Dávila recordó diversas conversaciones que mantuvo con Gabo en las que habían destacado la necesidad de “economizar la tinta, las palabras, los adjetivos y los superlativos”, por lo que quedaba una pieza informativa corta y directa similar a la que puede observarse hoy en la red social Twitter.
Una vez acordada la fundación del periódico, el futuro nobel colombiano preguntó a El Mago cómo hacer el diario, a lo que él respondió: “chiquito, pequeño y que sea vespertino”, recordó el promotor de El Comprimido.
Dávila tenía entonces unos ahorros y decidió invertirlos en un breve proyecto que debía sustituir al diario El Fígaro, que había desaparecido anteriormente y que era uno de los tres que circulaban entonces en la ciudad de Cartagena, situada en el Caribe colombiano.
El Comprimido, nacido en una época de fuerte censura, según explicó Abello, tenía tamaño de “media carta”, con unas cuatro páginas por edición y una corta tirada de mil ejemplares que eran repartidos gratuitamente por los dos impulsores del diario.
“Tan pronto la tinta me ensuciaba la camisa salía corriendo y a todo el que iba pasando le iba entregando (ejemplares), comentó El Mago.
En este sentido, destacó que en aquella época Cartagena “estaba adormecida, pensaba solo en béisbol y las reinas de belleza”, por lo que con Gabo tenía “ganas de sacudirlo” y darle un impulso político a la ciudad.
Dávila estaba al frente de la impresión al manejar la linotipia, una máquina que mecanizaba el proceso de composición de un texto para ser impreso.
Por su parte, Abello destacó que García Márquez se movió mucho “por la nostalgia de cuando tuvo su propio periódico”, algo que fue posible gracias a que tenía un socio y un amigo en Dávila.
Este coloquio es parte de un ciclo de conferencias, ponencias y encuentros que se celebran en la presente edición del Filbo que tiene como invitado de honor a Macondo, el universo mágico que creó Gabriel García Márquez y universalizó Cien Años de Soledad, su obra cumbre.