“Siempre he estado obsesionado con lavarme las manos porque al crecer sabía que si me enfermaba no podría ver a un médico”, dice.
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Coronavirus: por qué millones evitan ir al médico en EE.UU. incluso en crisis como la del covid-19
Sebastián me muestra sus manos. Su piel está seca y agrietada por tantas veces que se ha lavado.
Buena parte de los sectores más vulnerables son los que no tienen acceso al sistema de salud en EE.UU.
Ha vivido en Estados Unidos desde que tenía tres años, cuando fue traído desde México por sus padres. Es uno de los aproximadamente 11 millones de “indocumentados”.
Sin ciudadanía estadounidense significa que no hay atención médica de ese país.
Incluso el lenguaje de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible promulgada por el presidente Barack Obama deja muy claro que los inmigrantes indocumentados están excluidos.
“Nunca fui al médico, si me enfermaba, mi madre siempre intentaba tratarme en casa, pero recuerdo que a veces me enfermaba mucho y faltaba bastante a la escuela”, dice Sebastián.
A medida que el nuevo coronavirus se propaga por Estados Unidos, es probable que millones de estadounidenses no busquen ayuda médica porque no tienen seguro o no tienen documentos.
Eso pone a todos en la sociedad en mayor riesgo.
Millones sin médico
El día que Sebastián y yo nos encontramos es también el día en que se confirma el primer caso de coronavirus en su área, pero él dice que aunque ha visto las noticias, su realidad sigue siendo la misma.
“Al ser indocumentado es difícil obtener atención médica. Existe el hecho de presentarse ante el sistema legal en las instalaciones médicas y eso conlleva el riesgo de deportación“, explica.
“Puede que mi familia no sea de delincuentes, pero es indocumentada y ver a un médico los asusta“, señala.
Para todos en EE.UU., ya sea que estén indocumentados o no, también existe el enorme gasto que implica tan solo ver a un médico.
Más de 27 millones de personas en el país no tienen seguro médico, un número que ha estado creciendo enormemente durante la presidencia de Donald Trump.
Una consulta con un médico para alguien sin seguro cuesta cientos de dólares.
Y hay decenas de millones más que se clasifican bajo la categoría de “seguro insuficiente”, pues tienen un seguro básico que a menudo solo cubre una fracción del costo de cualquier revisión o tratamiento.
Hasta cuidados intensivos
“Durante la temporada de gripe nos enfermamos mucho, pero llevar a mis hijos a ver a su pediatra cuesta US$100 cada visita solo por un chequeo“, dice Lisa Rubio, de 28 años, quien tiene seguro médico básico a través de su empleador.
“Comencé con tos y dolor de garganta hace una semana, pero si el médico me dice que no puede recetar nada, que es solo un virus, tengo que decidir si vale la pena sacar del dinero para mis facturas y otras necesidades de los niños”.
El año pasado, tener seguro “insuficiente” tuvo un rol en un episodio devastador para Lisa.
“Me enfermé. Sentí dolor en el pecho. Pero ir a ver a un médico, a pesar de estar asegurada, no podía costearlo, así que traté de ignorar el dolor”, relata.
“Dos semanas después, a mitad de la noche, mi pulmón colapsó por completo. Tuvieron que ponerme en cuidados intensivos, pero dijeron que si lo hubieran detectado antes, hubiera estado bien”, dice.
Lisa sufre estos problemas a pesar de que ella misma es administradora de un hospital en Tucson, Arizona.
Y si bien los trabajadores de salud pública son uno de los grupos con el mayor riesgo de infección, también se enfrentan a otro problema sistémico en EE.UU. durante la crisis: el hecho de que a los empleadores estadounidenses no se les exijaofrecer licencia pagada por enfermedad.
“Estoy realmente preocupada por mis pacientes que no pueden tomarse un tiempo libre del trabajo para ir a recibir atención y quienes irán a trabajar incluso cuando están enfermos, porque no tienen otra forma de pagar sus alimentos y servicios públicos. El coronavirus no cambia eso”, dice el médico Ravi Gravois Shah.
Fallas sistémicas
El doctor Shah es el director de una clínica de salud móvil que funciona con donaciones de caridad.
Moviéndose por Tucson, la clínica trata a unos 50 pacientes por semana que normalmente no pueden acceder a ningún tipo de atención médica.
Admite que eso es solo una gota en el vasto océano de necesidad en la comunidad.
“Todo el tiempo nos encontramos con pacientes que están en embarazo y no busca atención médica, o personas que durante meses y años no pueden recibir atención, diagnóstico y tratamiento para su dolor o enfermedad crónica”, dice.
Shah señala que incluso antes del coronavirus, la gran cantidad de pacientes que no fueron diagnosticados con VIH u otras infecciones de transmisión sexual fue solo un ejemplo de las crisis de salud pública que se exacerbaron porque muchos no tienen acceso a la atención médica.
“No he visto ninguna evidencia de que algo vaya a ser diferente con el coronavirus”, dice, poco convencido por las promesas desde Washington.
“Durante décadas, como sociedad, hemos considerado que está bien que muchos en nuestra comunidad no tengan seguro, tengan un seguro insuficiente, sean indocumentados o que no puedan tomar una licencia por enfermedad”, señala.
“Estas personas sin acceso a la atención médica se enfermarán, propagarán la enfermedad con mayor frecuencia porque no reciben atención o aislamiento, o diagnóstico y tratamiento. Y vamos a pagar el precio de salud pública por algo que nuestra sociedad está aceptando que pase”, añade.
A medida que se extiende por el mundo, el coronavirus está exponiendo fallas sistémicas.
En China fue la libertad de información. En EE.UU. son las enormes disparidades en la forma en que se trata a las personas, dependiendo de sus circunstancias económicas y su estado migratorio.
El coronavirus, por supuesto, no discrimina por esos motivos.
Y el hecho de que grandes sectores de la sociedad no puedan ver a un médico se centra repentinamente en que no solo es malo para los individuos, sino para todo el país.
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