Fue la misma reacción que tuve cuando volví a casa, después de pasar dos años en Florencia y lloré ante la falta de atención a la belleza en mi propia ciudad.
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Cómo el italiano se convirtió en uno de los idiomas más bellos del mundo (sí, hay una explicación histórica)
<p class="story-body__introduction"> Volvió a pasar el otro día. Caminaba por mi ciudad natal en EE.UU. cuando escuché a una pareja hablando italiano. Platicaban sobre remodelar su casa y, aunque no era el tópico más elegante, las palabras sonaban tan bonitas que se me salieron las lágrimas</p>
Como supuestamente dijo el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Carlos V: "Le hablo en español a Dios, italiano a las mujeres, francés a los hombres y alemán a mi caballo". (Getty Images)
Los italianos siempre están usando la palabra bello para todo lo que está bien.
Y es que en Italia la belleza es algo primordial y eso incluye al idioma.
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Idioma de poetas
Se trata de una lengua apasionada que puede seducir a la gente completamente, e incluso cambiar sus vidas.
Algunos se encaprichan con mudarse a Italia y remodelar casas de campo abandonadas.
Otros, se sientan en salones de clases, intentando seriamente pronunciar los sonidos más raros del idioma (como uomini, la palabra para “hombres”).
Y hay quienes se esfuerzan por mantenerse despiertos escuchando óperas que duran varias horas.
No es solo una casualidad. El italiano, tal como lo conocemos hoy, estaba predestinado a encantar, atraer y seducir.
Y se debe a que fue creado por poetas, artistas que dejaron huella en el país al darle forma a su sonido característico.
El italiano tiene una historia única surgida de su situación geopolítica. En comparación con otros países occidentales europeos semejantes, su unificación llegó relativamente tarde, en 1861.
“España y Francia se habían unificado con anterioridad y suyos eran los idiomas del gobierno y la administración”, apunta Michael Moore Francis, un intérprete en la misión permanente de Italia ante Naciones Unidas
“El italiano, por su parte, estaba más orientado hacia lo literario”, agrega, destacando que hasta la década de 1950, cuando los televisores se volvieron más comunes, el 80% de la gente en Italia utilizaban dialectos como primera lengua.
Durante cientos de años, la actual Italia se mantuvo dividida en reinos regionales y carecía de un gobierno cohesionado con una lengua oficial administrativa.
Como consecuencia, el italiano fue cultivado por la gente que lo necesitaba para expresarse creativamente.
Influencia toscana
Cada región tenía su propio dialecto: piamontés, romanesco, napolitano, siciliano, lombardo, por nombrar algunos, pero finalmente fue el toscano el que prevaleció.
Y quizás no es una coincidencia. Toscana, con sus colinas ondulantes, viñedos y ríos entre valles, es una de las regiones más inspiradoras de Italia.
Fue la cuna del Renacimiento y sigue siendo un epicentro del idioma, el arte, la moda y el turismo.
Cuando viví en la capital regional, Florencia, aprendí de mis amistades locales que un acento toscano es motivo de orgullo.
Como también lo es su más famoso poeta, Dante Alighieri, quien desempeñó un importante rol en el desarrollo del italiano.
Nacido en 1265, escribió el imperecedero clásico “La Divina Comedia”, un poema narrativo en el que describió su viaje a través del infierno, el purgatorio y el paraíso, guiado por Beatrice, su mujer ideal.
Pero además de su notable obra, Alighieri hizo algo radical para la época: escribió en su nativo dialecto toscano, a pesar de que el latín era el idioma preferido por la elite educada.
E incluso defendió su elección en el ensayo De Vulgari Eloquentia (“Acerca del habla popular”).
En los años posteriores fue conmemorado como un defensor de la región y el idioma.
Notablemente, el interés en su obra no ha declinado. Pero no fue el único que le dio forma al italiano que conocemos.
Petrarca
Nacido en 1304 en la localidad toscana de Arezzo, Francesco Petrarca, nombrado a veces como el fundador del Humanismo, escribió muchos poemas de amor en su nativo toscano italiano, al igual que su contemporáneo y amigo Bocaccio, el autor de “El Decamerón”.
Petrarca quería que más gente entendiera su poesía, pero también deseaba cambiar la reputación del italiano y demostrar que podía ser tan sofisticado como el latín, la lengua estándar para los intercambios intelectuales y artísticos.
Hoy en día Petrarca puede sonar un poco formal y florido, pero la gente de la época enloqueció con él, dice Francis.
Y aunque pocos leen hoy sus poemas, tiene una importancia clave.
El impulso de Bembo
En el siglo XV un veneciano llamado Pietro Bembo decidió que Petrarca había escrito el italiano más exquisito de todos y que ya era hora de que el idioma finalmente ocupara su lugar entre las lenguas literarias más grandes del mundo.
Poeta y amante del toscano italiano, Bembo provenía de una poderosa familia aristocrática. Fue secretario del Papa León X y luego cardenal.
Cuando vivió en la ciudad medieval amurallada de Urbino (ahora Patrimonio Mundial de la Unesco), Bembo escribió su obra más famosa, Prose della Volgar Lingua (Prosas sobre la lengua vulgar).
Allí, describió cómo componer el más hermoso y elevado italiano, uno que tuviera la misma métrica que el latín, escogiendo la Toscana del siglo XIV como su modelo y a Petrarca como su mejor exponente.
“Bembo estaba muy interesado en el sonido y en tener ejemplos del idioma basados en la obra de poetas. Hablaba mucho sobre las cualidades de la composición y de encontrar el equilibrio perfecto entre sonidos 'suaves' y 'pesados'”, señala Francis.
Su obra fue utilizada para darle forma al lenguaje que se habla por toda Italia actualmente.
Sonido melodioso
Para la doctora Patti Adank, profesora de lingüística en el University College de Londres, el italiano es un idioma atractivo para el oído por su “melodía”.
Cuenta con un número inusual de palabras que terminan en vocales y muy pocas que tienen consonantes seguidas, creando un sonido abierto que es perfecto para cantar.
O, como supuestamente dijo el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Carlos V: “Le hablo en español a Dios, italiano a las mujeres, francés a los hombres y alemán a mi caballo”.
Por supuesto que, como admite Francis, posiblemente la reputación de Toscana como epicentro del idioma italiano no sea más que “propaganda” cientos de años más tarde.
Sin embargo, cuando Alessandro Manzoni, escritor de la primera novela italiana y pionero del italiano moderno, casi estaba por terminar su libro I promessi sposi (Los Novios) en 1827, dijo que antes de terminarla tenía que ir a Florencia y “lavar” el lenguaje del libro en el famoso río Arno, cuyas aguas dividen la ciudad en dos.
Afortunadamente, ahora los viajeros tienen la oportunidad de escuchar tanto la versión toscana como los múltiples dialectos regionales que, especialmente en el sur, difieren bastante del italiano tradicional.
De hecho, entre más lejos se está de Toscana, más pronunciada es la diferencia con los dialectos del país que muestran influencias de una infinidad de lenguas, incluyendo griego, árabe, español, francés e incluso hebreo.
Por suerte, la palabrabello sí se entiende donde quiera que vayas.