Este 24 de noviembre se cumplieron 160 años de la publicación de “El Origen de las Especies” y muchos recordarán la inspiración que Darwin halló para su libro en Sudamérica, durante su viaje de cinco años a bordo del Beagle.
Pero a su regreso, el biólogo pasó décadas haciendo experimentos en su casa en Kent, a poco más de una hora de Londres, en busca de evidencias para su teoría de la evolución mediante selección natural.
Darwin no desistió de sus experimentos a pesar de que gran parte de su vida adulta sufrió de problemas estomacales, mareos, fatiga extrema y otros síntomas debilitantes.
“Darwin tenía problemas de salud y solo alguien que realmente amara estudiar la naturaleza habría perseverado como él lo hizo a lo largo de décadas de experimentos y observaciones cuidadosas“, señaló a BBC Mundo Ken Thompson, profesor de biología de la Universidad de Sheffield en Inglaterra y autor del libro “Las plantas más maravillosas de Darwin”.
“La teoría de la selección natural, con toda su importancia, puede ser vista como una consecuencia del intenso amor y curiosidad de Darwin por el mundo natural”.
En BBC Mundo te contamos cinco experimentos realizados por Darwin que puedes replicar, y qué buscó demostrar con ellos el gran naturalista inglés.
1. Hacia la luz
Darwin constató cómo el brote de un pasto, Phalaris canarienses, se doblaba hacia la luz de una lámpara.
“Nos sorprendió ver como la parte superior determinaba la dirección de la curvatura de la parte inferior”, escribió Darwin en su libro “El poder del movimiento en las plantas”, que escribió junto a su hijo Francis.
Para probar si la parte superior del brote era la parte sensible a la luz, el biólogo cubrió la punta del brote con un “sombrero” de material opaco. El resultado fue que la planta ya no se doblaba hacia la luz.
Tú puedes hacer el mismo experimento: planta una semilla, ve cómo se dobla el primer brote hacia la luz de una lámpara, y luego cubre la punta con un pequeño “sombrero” de papel de aluminio para ver la diferencia.
Darwin era un experimentador cuidadoso y paciente, pero según Ken Thompson “su verdadero genio radicaba en su habilidad de formular las preguntas correctas“.
En este experimento, “la idea clave de Darwin es que la parte de una planta que responde a un estímulo, en este caso la luz, no necesariamente es la misma parte que percibe el estímulo.
“Y esa constatación lleva a una conclusión inevitable, algo transporta esas señales de una parte a otra de la planta”.
“Darwin había descubierto en efecto las hormonas de las plantas, que siguen siendo una de las áreas más activas de investigación en fisiología vegetal”.
2. Muerte a raudales
En 1857 Darwin experimentó con malezas en su jardín, y demostró que la vasta mayoría de las semillas que germinaban no sobrevivían.
Tú puedes hacer lo mismo, delineando con cuerda una pequeña parcela en la que dejas expuesta la tierra y marcando el sitio en el que emerge cada semilla.
“Cada día marqué las plantitas de maleza que emergieron durante los meses de marzo, abril y mayo. De 357 que emergieron, 277 ya perecieron, principalmente debido a las babosas“, escribió Darwin.
¿Por qué estaba el naturalista tan interesado en demostrar la muerte masiva de organismos jóvenes?
En “El Origen de las Especies”, Darwin escribe: “Puesto que más individuos son producidos de los que pueden sobrevivir debe haber una lucha por la existencia“.
Thompson señala que la teoría de la selección natural estaba basada en la idea, luego descrita como supervivencia del más apto por Herbert Spencer, de que más organismos individuales nacen de los que pueden sobrevivir.
Solo los más aptos se reproducen y pasan sus genes a la nueva generación.
“Darwin estaba interesado en cualquier ejemplo de este proceso en acción, en este caso la muerte de la mayoría de los brotes en una parcela de tierra”.
3. Semillas en el agua
Darwin pasó más de un año probando la capacidad de las semillas de sobrevivir en agua de mar.
El experimento era crucial para responder a los críticos de la teoría de la evolución.
