Christina Morales is a reporter covering news on food and culture. She joined The Times in 2020 as a member of the newsroom’s second fellowship class. @Christina_M18
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A la sombra del muro fronterizo, una cocina reparte esperanza y comida caliente
La Tilma, un restaurante operado por la iglesia católica del Sagrado Corazón en El Paso, Texas alimenta la vida de muchos migrantes mexicanos pobres.

La Tilma, al frente de un chef, prepara platillos que son familiares para los nuevos migrantes de México. Foto: The New York Times Company
Hace 20 años, Amelia Lopez Patrykus se formó para recibir una comida gratuita y comestibles frente a la iglesia católica del Sagrado Corazón. Esa fila estaba a solo unas cuadras del río Bravo, la división natural entre México y su nuevo hogar en Estados Unidos.
Recién había llegado de Jalisco, México, junto con sus hijos, y en aquellos primeros años en Texas, la iglesia no solo le brindó sustento a través de productos básicos como arroz y latas de tomate, sino que también le ofreció apoyo espiritual y educativo. Ahí, su hija cantaba en el coro e hizo su primera comunión, y Lopez Patrykus tomó clases gratuitas para adultos y encontró trabajo… en La Tilma, el restaurante donde recibió esa primera comida.
En la parte central del Segundo Barrio, al sur de El Paso, donde muchos inmigrantes mexicanos viven en la pobreza, los residentes, en su mayoría de habla hispana, saben que el Sagrado Corazón es el lugar donde pueden recibir ayuda para pagar la renta, tomar clases de inglés y degustar una comida caliente.
La Tilma, nombre que conmemora la manta o sayo que llevaba san Juan Diego cuando, según el relato, la Virgen de Guadalupe se le apareció en México hace casi 500 años, ha sido un pilar para la comunidad desde su inauguración en 2003, y al frente está un chef que por lo regular prepara platillos que son familiares para los nuevos migrantes de México.

Los viernes de cuaresma, cuando muchos cristianos se abstienen de comer carne roja, aparecen opciones de pescado o especiales vegetarianos como sopa de lentejas, enchiladas y capirotada, un tipo de postre mexicano a base de pan que solo se prepara en los días previos a la Pascua.
“Si no sabe rico, no me la como”, dijo Dolores Domínguez, de 88 años, quien vive en una de las viviendas públicas del barrio. “A mí me encanta la capirotada”.
Si no existiera La Tilma, explicó, sus hijos tendrían que desplazarse en automóvil desde una reservación cercana para nativos estadounidenses con el fin de atenderla.
La pandemia obligó a La Tilma a cerrar el restaurante y dedicarse solo a la comida para llevar. Sin embargo, para el domingo de Pascua, el restaurante planeaba reabrir sus puertas al público.
“Volveremos a abrir el día de la Resurrección”, comentó el padre Rafael García, de 69 años, el sacerdote a cargo del Sagrado Corazón. “Es un tiempo de vida nueva”.



Aquí se le da comida a quien la necesite, sin hacer ningún tipo de preguntas. Muchos días, se ve a Lopez Patrykus empujar un carrito lleno de comida para llevar de La Tilma por todo el barrio y repartir comida a los migrantes, las personas sin hogar, mujeres víctimas de abuso y hombres que esperan conseguir un trabajo temporal. Le dicen “Mami” o “la Jefita”.
Es la segunda al mando, después de James Martínez, el chef del restaurante, quien comenzó a encargarse de la cocina en 2005. Hace poco, en un viernes de cuaresma, Lopez Patrykus sirvió pico de gallo en un contenedor grande de sopa de lentejas. Puso porciones de arroz, sazonado con caldo de pollo y cilantro, junto a guisantes, brócoli, champiñones, calabacín y zanahorias cubiertos con una salsa amarilla de curry picante en envases para llevar.
“Cuando yo crucé, la iglesia me ayudó mucho con la despensa”, dijo en español Lopez Patrykus, de 63 años.
Sus 12 años en La Tilma se han convertido en un medio para compartir con otros en agradecimiento por todo lo que la iglesia le ayudó. “Significa que Dios nos ayuda y no nos falta nada.”, dijo.
La Tilma les da comidas y abarrotes a unas 250 familias. Algunos voluntarios llenan bolsas de comestibles con productos básicos como arroz, frijoles pintos, tallarines, mantequilla de cacahuate y tomates.

