No en vano la tecnología de los drones ha acelerado el desarrollo hasta el punto de que el factor humano ya no parece del todo indispensable, ni siquiera a bordo de los aviones comerciales modernos.
La industria aeronáutica, y con ella las autoridades reguladoras y las compañías aéreas, buscan la manera de que los empleados más caros del sector, los pilotos, se conviertan gradualmente en superfluos y reemplazarlos en un futuro por la inteligencia artificial.
En su programa “Project Connect”, Airbus quiere posibilitar que los vuelos con tramos extremadamente extensos puedan contar con una tripulación de solo dos pilotos.
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El objetivo es que el avión, gracias al apoyo tecnológico, pueda ser operado y controlado por una sola persona. El otro o la otra podrá mientras tanto descansar fuera de la cabina de pilotaje, lo que permitiría periodos de vuelo más largos sin escalas.
Según informes de medios, Cathay Pacific Airways podría realizar este tipo de vuelos ya a partir del año 2025 con un avión Airbus A350 y, de esta forma, ahorrarse la necesidad de contar con el tercer piloto obligatorio en la cabina.
Pero esto no es el final, porque ya desde años atrás en los aviones comerciales vuelan solo dos pilotos.
El ingeniero de vuelo, antes obligatorio, hace tiempo que pasó a la historia, y el piloto automático se hace cargo de la conducción del avión durante extensos periodos de tiempo.
“Seguramente veremos la cabina de vuelo con un solo piloto en los próximos 30 años”, dice el asesor aeronáutico Gerald Wissel, de la consultora Airborne.
En los jets más pequeños, con hasta once pasajeros, el piloto único ya es una realidad.
Wissel estima que la presencia de los pilotos se irá reduciendo gradualmente también en los grandes aviones comerciales y la conducción será asumida por operadores de control en tierra.
Para ello, aclara el experto, será necesario acortar los tiempos de transmisión de datos y proteger los sistemas de ataques externos.
El asesor alertó sin embargo de los riesgos de dejar toda la responsabilidad de los vuelos en manos de una computadora de control.
Los pilotos están alarmados y aportan contraargumentos a la discusión a través de asociaciones internacionales y gremios.
“No creemos que se aumente la seguridad si se prescinde de los pilotos. Y tampoco será más barato”, dice por ejemplo Max Scheck, experto en drones del sindicato de pilotos Vereinigung Cockpit (VC).
La Asociación Europea de Cabina (ECA) advierte en tanto de los problemas de conversión de todo el sistema de entrenamiento y apunta a las capacidades humanas para el análisis de errores y su competencia para resolver problemas en equipo.
Según la entidad, los miembros de la tripulación, que se apoyan y controlan mutuamente, son a su vez la última línea contra los ataques de piratas informáticos y construcciones defectuosas, como por ejemplo en el reciente Boeing 737-Max.
Scheck, del gremio VC, demanda por otra parte una nueva cultura de la seguridad a la hora de analizar los accidentes aéreos.
El experto en drones citó estudios de la agencia aeroespacial estadounidense NASA, según los cuales en uno de cada cinco vuelos ocurren irregularidades que en millones de casos son resueltas por los pilotos. Estos acontecimientos, según Scheck, deben ser tenidos en cuenta, al igual que los pocos errores que se cometen.
La asociación ECA remite asimismo a los casos en que solo los pilotos han logrado salvar el avión y la vida de los pasajeros. El quizás más famoso es el del avión Airbus A320 que acuatizó en el año 2009 en el río Hudson frente a Nueva York gracias a la maniobra del capitán Chesley B. Sullenberger.
Por otro lado, en marzo de 2015, un controlador en tierra podría haber evitado probablemente la muerte de 150 personas, cuando el copiloto con problemas mentales hizo estrellar un avión de Germanwings en los Alpes franceses. El hombre había dejado a su capitán fuera de la cabina de vuelo.
Hasta ahora, la aerolínea alemana Lufthansa, por ejemplo, ha mantenido un perfil bajo sobre estos nuevos conceptos. Una portavoz de la compañía afirma en Fráncfort que la certificación es una cuestión que compete a los fabricantes en colaboración con las autoridades de supervisión.
Según señaló, la empresa está siempre abierta a los consejos y comentarios, pero no se le informó ni forma parte del proyecto en este asunto.
La gran incógnita en los planes sigue siendo la posición que tomarán los clientes, que hasta ahora más bien rechazan confiar su vida a una máquina.
El ex jefe de la seguridad en el tráfico aéreo alemán Scheurle consideró ya en 2018 posible un cambio fundamental en este tema.
“Lo único que se interpone en el camino a una automatización de gran alcance son las preocupaciones de las compañías aéreas, que temen por la aceptación de sus pasajeros si ya no va sentado un piloto en la cabina de mando”, señaló.
Sin embargo, acotó entonces Scheurle, la sociedad también va hacia la movilidad automatizada en los coches. “Si funciona allí, entonces también crecerá la confianza en los aviones no tripulados”.