Escenario

Así declaman guatemaltecos el poema “Yo pienso en ti”

Hoy, hace 173 años, falleció José Bátres Montúfar, considerado el poeta más importante de las letras guatemaltecas del siglo XIX.

Nació en San Salvador, el 18 de marzo de 1809, que en ese entonces era una provincia centroamericana cuyo gobierno estaba en Guatemala.

Desde pequeño llegó a dominar el inglés, francés y latín. Estudió en la Escuela de Cadetes, donde se graduó de subteniente de artillería. Al ser militar, en 1827 participó en la batalla de Milingo, para oponerse a las tropas de Francisco Morazán, donde cayó como prisionero junto a Miguel García Granados, quien se convertiría en presidente de Guatemala de 1871 a 1873.

Regresó a Guatemala en 1830. El 14 de diciembre de 1835 se graduó de ingeniero topógrafo.

Entre sus obras destaca el poema Yo pienso en ti, que fue escrito entre 1838 y 1839, después de que regresara de Nicaragua, donde trabajaba como ingeniero auxiliar en el que sería el Canal de Panamá. En este viaje murió su hermano mayor, Juan.

Devastado, regresó a Guatemala, donde su tristeza se acrecentó al enterarse de que su amada, Luisa Meany, por presión de su madre, se había casado con Francisco Pineda.

Perteneció a la generación de la escuela romántica. Otras de sus conocidas obras son Tradiciones de Guatemala, Tres cuentos alegres y picantes escritos en verso, San Juan, María y Al Volcán de Agua. Falleció el 9 de julio de 1844, a los 35 años.

Su poema cumbre fue leído por guatemaltecos, a solicitud de Prensa Libre.

Yo pienso en ti, tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro diferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.

En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.

Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de tu nombre suena.

Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
y pienso en ti.


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