Dixon imaginó musarañas que usan sus colas como paracaídas, monos voladores (o “flunkeys“), serpientes enrolladas súper largas que atacan pájaros en pleno vuelo, planeadores nocturnos que asesinan a sus presas con largos clavos en el pecho, pájaros con flores en la cara y murciélagos que engañan a insectos polinizadores para que aterricen en sus bocas hambrientas.
BBC NEWS MUNDO
Las extrañas e insólitas criaturas que producirá la evolución de animales y plantas en la Tierra
A principios de la década de los 80, el escritor y paleontólogo Dougal Dixon publicó un libro de culto llamado After man: azoology of the future (traducido en América Latina como "Después del hombre: una zoología del futuro"). En él imaginaba cómo sería la vida dentro de millones de años.
Los animales trepadores de árboles podrían adaptarse al aire y llegar a volar en un futuro lejano. EMMANUEL LAFONT
Décadas más tarde, Dixon dijo que su libro no era un intento de predecir el futuro, sino una exploración de todas las posibilidades del mundo natural.
“Los libros populares sobre la evolución, aunque no sea de manera intencional, parecen sugerir que la evolución es algo del pasado”, dice el escocés. “No es para nada el caso. La evolución está teniendo lugar hoy día. Y seguirá haciéndolo en el futuro, mucho después de que nosotros ya no estemos”.
Aunque el libro de Dixon era un trabajo de ficción, la mayoría de los biólogos están de acuerdo en que dentro de millones de años la Tierra será un lugar muy diferente. “Creo que se verá y sentirá como un planeta alienígena”, dice Athena Aktipis, una bióloga evolutiva de la Universidad Estatal de Arizona, en Estados Unidos.
Cualquier evolución nos parecerá hoy extraña e improbable, así como nuestro actual mundo, dominado por mamíferos, podría haber parecido improbable en la era de los dinosaurios.
Entonces, ¿cómo se verá el futuro? ¿Qué criaturas se desarrollarán en 100 millones de años, dado lo que sabemos ahora sobre la vida en la Tierra y los principios de la evolución?
Criaturas “raras”
Comencemos por retroceder millones de años, a una era de vida mucho más temprana en nuestro planeta. En la explosión cámbrica, hace unos540 millones de años, la Tierra se pobló de una gran cantidad de criaturas “raras” y “caricaturescas”, según Jonathan Losos, un biólogo evolutivo de la Universidad Washington en San Louis, Estados Unidos.
“El esquisto de Burgess (en Canadá) estaba habitado por un verdadero bestiario de lo extraño“, escribe en su libro Improbabledestinies: fate, chance, and the future of evolution (“Destinos improbables: suerte, azar y el futuro de la evolución”).
Algunos animales, dice, parecen “sacados de un episodio de Futurama”.
No es imposible que criaturas extrañas e inusuales evolucionen en el futuro. “Prácticamente cualquier cosa que puedas imaginar evolucionó en algún lugar y momento en ciertas especies”, dice Losos. “Con el tiempo suficiente, incluso lo improbable puede llegar a suceder“.
Según Losos, el mundo de las posibilidades biológicas es enorme. “Yo no estoy convencido de que la vida en la Tierra haya descubierto todos los modos concebibles de existir en un planeta como el nuestro, ni incluso la mayoría de ellos”, escribe.
Pero es difícil predecir con qué posibilidad acabaremos, si la historia se repetirá o no. No sabemos hasta qué punto la evolución es predecible y replicable durante largos períodos de tiempo.
Añadimos una parte de azar -una gran erupción volcánica o un asteroide que golpee la Tierra- y las predicciones firmes resultan casi imposibles.
Pero aún así, podemos hacer conjeturas fundamentadas.
Animales “maleza”
En primer lugar, hay que considerar el impacto de una fuerza evolutiva importante que ya está transformando la vida en todo el mundo: el Homo sapiens.
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Si los humanos prosperan durante millones de años, tendrán un marcado efecto sobre la evolución del futuro, y la selección natural producirá nuevas variantes de vida para afrontar los entornos alterados y probablemente contaminados que creemos.
“Bien podríamos ver la evolución del pico de un pájaro especializado en alimentarse de latas, o ratas que desarrollen un pelaje graso para eliminar las aguas tóxicas”, escribió Peter Ward, un paleontólogo de la Universidad de Washington, EE.UU., en su libro de 2001 Future Evolution (Evolución futura).
Ward prevé nuevos tipos de criaturas y especies con cualidades de “maleza” a las que no les importe vivir entre humanos, capaces de aprovecharse de su mundo, como gatos domésticos, ratas, mapaches, coyotes, cuervos, palomas, estorninos, gorriones, moscas, pulgas, garrapatas y parásitos intestinales.
En una Tierra más seca y calurosa, la falta de agua dulce también puede provocar nuevas adaptaciones.
“Me imagino animales que desarrollen extrañas especializaciones para capturar la humedad del aire”, dice Patricia Brennan, una psicóloga evolutiva del Mount Holyoke College, una universidad privada en Massachusetts.
“Los animales más grandes podrían desarrollar velas extendidas o aletas en la piel que puedan extender para tratar de capturar la humedad. Los cuellos con volantes de algunos lagartos, por ejemplo, podrían volverse muy grandes y exagerados para recoger agua de esta manera”.
Brennan también prevé el surgimiento de mamíferos y aves desnudas: “Los mamíferos podrían perder pelo en algunas partes y recoger agua en los bolsillos de la piel. […] Las aves de climas más cálidos podrían perder plumas para evitar el sobrecalentamiento, y los mamíferos, la mayor parte del pelaje”.
