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“Me tomo 200 'selfies' al día”: ¿cuándo se puede hablar de “selfitis”, la obsesión constante por tomarse fotos de uno mismo?

Junaid Ahmed tiene 50.000 seguidores en Instagram y admite que es un adicto a los selfies.

Menos de 600 "me gusta" no son suficientes, confiesa Junaid Ahmed. (Foto: Junaid Ahmed).

Menos de 600 "me gusta" no son suficientes, confiesa Junaid Ahmed. (Foto: Junaid Ahmed).

El británico de 22 años se toma unas 200 fotos de sí mismo cada día.

Selecciona cuidadosamente la hora a la que publica los selfies en las redes sociales, con la intención de obtener más “me gusta”. Si tiene menos de 600 likes, la borra.

“Cuando publico una foto, durante el primer minuto o dos, alcanzo unos 100 “me gusta”. Eso me fascina. Mi teléfono se vuelve loco, es increíble”, le cuenta a la BBC. 

Natural vibes ??

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Obsesión

Un estudio reciente —que fue publicado en noviembre de 2017 en la revista médica International Journal of Mental Health and Addiction— sugiere que la obsesión por los selfies puede definirse como un trastorno llamado “selfitis”.

La urgencia de tomarse fotos de uno mismo y publicarlas en las redes sociales seis veces al día o más delata una “selfitis crónica”, de acuerdo con los autores del estudio, dos investigadores de la Universidad Nottingham Trent, en Reino Unido, y de la Escuela de Negocios de Thiagarajar, en India.


¿Qué es la “selfitis”?

  • El deseo obsesivo compulsivo de tomarse fotos y publicarlas en las redes sociales.
  • Responde a una manera de compensar la falta de autoestima y llenar un vacío en la intimidad.
  • Puede ser peligroso cuando quienes lo padecen muestran síntomas similares a otros comportamientos potencialmente adictivos.
  • Factores analizados: mejora del entorno, competición social, búsqueda de atención, cambios de humor, autoconfianza y conformidad social.

Fuente: Janarthanan Balakrishnan y Mark D. Griffiths, autores de “Selfitis y el desarrollo de la escala de domportamiento de la selfitis”, noviembre de 2017.


Ahmed dice que su necesidad de tomarse selfies pueden causarle problemas con sus seres queridos.

“Me preguntan: '¿No puedes salir a comer sin tomarte una foto?'”.

“Y yo les respondo: 'No, no me arreglé durante tres horas para nada. ¿Por qué no voy a tomarme una foto?'”.
 

Don't watch me, watch yourself ?

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Ahmed dice que ya no le afectan como antes los comentarios negativos sobre sus fotos.

Sin embargo, declara que se hizo algunos arreglos en la cara por la presión que siente de tener un aspecto determinado.

“Hace años no me veía así. Solía ser bastante natural. Pero creo que la obsesión por las redes sociales hizo que quisiera mejorarme”, reconoce.

“Me puse forros dentales, me rellené la barbilla, las mejillas, la mandíbula, los labios y me puse bótox en la parte inferior de los ojos y en la cabeza. También me tatué las cejas y me hice una criolipolisis (un procedimiento dermatológico no invasivo para eliminar grasa corporal mediante la aplicación de frío)”.

Ahmed, quien reside en Essex, Reino Unido, dice que es consciente del efecto negativo que pueden tener las redes sociales, pero no se lo toma muy en serio.

“Lo que ves en las redes sociales no es cierto”, asegura.

“Es divertido usarlas de la manera adecuada, pero no dejar que le afecte a uno en su vida solo por aspirar a ser lo que alguien es en Instagram… No merece la pena”, señala.

 “Quería encajar”

Danny Bowman, de 23, estuvo obsesionado con publicar fotos de sí mismo en las redes sociales cuando era adolescente. Pero ahora tiene una visión muy distinta.

“Quería encajar y pensaba que la mejor manera de hacerlo era verme bien”, le cuenta a la BBC.

Tomaba selfies y analizaba fallos —que siempre encontraba—desde distintos ángulos. El proceso, asegura, se convirtió en un “círculo vicioso”.

“Daba vueltas y vueltas, pasaba hasta diez horas al día delante del espejo tomando esas fotos, día tras día”, confiesa.

Pero el problema se tornó en algo muy serio cuando a los 16 años intentó suicidarse.

Fue a rehabilitación y le diagnosticaron dismorfia corporal. Él cree que las redes sociales tuvieron mucho que ver con eso.

Bowman va ahora a la universidad y también colabora ayudando a gente joven que tiene problemas de salud mental.

“Recuerdo estar tumbado en la cama y pensando: '¿Cómo voy a salir de esta?' Me sentía como si no hubiera escapatoria”.

La Real Sociedad para la Salud Pública de Reino Unido (RSPH, por sus siglas en inglés), recomendó al gobierno del país que introduzca advertencias en el celular cada vez que una persona pase más de dos horas en internet usando las redes sociales, luego de hacer investigado sobre cómo afectan a los jóvenes.

“Sabemos que la depresión y la ansiedad se alimentan de las redes sociales”, le dijo a la BBC Shirley Cramer, la directora ejecutiva del organismo.

Bowman dice que ha cambiado su actitud: “Las fotos que publico ahora en Instagram ya no son selfies, son fotos en las que aparezco hablando a otras personas o dando discursos”.

“Eso es mucho más reconfortante para mí que publicar selfies y suplicar y esperar un número de 'me gusta'”.


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