Por razones no establecidas, los cánceres tiroideos, como casi todas las enfermedades de esta glándula, ocurren alrededor de tres veces más en las mujeres que en los hombres, explica el médico genetista Jorge Ortiz, gerente de Genzyme para Centroamérica y el Caribe.
Se calcula que 22 mil nuevos casos de esta afección se diagnosticaron en Estados Unidos en el 2003. En Guatemala, la incidencia para el 2012, según Globocan, fue de 87 casos, y se espera que para el 2015 se registren 95.
Científicos han encontrado pocos factores de riesgo que puedan incidir en que una persona tenga mayores probabilidades de padecerlo. Entre estos se encuentra la exposición a la radiación —que puede originarse de ciertos tratamientos médicos o accidentes en plantas energéticas— o que se tenga un pariente cercano con este mal, incluso sin que exista un síndrome hereditario conocido en la familia, dice Ortiz.
Entre los síntomas que manifiesta la enfermedad están: bulto o hinchazón en el cuello, dificultad para tragar, irritación en la garganta o ronquera y dolor en la garganta y el cuello.
TRATAMIENTO
Este cáncer puede ser tratado con tiroidectomía —cirugía para la extracción total o parcial de la glándula— y posterior ablación —eliminación— del tejido remanente con yodo radioactivo. Después de la operación, el paciente deberá estar en tratamiento con hormona tiroidea exógena, para suplir la que la que la glándula producía, señala Ortiz.
A partir del diagnóstico, los pacientes pasan por una serie de cambios estéticos, endocrinológicos y psicológicos, debido a las deficiencias hormonales producidas por la cirugía de la tiroides, como cambios en el estado de ánimo y mayor irritabilidad.
Los medicamentos para suplir la función de esta glándula provocan en ellos altos niveles de estrés, tensión y preocupación, por la incertidumbre del tratamiento y los resultados.
El monitoreo de los pacientes es de por vida. Por fortuna, en la actualidad se dispone de alternativas que permiten llevar una vida normal.
El cáncer de tiroides bien diferenciado tiene un buen pronóstico, pero las tasas de recurrencia son comunes, afirma el genetista. Hasta en el 35 por ciento de los pacientes puede volver a aparecer incluso 30 años después de su tratamiento inicial.