Pues bien, ahora Francisco, ha sacado a luz una nueva obra, completamente distinta de sus anteriores escritos. Se trata de Los equíbocos de Blas Bielsa, así, con “b” (alta), ya que a criterio de este personaje, esa debe ser la ortografía correcta, pues la palabra viene de “boca” y “el que tiene boca se equiboca”. Blas Bielsa es, según relata el autor, un viejo amigo que le legó un “abultado paquete” con una infinidad de textos en los que explicaba, entre otras cosas, el verdadero significado que deberían tener las palabras y las frases que fue escribiendo ya en hojas de papel rallado, ya en servilletas, ya en facturas de supermercados y en cualquier otro espacio donde se pudieran garrapatear sus ocurrencias.
El amigo de Francisco, que se me antoja su “otro yo del doctor Merengue”, estaba supuestamente loco, aunque en verdad se necesita estar muy cuerdo y tener una dosis grande de humorismo para lograr producir ese diccionario de equívocos de la “a” a la “z”, tan simpáticos y ocurrentes que lo hacen a uno desternillarse de la risa. Menciono tres para que mis lectores se den cuenta del ingenio de Francisco, perdón, de Blas Bielsa: “embajada: Delegación diplomática situada en una pendiente”; “error garrafal: El que se comete al beber de una garrafa de agua en lugar de una de vino” y “zapatero: extraña profesión cuyos miembros tienen la manía de meterse a hacer cosas que no saben en lugar de dedicarse a su oficio”. (Zapatero, a tus zapatos).
La portada intriga y lo que se dice de ella en la contraportada también: “¿Mujer? ¿Transexual? ¿Maniquí? Difícil responder a la primera ojeada. Las apariencias engañan y las ambigüedades nos desconciertan”. ¿Se logrará descifrar el enigma del misterioso rostro tras recorrer los equívocos que a veces son tan sensatos como la definición del zapatero? Quizás sí, y quizás no. Todo dependerá de cómo entendamos el contenido de los disparates y aciertos del libro, escritos con una gran agudeza y en un español impecable.
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