Pero la agencia espacial estadounidense está llevando a cabo en este caso un experimento muy real. Aunque por ahora no se conoce ningún asteroide de gran tamaño que esté en curso de colisión, la idea es prepararse para esa posibilidad.
“No queremos estar en una posición en la que un asteroide se dirija hacia la Tierra; debemos probar esta técnica”, dijo Lindley Johnson, del Departamento de Defensa Planetaria de la Nasa, en una conferencia de prensa el jueves.
La misión, bautizada como DART (Double Asteroid Redirection Test), despegará desde California a bordo de un cohete SpaceX Falcon 9 el 23 de noviembre a las 22H20 hora local.
Diez meses más tarde, la nave alcanzará su objetivo, que estará a 11 millones de kilómetros de la Tierra. En los hechos, es lo más cerca que llegará al planeta azul.
Un pequeño éxito
En realidad, es un objetivo doble. El principal es el gran asteroide Didymos, de 780 metros de diámetro, es decir dos veces la altura de la torre Eiffel. En su órbita hay una luna, Dimorphos, de 160 metros de diámetro y más alta que la Estatua de la Libertad.
Es en esta luna donde se posará la nave, unas cien veces más pequeña que ella, proyectada a una velocidad de 24 000 km/h. El impacto arrojará toneladas y toneladas de material.
Pero “no va a destruir el asteroide, sólo le dará una pequeña sacudida”, dijo Nancy Chabot, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, que dirige la misión en colaboración con la NASA.
Como resultado, la órbita del asteroide más pequeño alrededor del más grande se reducirá sólo “alrededor del 1%”, explicó.
A partir de las observaciones realizadas por telescopios en la Tierra desde hace décadas, se sabe que Dimorphos orbita actualmente alrededor de Didymos en exactamente 11 horas y 55 minutos.
Utilizando los mismos telescopios, este periodo se medirá de nuevo después de la colisión. En ese caso, quizá sean “11 horas y 45 minutos, o algo así”, dijo el investigador.
¿Pero cuánto exactamente? Los científicos no lo saben, y eso es lo que quieren averiguar.
Hay muchos factores que entran en juego, como el ángulo de impacto, el aspecto de la superficie del asteroide, su composición y su masa exacta, todos ellos desconocidos por el momento.
De este modo, “si un día se descubre un asteroide en curso de colisión con la Tierra (…) tendremos una idea de la fuerza que necesitaremos para que ese asteroide no toque la Tierra”, explicó Andy Cheng, de la Universidad Johns Hopkins.
La órbita alrededor del sol de Didymos, el gran asteroide, también cambiará ligeramente, debido a la relación gravitatoria con su luna, dijo Cheng. Pero este cambio será “demasiado pequeño para medirlo”.
Caja de herramientas
También viajará un pequeño satélite. Se desacoplará de la nave principal diez días antes del impacto y utilizará su sistema de propulsión para desviar ligeramente su propia trayectoria.
Tres minutos después de la colisión, sobrevolará Dimorphos, para observar el efecto del impacto, y posiblemente el cráter en la superficie.
El costo total de la misión es de US$330 millones. Si el experimento tiene éxito, “creemos que esta técnica podría formar parte de una caja de herramientas, que estamos empezando a llenar, para desviar un asteroide”, explicó Lindley Johnson.
Por ejemplo, citó métodos que podrían utilizar la fuerza gravitatoria de una nave que vuele cerca de un asteroide durante un largo periodo de tiempo, o el uso de láseres.
Pero dijo que la clave era identificar primero las amenazas potenciales. “La estrategia es encontrar estos objetos no sólo años, sino décadas antes de cualquier peligro de colisión con la Tierra”, dijo.
Actualmente se conocen unos 27 mil asteroides cercanos al planeta azul.
Bennu, que mide 500 metros de diámetro, es uno de los dos asteroides identificados en nuestro Sistema Solar que suponen un mayor riesgo para la Tierra, según la NASA.
Pero de aquí al año 2300, la probabilidad de colisión es apenas del 0.057%.