Pero en la gota no solo influye una dieta desequilibrada, que puede ser un factor desencadenante, sino la predisposición genética. “Lo que comes supone solo un tercio de la producción de ácido úrico en el cuerpo. Los otros dos tercios aparecen porque nuestras células mueren y uno de sus componentes, las purinas, se degradan hasta formar el ácido úrico. La mayoría de los pacientes de gota tienen una predisposición genética a manejar mal esa carga de ácido úrico”, explica el doctor Fernando Pérez, vicepresidente de la Sociedad Española de Reumatología (SER).
Los factores externos, como un estilo de vida desordenado, simplemente hacen que estas personas tengan más papeletas para desarrollar la enfermedad. De hecho, en casi todos los casos, no basta con cambiar la alimentación para curar la gota, sino que se necesita el empleo de fármacos. “Una dieta estricta solo baja un miligramo el ácido úrico en sangre, que tiene que estar por debajo de seis para que no se formen depósitos”, señala la doctora Mercedes Jiménez Palop, médico adjunto del Servicio de Reumatología del Hospital Puerta de Hierro.
Los expertos consultados coinciden en que, contrariamente a lo que se pueda pensar, en la dieta para controlar el ácido úrico no hay nada prohibido, pero sí limitado.“Lo importante de la dieta en la gota es que sea equilibrada, como la mediterránea, baja en calorías, y con ejercicio físico. para mantener el peso ideal», apunta la doctora Jiménez Palop. El equilibrio es muy importante en esta enfermedad porque cuando el ácido úrico en sangre sube o baja mucho de forma brusca es cuando da el ataque“, advierte la experta, según el sitio abc.es
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Hay alimentos ricos en purinas que incrementan los niveles de ácido úrico, por lo que tienen que limitarse en la dieta, como las vísceras, carnes rojas, los mariscos y el pescado azul. Deben moderarse los azúcares añadidos, como la fructosa presente en los refrescos, porque compiten con el ácido úrico a la hora de eliminarlo en la orina, afirma la doctora Jiménez Palop. Lo mismo pasa con el alcohol, y en el caso concreto de la cerveza, no solo por su graduación, sino por el lúpulo, presente también en la versión sin alcohol.
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“No hay alimentos especialmente malos, se trata de la cantidad. Comerse dos nécoras es igual que 150 gramos de ternera. Así que cuando coma marisco, no se tome luego un filete. Es más fácil negociar una buena dieta con el paciente que ser muy restrictivo”, afirma el doctor Pérez.
También hay mitos, señala la doctora Jiménez Palop, con respecto a la ingesta de vegetales como el tomate o las espinacas. “Se ha demostrado que ningún producto vegetal tiene influencia negativa en la hiperuricemia”, asegura.
En opinión de Aranzazu Perales, especialista en Nutrición de HM Universitario Torrelodones, recomienda una dieta baja en grasa, porque esta sustancia en exceso dificulta la excreción del ácido úrico por la orina, y planificar con antelación el menú de la semana para evitar los desequilibrios.
Otro factor que puede influir es que el paciente, por la sed, tome más cerveza o refrescos, dos bebidas que deben limitarse cuando existe hiperuricemia. No hay que relajarse con la alimentación porque, aunque el ataque de gota desaparezca, los depósitos de sales de ácido úrico siguen ahí y hasta que no se eliminen del todo, el riesgo está latente.