También ofrecen servicios de banquetes para ayudar a cubrir los gastos de este servicio a la comunidad. En 2018, su año de mayores ingresos, La Tilma generó alrededor de 220.000 dólares preparando alimentos para bodas, eventos diocesanos y fiestas de quinceañeras. La diferencia la cubren distintas subvenciones, donativos y fondos de la Sociedad de Jesús, la orden de los jesuitas de la Iglesia católica, y donativos de comida de organizaciones como El Pasoans Fighting Hunger (Paseños combatiendo el hambre).
Cada semana, durante la cuaresma, los empleados y voluntarios de La Tilma pican cientos de tomates y cebollas. Hierven por horas chiles rojos secos para preparar enchiladas rojas vegetarianas. Se parte pan y se tuesta para la capirotada.
Para su versión de capirotada, Martínez mezcla el pan tostado con una salsa de leche evaporada sin endulzar, mantequilla, azúcar mascabado, chocolate Abuelita y una mezcla de capuchino. Ralladura de coco, maní y pasas le dan sabor, y el toque final lo aportan el queso muenster y chispas de colores.
“No quiero ver nada blanco”, gritó Martínez, de 54 años, haciendo referencia a las tortillas, cuando un voluntario comenzó a cubrir de salsa roja una charola de enchiladas.
Martínez entrena a los voluntarios para que preparen y dividan en porciones los alimentos tal como lo haría si entrenara a un chef bajo su mando en un restaurante.
“Solo les digo que sean generosos”, dijo. “Échale”, añadió.
El Sagrado Corazón tiene una larga historia de servicio a la comunidad. Es la única parroquia de la Sociedad de Jesús que queda en Texas, fundada en 1893 para los católicos de habla hispana y atendida por los jesuitas.
En la actualidad, la mayoría de los residentes de El Paso, que superan los 865.000, se identifican como católicos, según la diócesis católica romana de El Paso.
“Su relación con Dios es vital”, aseveró el padre Daniel Mora, de 42 años, sobre los feligreses de la iglesia, principalmente mexicano-estadounidenses.

La iglesia solo atiende a una pequeña porción de los necesitados de El Paso. El Pasoans Fighting Hunger, el único banco de alimentos de la zona, alimenta a cerca de 200.000 personas que no tienen seguridad alimentaria. Casi el 18 por ciento de los residentes del condado viven en la pobreza, alrededor de seis puntos porcentuales por arriba del promedio nacional, según datos del censo. En 2020, el ingreso promedio por hogar era de solo unos 48.000 dólares, unos 19.000 dólares menos que la cifra nacional.
Debido a la proximidad del área a Ciudad Juárez, El Paso es una comunidad con muchos inmigrantes. Casi el 83 por ciento de los residentes del condado son de origen hispano o latino, y un idioma distinto del inglés se habla en cerca del 70 por ciento de los hogares de este lugar.
Mantener la dignidad humana, sobre todo para los pobres, es la misión del Sagrado Corazón, dijo el párroco de la iglesia, el padre Garcia. Debido a esto, Martinez no teme darle prioridad a la calidad. Si las frutas y verduras que le donan se está echando a perder, pide disculpas y la rechaza.
Para Martinez, una buena comida tiene textura y él busca conservarla mientras va cocinando: los tomates y cebolla en trozos para el pico de gallo y los cacahuates crujientes en la capirotada. Quiere que la gente que recibe la comida sepa exactamente qué le están sirviendo.
“Todo lo que hago es un estándar para mí”, dijo Martínez. “No sacaría nada que no me serviría, comería o regalaría a alguien más”.
La Tilma, 602 South Oregon Street, El Paso, 915-532-5447, sacredheartelpaso.org/la-tilma