“Es realmente emocionante vivir un acontecimiento así, que cambia nuestra comprensión sobre cómo funciona el Universo”, dijo France Córdova, directora de la estadounidense National Science Foundation (NSF). Ésta financia los observatorios LIGO DE Hanford (Washington) y Livingston (Louisiana), gestionados por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y el California Institute of Technology (Caltech) en Pasadena.
Distintas señales ponen de manifiesto la existencia de oro, platino y otros elementos químicos más pesados que el hierro en el entorno de la colisión. Según los expertos, esto apunta claramente a que gran parte de los elementos pesados surgen de la colisión o fusión de estrellas de neutrones.
Por otro lado, dos segundos después de que terminara la señal de las ondas gravitacionales, los telescopios espaciales “Fermi” e “Integral” registraron un estallido de rayos gamma. Los astronómos supusieron que ambos fenómenos tenían que estar relacionados entre sí, por lo que informaron a numerosos observatorios.
Así, 10 horas después de la detección de las ondas gravitacionales, astrónomos de Chile descubrieron un nuevo punto de luz cerca de una galaxia en la constelación Hydra.
En total, 70 observatorios, tanto en la Tierra como en el espacio, fueron redirigidos hacia la nueva señal, situada a una distancia de unos 130 millones de años luz. Los análisis de los datos obtenidos tendrán ocupados a los astrónomos durante un largo tiempo.
Precisamente el Nobel de Física de este año fue para los estadounidenses Reiner Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne por la confirmación directa de la existencia de las ondas gravitacionales predichas por Albert Einstein hace un siglo. Hasta ahora, en las cuatro ocasiones en que se habían detectado las ondas gravitacionales la causa había sido la fusión de agujeros negros.
“Esta primera detección de ondas gravitacionales a partir de la fusión de estrellas de neutrones es por sí sola extremadamente emocionante”, señalan Karsten Danzmann, Bruce Allen y Alessandra Buonanno, del Instituto Max Planck de física gravitacional en Hanóver y Postsdam. “Pero la combinación con decenas de posteriores observaciones en el espectro electromagnético lo convierte en verdaderamente revolucionario”.
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¿Qué es en sí una onda gravitacional?
Es una ínfima ondulación del espacio-tiempo que se propaga en el Universo a la velocidad de la luz.
Estas ondas fueron presentadas conceptualmente hace cien años por Albert Einstein como una consecuencia de su teoría de la relatividad general de 1915.
Las mismas resultan de ligeras perturbaciones de la trama espacio-tiempo, bajo el efecto del desplazamiento de un objeto masivo, como el efecto de un peso que deforma el interior de una red.
Para ilustrar estas oscilaciones, se emplea a menudo la imagen de las ondas que se propagan en la superficie de un lago cuando se arroja una piedra. Cuanto más lejos, la onda se debilita.
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¿Qué permiten detectar?
Con los detectores estadounidenses LIGO y europeo Virgo, los astrofísicos disponen de un nuevo instrumento para observar los fenómenos violentos del Universo. “Es como ver con nuevas gafas”, declaró a la AFP el físico Thibault Damour, del Instituto de Altos Estudios Científicos de Francia.
Las ondas gravitacionales que buscan estos detectores son las producidas por fenómenos muy violentos, como la fusión de dos agujeros negros o de estrellas de neutrones.
El resto de ondas son demasiado ligeras para observarlas, aunque se produzcan de forma permanente.
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¿Qué enseñan?
Gracias a ellas, por ejemplo, “hemos aprendido que la fusión de agujeros negros es mucho más frecuente de lo que creíamos”, declaró Patrick Sutton, de la universidad de Cardiff, en Reino Unido.
En el futuro, “podríamos ver objetos totalmente nuevos, que ni imaginamos”, añade.
Esta nueva astronomía es a la vez una “ventana hacia el pasado”, considera Jon Butterworth, profesor de Física del University College de Londres. “No nos permitirá remontar hasta el Big Bang”, pero podría “llevarnos muy cerca” del nacimiento del Universo.