“La creencia imperante en la época de Darwin era que los animales y las plantas eran hallados en los sitios en que Dios los había colocado”, explicó Thompson.
Encontrar una misma especie en lugares muy distanciados, a veces en continentes diferentes, era considerada una prueba de ese designio divino.
“Darwin quería mostrar que las especies pueden dispersarse a distancias mayores de lo que la gente creía. Por eso, probar que las semillas podían sobrevivir durante largos períodos en agua de mar y luego germinar era importante, ya que implicaba que era posible la dispersión a grandes distancias a través de las corrientes oceánicas”.
Otra posibilidad considerada por Darwin era la dispersión de semillas en el barro de las patas de las aves.
¿Pero había semillas en el barro?
Darwin recogió tres cucharadas de barro de la orilla de un estanque, que mantuvo cubierto en su estudio durante seis meses, registrando cada una de las semillas que germinaban. Y contó en total 537.
4. Plantas carnívoras
Una de las pasiones de Darwin fueron los percebes. Su deseo de describir un único percebe que había traído de Sudamérica derivó en ocho años de estudios y dos libros sobre estos crustáceos que crecen adheridos a rocas golpeadas por olas.
Pero según describe Thompson en su libro, las cartas de Darwin revelan que en 1860 la nueva pasión de Darwin eran las plantas carnívoras.
El científico llegó incluso a referirse a una de ellas, Drosera rotundifolia o rocío de sol común, como su “amada Drosera”.
Darwin quería descubrir la dieta favorita de esta planta y experimentó alimentarla con una gran variedad de alimentos, desde azúcar a leche, aceite o gelatina.
“Las plantas insectívoras eran un ejemplo maravilloso de plantas que gradualmente evolucionan y desarrollan una habilidad de hacer algo que la mayoría de las plantas no puede hacer“, explicó Thompson a BBC Mundo.
“Para Darwin era obvio que Drosera había evolucionado a partir de una de las muchas plantas que tienen pelos glandulares por otras razones, como defensa contra insectos. Y podría a su vez evolucionar y convertirse en algo diferente como la llamada Venus atrapamoscas”.
5. Coevolución
Darwin estudió la relación entre las plantas y los insectos que las polinizan, una dependencia fruto de la coevolución de dos especies diferentes.
El científico experimentó con plantas de trébol rojo. Y tú puedes hacer algo parecido. Antes de que el trébol florezca cubre algunas partes de la planta con una malla a prueba de insectos. Luego compara el número de semillas producidas por las flores cubiertas o expuestas.
Uno de los casos más famosos de coevolución es el de una célebre predicción de Darwin.
El naturalista recibió de un famoso horticultor inglés, James Bateman, varios ejemplares de una llamativa orquídea de Madagascar, la estrella de Belén, cuyo nombre científico es Angraecum sesquipedale y que es conocida como la “orquídea de Darwin”.
Al científico le llamó la atención la gran longitud del nectario o canal (unos 30 cm), en cuya parte inferior se encuentra el néctar.
“Para Darwin estaba claro que si una orquídea tenía un nectario de unos 30 cm, ese nectario había evolucionado por una razón”, explicó Thompson.
“Él cultivó Angraecum en su propio invernadero y anticipó que debía ser polinizada por una polilla con una proboscis (lengua) lo suficientemente larga para alcanzar el néctar“.
Tuvieron que pasar cerca de 40 años para que se descubriera en Madagascar una polilla con esas características.
“Y demostrar que la polilla efectivamente polinizaba a la orquídea llevó más de un siglo“.
La polilla fue descrita con el nombre de Xanthopan morganii praedicta, cuyo epíteto alude a la predicción realizada por Darwin sobre su existencia.
Un mensaje de Darwin para todos
Los experimentos de Darwin tienen un gran mensaje para todos nosotros, según Thompson.
“Darwin nunca dio nada por sentado”, señaló a BBC Mundo el profesor de la Universidad de Sheffield.
“Él veía las mismas cosas cotidianas que vemos todos, pero siempre buscaba en ellas el significado profundo”.
“El mundo está lleno de preguntas para aquellos que tienen los ojos para verlas”.