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Crisis económica y violencia conducen a Venezuela a un estado fallido

Los manifestantes llevan demostrativamente a su país a la tumba. Envueltos en la bandera amarilla-azul y roja de Venezuela, arrastran un enorme ataúd por las calles. Se manifiestan contra la situación de locura en la que viven: con una tasa de entre 120 y 220%, la inflación de Venezuela está este año entre las más altas del mundo.

Cada día crece el número de personas que se suman a las manifestaciones en Venezuela, donde se acentúa la crisis. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL).

Cada día crece el número de personas que se suman a las manifestaciones en Venezuela, donde se acentúa la crisis. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL).

Una situación que se agudiza con un problema eterno de Venezuela: la violencia. No vayas aquí, no vayas allá, la muerte puede acechar en cualquier parte, se oye continuamente.

Bienvenidos a Caracas. Con 116 asesinatos por cada cien mil habitantes, la capital venezolana es considerada la segunda más peligrosa del mundo, según la organización Seguridad Pública y Justicia. El Gobierno solo reconoce 62 y el Observatorio Venezolano de la Violencia lo ubica en 82.

por ciento es la tasa de inflación que han llegado a padecer los venezolanos.


Caracas arrastra consigo desde hace años la imagen de la violencia, pero la novedad ahora es la combinación con la inflación, cada vez más incontrolable, y el desabastecimiento, que podría llevar a la potencia petrolera latinoamericana a convertirse en un Estado fallido, como temen algunos analistas.

El cambio de curso oficial del dólar estadounidense al bolívar venezolano es de 1:6,30. Pero todo el que sigue teniendo dólares, intenta cambiarlos en el mercado negro, donde según la web “DolarToday” se consigue cien veces más, en torno a 691,49.

Ello provoca situaciones surrealistas, como por ejemplo: con el cambio en negro se puede comer por dos euros en un restaurante donde misma comida pagada con el curso oficial y con tarjeta de crédito costaría más de 200 euros. O que muchos choferes puedan llenar el tanque de gasolina con unos cuantos centavos de dólar y muchas veces den más propia que los 5 bolívares que marcan los surtidores.

Los analistas están convencidos de que los actuales representantes del Gobierno obtienen incluso beneficios financieros mediante del comercio con dólares y el acceso a los negocios de cambio de divisas.


El principal problema de ese país es el desplome de los precios del crudo: el país dispone de las mayores reservas del mundo, pero solo eso no sirve.

“En torno al 60 por ciento del presupuesto se obtiene de los ingresos petroleros, que en el año fiscal 2015 han caído en torno a la mitad”, advertía hace meses la fundación alemana Konrad Adenauer —cercana a la Unión Democristiana de la canciller alemana Angela Merkel—, alertando del colapso de la economía de ese país.

Venezuela tiene pocas reservas de divisas y con ello apenas puede seguir pagando importaciones de alimentos, medicamentos y artículos de higiene.

La consecuencia: estanterías vacías -la encuestadora Datanálisis sitúa el desabastecimiento en Caracas en el 60 por ciento-, precios al alza en el mercado negro, saqueos de supermercados -este año ya suman 56- y 2.836 manifestaciones de protestas, según el International Crisis Group.

El último informe de esta ONG independiente con sede en Bruselas que trabaja en análisis de conflictos lanza una fuerte alarma: “Si no se actúa de forma rápida y decisiva, habrá una catástrofe humanitaria de devastadoras repercusiones, no sólo para la política y la sociedad venezolanas, sino también para los Estados vecinos”. La crisis, en su opinión, fue gestada por “decisiones políticas equivocadas, incompetencia y corrupción”.

Pero la crisis se ha convertido en un estado permanente desde que asumió el poder Nicolás Maduro. El presidente socialista -un antiguo conductor de autobuses, como les gusta recordar a sus oponentes- parece nervioso. Amenaza a la vecina Guyana en el marco de una disputa territorial en la que están en juego nuevos campos petroleros y al mismo tiempo intimida a la oposición.

Opositores como Leopoldo López, Daniel Ceballos o Antonio Ledezma están encarcelados bajo circunstancias cuestionables. “Si mi encarcelamiento vale para el despertar del pueblo, para que Venezuela despierte definitivamente, pues bien valdrá la pena”, dijo López cuando se entregó a las autoridades en febrero de 2014.

Venezuela celebrará elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, en las que una victoria de la oposición podría parar los pies a Maduro. Unas elecciones que fueron exigidas por López y Ceballos mediante una huelga de hambre.

En el caso de una victoria de la oposición, Maduro amenaza con el peligro de una “contrarrevolución” que acabe con la herencia del fallecido presidente Hugo Chávez, una herencia que él promete defender. Pero incluso en los sectores más pobres, apoyadas con programas sociales, Maduro pierde respaldo. Incierto es incluso el respaldo del presidente venezolano dentro del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

“Ahora aquí todo y nada es posible, posible, se trata de una situación muy muy delicada”, dice un experto político en Venezuela que prefiere mantenerse en el anonimato. El mensaje es claro: más agonía o escalada de la crisis. “Se ha convertido en una país de la mafia, impera la ley del más fuerte”.

“Estructuras mafiosas”

El historiador austriaco Christian Cwik, que trabaja en la universidad de St. Augustine de Trinidad y Tobago, es también un profundo conocedor del país.

Recientemente viajó a Venezuela y dijo lo siguiente al ser testigo de la situación: “El país se ha perdido poco a poco. Se ha convertido en un Estado fallido con estructuras mafiosas”.

Pero advierte que los problemas vienen de más atrás. Venezuela es desde hace tiempo un país en crisis. “No creo que ello cambiara con una victoria de la oposición”, señaló.

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