La era “postnatural”
Los animales del futuro también podrían decidir manipular la vida directamente. De hecho, eso ya está pasando.
La investigadora Lauren Holt escribió para la serie Deep Civilisation (civilización profunda) de BBC Future que a principios de este año una trayectoria de la vida en la Tierra podría ser la era “postnatural”.
En ese escenario, la ingeniería genética, la biotecnología y la influencia de la cultura humana podrían redirigir la evolución hacia caminos radicalmente diferentes, desde mosquitos con impulsos genéticos hasta drones mecánicos polinizadores.
La evolución de la vida estaría entrelazada con los propios deseos y necesidades de la humanidad.
¿Y si nos extinguiéramos nosotros?
Nuestros descendientes podrían dejar que la evolución natural siga su curso… o los humanos podríamos extinguirnos (ese era el escenario de After man).
La extinción podría conducir a una innovación evolutiva radical. Después de extinciones masivas anteriores, argumenta Ward, las plantas y animales de la Tierra cambiaron radicalmente.
La extinción masiva del Pérmico-Triásico, que ocurrió hace unos 252 millones de años, eliminó más del 95% de las especies marinas y el 70% de las especies terrestres, incluidos los enormes reptiles similares a mamíferos que gobernaban la Tierra en ese momento.
Permitió que los dinosaurios evolucionaran y se convirtieran en los animales terrestres dominantes, un resultado tal vez tan improbable e inesperado como cuando los mamíferos reemplazaron a los dinosaurios tras la extinción masiva del Cretáceo-Terciario.
“No solo hubo una pequeña rotación, sino también lo que podríamos llamar una ‘transición’“, escribe Ward. Las extinciones masivas hicieron más que simplemente cambiar el número de especies en la Tierra; también cambiaron su composición”.
Después de una extinción, algunos biólogos creen que son posibles formas de vida completamente nuevas con capacidades tan diferentes que ni siquiera podemos imaginarlas.
“Los microbios hicieron que todo el planeta tuviera oxígeno y eso provocó un gran cambio”, dice Leonora Bittelston, una bióloga evolutiva del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). “Ha habido muchas innovaciones que podrían ser difíciles de predecir antes de que ocurrieran, pero una vez que lo hacen cambian nuestro planeta”.
Entonces, si los humanos desaparecemos, ¿cuán salvajes y sofisticadas se verán las cosas dentro de 100 millones de años?
¿Habrá árboles que caminen o animales que celebren banquetes después de matarlos con humos tóxicos o dardos envenenados? ¿Cambiará la vida marina con arañas acuáticas que cacen sardinas o con peces que aprendan a volar para alimentarse de insectos y pájaros? ¿Proyectarán hologramas los animales de las aguas más profundas para engañar a los depredadores o impresionar a sus parejas?
Puede que algunos organismos ocupen hábitats inexplorados y que las plantas y los microbios evolucionen hasta convertirse en algo similar a paneles sonares, o prosperen oasis verdes en los fríos glaciares.
Ninguna de estas fantásticas criaturas suena imposible, dice Aktipis. Muchas de ellas, de hecho, se basan en cosas que ya existen en la naturaleza.
Jo Wolfe, bióloga evolutiva de la Universidad de Harvard, dice que algunos árboles pueden “caminar” muy despacio para moverse hacia donde hay agua, y cree que es posible que puedan llegar a cazar usando gases venenosos o incluso clavando sus ramas. Después de todo, ya teneos plantas carnívoras.
También dice que hay arañas que comen peces y que algunos microbios que habitan en las nubes podrían evolucionar a partir de multitud de pequeños organismos conocidos como Prochlorococcus que viven en las capas más altas del océano.
A menudo, lo que se necesita en la naturaleza para que se desarrollen adaptaciones inusuales son entornos extremos. La Tierra ya tiene muchos de ellos, y eso no va a cambiar.
Si nos basamos en lo que sabemos sobre la naturaleza, tampoco deberíamos asumir que las criaturas del futuro vayan a estar confinadas a sus hábitats actuales.
Lynn Caporale, bioquímica y escritora, dice que los peces “voladores” ya pueden atrapar insectos (e incluso pájaros), y que algunos peces pueden caminar e incluso trepar a los árboles. Esa posibilidad de cambio de hábitat conduce a algunas posibilidades fantásticas.
En su libro, Ward imagina que el sapo podría evolucionar hasta hacer hidrógeno del agua y almacenarla en su garganta, ayudándolo a saltar y llegar a flotar en el aire.
Dado que nuestra comprensión sobre la evolución y la genética es incompleta y que eso dependerá de eventos fortuitos, nadie puede saber con seguridad cómo será la vida en el futuro.
Escoger a los ganadores evolutivos es como apostar en el mercado de valores o pronosticar el clima, escribe Ward. Tenemos algunos datos para hacer deducciones fundadas, pero también un alto grado de incertidumbre. “Los colores, hábitos y formas de la fauna evolucionada solo se pueden adivinar“.
Losos está de acuerdo: “Las posibilidades son tan amplias e inciertas que no tiene sentido especular”.
Pero no debemos descartar la posibilidad de que la evolución tome formas alucinantes. Y gran parte de la creatividad de la naturaleza y la diversidad aún está por explorar.
Es más, Dixon dice que varias de las creaciones “puramente especulativas” que describió en su libro After man en 1981 fueron más tarde descubiertas. Tal y como reflexiona en su edición de 2018 del libro: “Muchas veces me encuentro con nuevos desarrollos ecológicos o evolutivos y pienso: ‘Si hubiera escrito esto enAfter man, todo el mundo se habría echado a reír‘”.