Aunque el entrenamiento del sueño parezca algo maravilloso para quienes pueden costearlo, no hay consenso sobre cuán positivo es para los niños.
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¿Es recomendable entrenar a los bebés para que duerman toda la noche?
¿Su hijo no duerme y no le deja dormir? Búsquele un entrenador, le recomendarán algunos. En los últimos cinco años ha habido un notable incremento en el número de especialistas que dicen ser capaces de entrenar a los bebés para que duerman toda la noche sin despertarse o demandar alimento.
¿Su hijo no duerme y no le deja dormir? Búsquele un entrenador, le recomendarán algunos. En los últimos cinco años ha habido un notable incremento en el número de especialistas que dicen ser capaces de entrenar a los bebés para que duerman toda la noche sin despertarse o demandar alimento. (Foto, Thinkstock)
¿Cuántas horas al día deben dormir los niños y los adolescentes?
Cada día, a las dos de la madrugada, muchos recién nacidos que no duermen bien están en brazos de su padres, que los pasean por la habitación para embelesarlos.
Con frío, cansada y anhelando la comodidad de su cama, una madre podría estar dándole de mamar a su bebé, cantando, sosteniendo su minúscula mano en silencio o haciendo lo que sea necesario para que vuelva a dormir.
Anna Cormack, de Manchester, Inglaterra, sabe bien lo que es sentirse exhausta. Ella es madre de tres hijos. Johnny, el menor, tiene un año y tres meses de vida. Él se despierta dos o tres veces en la noche para lactar.
Cormack le asegura a la BBC que en los peores días duerme tan solo dos o tres horas durante la noche.
Lo peor, confiesa, es el efecto acumulativo: “Puedes hacerlo una noche, tal vez dos. Pero es algo constante. Después de pasar noche tras noche así, esto tiene un efecto en ti”.
Más de la mitad de un total de 7 mil 500 madres y padres de Reino Unido han declarado recientemente en una encuesta que sus hijos se despiertan, al menos, una vez durante la noche. El 35 por ciento de los encuestados dijo que se sentía regularmente somnoliento y exhausto.
La encuesta fue realizada por The Children's Sleep Charity y Netmums, dos organizaciones del país europeo, e incluyó a padres cuyos niños ya no son bebés.
Lo llevo bien pero…
Anna Cormack dice que lo lleva bien, pero que le gustaría tener más energía, más creatividad y mejor memoria.
“Usualmente ni me preocupo por salir en grupo o ver a mis amigos porque estoy muy cansada. También me obsesiona que Johnny tenga sus siestas en casa para tener la oportunidad de descansar al mismo tiempo, lo cual me hace estar atada a la casa todo el tiempo”, explica.
Es quizás debido a este tipo de experiencias que algunos padres de hoy consideran la contratación de un especialista del sueño.
A través de un programa de radio de la BBC llamado You and Yours (Tú y los tuyos), Cormack fue puesta en contacto con Katie Palmer, una madre que fue niñera y ahora codirige la compañía Especialistas del Sueño Infantil con otras dos mujeres.
Hola, mi bebé necesita entrenamiento…
Al igual que muchas otras consultoras, la organización de Palmer ofrece una variedad de paquetes: desde apoyo telefónico y online, hasta visitas a la casa y estadías nocturnas.
La última de estas modalidades está al alcance de alguien como el chef Jamie Oliver, una cocinero famoso británico que recientemente contrató una enfermera nocturna para cuidar de su bebé recién nacido. Sin embargo, podría ser algo difícil de costear para muchos padres.
Katie Palmer explica a la BBC que es muy común encontrar niños como Johnny, quienes no quieren volver a dormir sin lactar después de haberse despertado en medio de la noche.
Nadie duerme “toda la noche”, aclara Palmer.
“Todos nos despertamos naturalmente varias veces en una noche. Es una instinto de 'hombre de la caverna' que se despertaba para chequear que no hubiera depredadores alrededor”.
En el caso de Johnny, ella declara que no erradicó de inmediato la estrategia de darle el pecho para volver a dormirlo, sino que estableció una agendapara la lactancia gradualmente a una única toma por noche.
Dice que esto les ofreció a Cormack y Johnny una mayor claridad sobre cuándo él debía mamar y cuándo debía ser acostado nuevamente para seguir durmiendo.
Después de esto, Palmer introdujo un programa de entrenamiento de sueño llamado “retiro gradual”.
“Por ejemplo, la primera vez, Anna lo alimentó, lo puso en la cuna y se sentó junto a él; lo acarició y le dio unas palmaditas hasta que se quedó dormido. Luego, cuando él aceptó eso, ella solo se sentó a su lado sin acariciarlo. Después, ella se movió un poco más lejos cada vez, hasta que logró salir de la habitación”.
La primera noche, Johnny lloró intermitentemente por unos 15 minutos pero luego aceptó los cambios en su rutina de sueño, relata Palmer. Hay niños que lloran por más tiempo, y en esos casos ella recomienda que sean confortados con la presencia de los padres.
Lo que los padres no deben hacer es volver a la rutina anterior, porque esto sería enviar mensajes confusos a los bebés.
