La ayuda de Carmen inició este año y se inspiró cuando vio a tanto joven drogándose en las calles y en los parques que están cerca de su casa. “A mí me nació buscar una casa de restauración y brindar mi tiempo y lo que Dios ha permitido de mi estudio, para poder compartir y enseñarles a ellos, y que cuando salgan de la casa de restauración, se puedan desempeñar en un oficio y ganar un poco de dinero para ayudar en su casa”, señaló la chef Carmen.
El Centro de Restauración Adulam le abrió las puertas y comenzó a dar clases de cocina ad honorem y esto sirve con doble propósito porque también les deja preparado el almuerzo los días que llega a impartir las lecciones.
Los jóvenes han aprendido a cocinar platillos típicos de Guatemala como tamales y chuchitos, además, boquitas saladas y dulces. Así mismo, les ha enseñado a hacer otro tipo de platillos como caldo de pollo.
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“La casa de restauración pone parte de los ingredientes y una parte la pongo yo, y realmente la casa de restauración brinda la atención a los jóvenes de escasos recursos, ya que es representativo lo que cobran porque tienen techo, comida, agua, luz, cable, internet y el cobro es mínimo”, señala Díaz.
Maños a la obra
Carmen llega regularmente dos días a la semana, antes lo hacía tres veces, pero debido a los gastos en los que incurre, decidió llegar solo dos veces.
La chef llega temprano al Centro de Rehabilitación Adulam, primero selecciona y lava los productos que va a utilizar para cocinar, luego divide a sus alumnos por funciones, como pelar verduras, lavar, controlar la cocción, sazonar, etc.
Ahora se quedó con dos alumnos, pero pronto elegirán a otro con base a su buen comportamiento. “Todo allí son privilegios, ganarse el privilegio de estar en una clase de cocina es levantarse temprano, bañarse, hacer la limpieza, tener la cocina limpia para yo llegue y comenzar con la preparación de los alimentos”, explicó.
El día que hicimos la grabación, salió del centro de rehabilitación uno de los internos que estaban aprendiendo clases de cocina, se trata del joven Alejandro Evertsz, quien estuvo ocho meses interno y ahora se encuentra disfrutando de una nueva vida, colocando las bases sobre las cuales construirá su futuro.
Alejandro aseguró que se siente muy feliz de haber podido aprender bastante de cocina y espera poder estudiar y aprender más en el futuro.
“Él, llegó pesando casi 110 libras y ahora que salió pesaba casi 145 libras, ya recuperado, ya desintoxicado y con ganas de integrarse a la sociedad. Actualmente, está buscando un trabajo y ha cambiado totalmente a como entró. La relación en su casa con su familia es completamente diferente, antes no había ningún tipo de comunicación por el problema que tenía”, explicó la chef mientras en su rostro se nota la satisfacción que le causa poder ayudar a los demás.
Ella explica que le causa alegría ver que ahora Alejandro trata de integrarse a la sociedad, “cuando tengamos la posibilidad de ayudar a jóvenes tratemos de hacerlo porque todos merecemos una segunda oportunidad”, concluyó.
Una de las satisfacciones más grandes que le quedan a la chef Carmen, aparte de preparar estos deliciosos platillos con sus aprendices, es servir la comida y ver como los demás internos disfrutan de ella.