraderos de cabeza en la Academia. Sin embargo, todas las trastadas del bailón Neymar se compensaban con una puesta en escena en el campo, propia de un genio. Tres años en la escuela fueron suficientes para dar el primer salto a Europa, reclamado por el Real Madrid.
Con 14 años llegó Neymar Júnior a Valdebebas, en el 2006. En el Madrid brillaba Ronaldo y Zidane. El jugador se enfundó la camiseta blanca solo en los entrenamientos y, aunque se le extendió ficha de infantil, no cuajó su definitivo fichaje por problemas burocráticos derivados de su edad. El Santos tiró de la cuerda y se llevó a Neymar a sus equipos de categorías inferiores, a sabiendas de que algún día sería una estrella. Y ese día llegó en el 2009, cuando firmó su primera ficha profesional con 17 años, amparado siempre por la figura de su padre, que sería trascendental en su carrera.
De aquí en adelante la gloria inundará la vida de Neymar Júnior. En su primera temporada es designado mejor jugador joven del campeonato Paulista. En el 2010, con apenas 18 años, Menezes lo convocó por aclamación popular para vestir la camiseta de Brasil. Sin embargo, meses después el nuevo seleccionador, Dunga, se encastilló en la decisión de no llevarlo al Mundial de Sudáfrica, a pesar de que se recogieron 14 mil firmas para convencerlo. Argumentó que la nueva estrella emergente no tenía madurez para un evento de semejante magnitud. Brasil decepcionó y a Dunga le costó el puesto.
En 2011, siempre con el Santos, ganó la Liga Paulista y la Copa Libertadores de América. Con 19 años asombraba al mundo. Su juego atacante es una mezcla de todas las virtudes clásicas del delantero brasileño. En su figura fina, habilidosa y ágil hay quien veía cosas de Garrincha y también aires de Rivelino. Después de Romario y Ronaldinho, en Brasil había hambre de nuevas figuras universales, capaces de poner patas arriba al planeta futbolero. Y en esta emoción colectiva apareció Neymar Júnior, un futbolista con ginga, el duende del regate brasileño.
La nueva estrella se llevaba todos los titulares. Ya fuera por sus goles, los títulos, las fiestas y la música que siempre llevó en la sangre o porque de pronto surgió la cruel batalla deportiva del Real Madrid y Barcelona por firmarle. Más de un año duró esta pugna entre los dos grandes por Neymar. Florentino Pérez lo quería para su nuevo proyecto y lo tuvo en las manos, pero el club blanco se echó atrás ante la red de contratos cruzados y comisiones de las que dependía la operación. Sandro Rosell sí aceptó cerrar un traspaso que cinco meses después le costaría la presidencia al airearse irregularidades entre las cantidades anunciadas y las firmadas: de 57 millones de euros declarados a más de 100 millones de euros , entre los siete compromisos contractuales que asumía el Barsa.
Entretanto, Neymar sigue defendiendo la camiseta barcelonista con menos brillantez que en el Santos. El período de adaptación al futbol español le resulta tan duro como estaba previsto.
El brasileño espera su momento en el Barsa, mientras llega su auténtico sueño dorado: el Mundial de Brasil, en el que aspira a levantar la copa de campeón. La torcida Canarinha y el seleccionador Felipao vuelcan sobre Neymar Júnior, con solo 22 años, la gran responsabilidad de defender el orgullo de una selección que vive por la Copa.