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La timidez sí se puede dejar atrás

Hay muchos niños que cuando llegan a un lugar, pocas veces saludan y tienden a permanecer pegados a uno de sus padres; ante este comportamiento los demás llegan a pensar que son mal educados, pero en realidad son tímidos.

Según la psicóloga Ana Lucía Rosel, la timidez afecta a un 10 por ciento de niños menores de 10 años; siete son mujeres. Este rasgo de la personalidad se empieza a notar desde los primeros dos años de vida, que es cuando los pequeños suelen manifestar temor ante la separación de sus padres. Se acentúa cuando asisten a algún centro de estimulación temprana y tienen que enfrentarse a situaciones nuevas, fuera del hogar.

Características

Un niño tímido se reconoce porque fuera de su entorno, evita a los demás, incluso niños de su edad. Por lo general anda con sus juguetes, porque prefiere jugar solo que integrarse al grupo. Este comportamiento no lo hace porque desea aislarse, sino porque se le dificulta establecer comunicación y tiene miedo al rechazo, añade Rosel.

Otra característica del infante introvertido es que, cuando juega con otros de su edad, casi no participa y nunca, o casi nunca, toma el liderazgo.

Los padres de familia deben estar alerta a estas señales, a fin de ayudar a su hijo para que, con el paso de los años, no tenga dificultades para llevar apropiadamente las relaciones interpersonales.

También deben observar la conducta de su pequeño cuando está en grupo, porque por lo general, en casa el niño tímido es completamente diferente.

Nace o se hace

El psicólogo estadounidense Jerome Kagan desarrolló varios estudios para determinar el origen de la timidez. Una de sus principales conclusiones, tras analizar a 400 bebés de 4 meses, es que el 20 por ciento nace con una predisposición para ser tímidos. Son bebés que se muestran más callados e inquietos ante situaciones nuevas. Pero, gracias a la intervención positiva de sus padres y su entorno, más de la mitad de ellos superan esta cualidad genética y en el futuro no son catalogados como tímidos. Kagan también señala que el 20 por ciento de quienes no muestran signos de timidez en la infancia pueden serlo después, a consecuencia de experiencias sociales o familiares negativas e inadecuadas.

De acuerdo con Rosel, la relación que el niño tiene y ha tenido en el hogar desde sus primeros meses podría determinar su desarrollo futuro. De ahí la importancia de que se sienta abrigado por el amor y la seguridad; y los primeros en proveer esto son los progenitores mediante cuidados, estímulo, las reglas que pongan en casa y en las muestras físicas de afecto. Un abrazo, un beso y un aplauso ante algo positivo que hagan los niños les alimenta la confianza, el primer pilar para vencer la timidez.

Cómo ayudarlos

Consejos para  apoyar a los pequeños introvertidos:

No forzar  al niño a que salude.  Mejor decirle, antes de salir de casa: “Cuando lleguemos a determinado lugar, tienen que saludar”.

Los padres  tampoco deben forzar a los niños a que jueguen con los demás, porque se pondrán tensos cuando se les obligue a que hagan algo con  lo cual no se sienten a gusto, y optarán  por no asistir a reuniones.

No etiquetar. No es recomendable escudar  la actitud del pequeño con el clásico “es que es tímido”. Ante una situación nueva es mejor dejar que se relaje poco a poco, hasta que la acepte con normalidad.

Ser sociables. Si los pequeños observan que sus padres adoptan una actitud sociable ante las circunstancias nuevas, ellos la imitarán.  No sobreprotegerlo.

Fomentar oportunidades para que el niño se relacione con otros. Invitar a  amigos a comer o a dormir en casa, o inscribirlos en cursos en donde socialicen.

Reconocer sus méritos. Un pequeño gesto desinhibido es un importante esfuerzo para un niño tímido.

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