Aunque Palmer no defiende la técnica del “llanto total” (los padres ponen al bebé en la cuna a la hora del sueño y no vuelven sin importar cuánto llora); ella sí emplea a veces una forma de “llanto controlado”, a partir de la cual los padres se alejan de su hijo pero regresan a cada rato para consolarlo.
Algunos investigadores que estudian los efectos del llanto en los bebés han medido altos niveles de cortisol, la hormona del estrés, en las criaturas a las que se deja llorar sin consuelo. Como consecuencia, se ha especulado que podría dañar el desarrollo emocional del niño.
Otro estudio, en cambio, no encontró efectos negativos cinco años después de que los niños hayan sido entrenados para dormir con estas técnicas.
En conclusión: la imagen no es del todo clara.
“Cualquier tipo de llanto es estresante y aumenta los niveles de cortisol”, confirma Palmer.
“Sin embargo, la falta de sueño tampoco es buena e igualmente puede provocar daños a largo plazo. Creo que la clave es decidir qué es más sostenible”.
Palmer admite que los entrenamientos de sueño no son para todo el mundo. Ella apunta que nunca se debe entrenar para dormir a un bebé menor de seis meses, ni tampoco si hay una razón de fondo que no ha sido tratada (como los reflujos y cólicos).
Además, los padres necesitan estar convencidos de que necesitan ayuda profesional y no deben sentirse presionados a buscarla por parte de familiares o amigos.
¿Deberíamos siquiera considerar el entrenamiento?
“Si miras las investigaciones que se han realizado hasta el momento, lo que sabemos es que resulta completamente normal que un niño se despierte con regularidad durante la noche hasta que tienen unos dos años y medio de edad”, dice Sarah Ockwell-Smith, autora de The Gentle Sleep Book (El libro del buen dormir).
Ella dice que algunas madres han intentado entrenar a sus hijos para dormir y no ha funcionado. En otros casos, ha funcionado inicialmente pero el sueño de sus hijos ha empeorado después de varios meses.
“Siempre pensamos que hay algún problema con el bebé y que es el bebé quien necesita ser atendido, cuando en realidad deberían ser los padres quienes ajusten algunas cosas”, opina Ockwell-Smith.
“Yo asesoraría a los padres para que se fijaran en cosas como ¿el entorno está bien?, ¿podría el bebé estar comiendo algo que causa algún problema?, ¿hay algo fisiológico detrás de todo?, ¿la razón son los horarios?”
Según su punto de vista, es totalmente natural alimentar a un bebé para dormirlo.
Estadísticas del sueño infantil
El estudio “Sleep: what is normal at six months?” (“Dormir: ¿qué es normal a los seis meses?”) de 1994, publicado en el sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos reveló que:
- Solo el 16 por ciento de los bebés duerme toda la noche a los seis meses de nacidos
- 50 por ciento se despierta ocasionalmente
- 9 por ciento se despierta la mayoría de las noches
- 17 por ciento de los bebés se despierta más de una vez durante la noche (el rango varía entre dos y ocho veces)
- 16 por ciento de los bebés de seis meses no tienen un patrón de sueño regular
- 61 por ciento de los bebés duerme en su propio cuarto a los seis meses, pero el 15 por ciento es siempre o casi siempre trasladado al cuarto de sus padres si se despierta.
“Si observas a cualquier otro mamífero, todos los cachorros se quedan dormidos en los brazos de sus madres. Eso es normal, así es como se supone que debe ser”, asegura Ockwell-Smith.
“Cuando un bebé está totalmente despierto es porque hay un problema, que casi siempre puede ser resuelto con uno de los padres cargándolo en brazos o alimentándolo. He trabajado con miles de padres que todavía acunan o alimentan a sus bebés para que duerman, y ellos se las han arreglado para incrementar el tiempo que permanecen dormidos”.
“No creo que debamos conformarnos con el hecho de que sencillamente no vamos a dormir”, agrega. “Es normal pero es también increíblemente agotador y hay algunos trucos que pueden conducir a una mejoría”.
“Sí creo que debemos esperar algunas interrupciones en el sueño y asumirlas”.
“Dentro de diez años, nadie va a pensar: 'Oh, desearía no haber abrazado tanto a mi bebé'. Los padres no se arrepentirán de acunar a su bebé o alimentarlo para que se duerma”.
A Ockwell-Smithle le preocupa que la industria de los especialistas del sueño no está regulada y en estos momentos cualquiera puede establecerse como entrenador del sueño.
La profesora Helen Ball, de la Universidad de Durham, en Inglaterra, insiste en que es crucial asegurarse de que los especialistas sigan prácticas seguras para el sueño infantil y que nunca sugieran, por ejemplo, poner a los bebés a dormir sobre sus estómagos, lo cual aumenta dramáticamente el riesgo de sufrir el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).
Tres claves para que los bebés duerman de forma segura
¿Cómo funcionó el entrenamiento para Anna Cormack y Johnny?
Después de tres semanas y media de entrenamiento, Johnny se despierta una vez en la noche, entre la una y las cuatro de la mañana. Además, ya logra quedarse dormido solo en la cuna sin que su madre lo amamante.
Cormack finalmente está durmiendo un poco más.